Las terrazas toman la plaza de Quijano de Alicante durante el día y limitan su uso público
El auge de los veladores multiplica el número de mesas y sillas en la céntrica zona, mientras el vecindario exige aplicar la ZAS para recuperar el espacio y su descanso

Gran ambiente en las terrazas de Castaños y el Casco Antiguo / Héctor Fuentes
Ruido, mesas, bancos públicos convertidos en mostradores y un parque infantil ocupado por clientes. La escena se repite cada día en la plaza de Quijano del Casco Antiguo de Alicante, un espacio ha arrastrado durante hace años las consecuencias del ocio nocturno y que en los últimos meses ha sumado un nuevo frente: la expansión de terrazas durante el día. Los residentes denuncian que este espacio público ha sido absorbido por la hostelería y reclaman la aplicación urgente de la Zona Acústicamente Saturada para frenar la saturación de la plaza.
"Problemas de ruido en la plaza de Quijano tenemos desde que el mundo es mundo", comenta Ana Aznar, vecina de la zona. Lo que ha cambiado, explican los residentes, es la intensidad: más terrazas, más ocupación, más molestias. "Redujeron terrazas y horarios, sí, pero hay cosas como el ruido que siempre afectan", señala Aznar.

Las creciente ocupación de terrazas se sitúa junto a la zona de juegos infantiles de la plaza Quijano. / PILAR CORTÉS
De la noche al día
Durante años, los vecinos centraron sus quejas en el ocio nocturno. Ahora, las protestas se pasan también al horario diurno. "El problema ya no es solo que los pubs abran hasta las tres de la mañana", afirma Joaquín Gangoso, presidente de la Asociación de Vecinos Laderas del Benacantil. "El problema es que ya no puedes disfrutar la plaza en ningún momento del día. Durante el día no se puede entrar", denuncia.
Gangoso describe cómo el número de mesas se ha multiplicado tras la pandemia -"pasaron de ocho a 32"- y cómo algunos locales se han apropiado del espacio de juegos infantiles. "Lo que dice Sanidad es que en una plaza con juegos de niños no se puede fumar, y ahí hay gente fumando en las terrazas y niños que no pueden jugar porque hay mesas cerca del parque. Todo en los mismos pubs que sirven comida por la mañana y, por la noche, ponen copas. Es una pelea constante con el ocio nocturno, pero es que ahora ni de día se puede vivir", asegura Gangoso.
Bancos con platos y parques con copas
Muchas de las cuestiones que denuncian los vecinos acerca de la situación que se vive en la plaza de Quijano pone en entredicho varios artículos de la Ordenanza Reguladora de la Ocupación Temporal de la Vía Pública, aprobada en el Pleno de noviembre de 2024 con los votos favorables del PP y Compromís. El artículo 29, por ejemplo, obliga a los titulares de terrazas a "evitar bullicio", controlar ruidos y no usar música en las terrazas. También prohíbe altercados o conductas que vayan más allá del uso razonable de una zona de veladores.
No es el único punto conflictivo. Según los residentes, se utilizan bancos públicos como soporte para cubiertos, menús o platos sucios, algo explícitamente prohibido en el artículo 31.5 de la ordenanza: "la persona titular de la autorización deberá abstenerse de la colocación de cualquier elemento o instalación susceptible de producir daños o desperfectos en el mobiliario urbano (...) estando prohibida la utilización de cualquiera de ellos a modo de sujeción o soporte del mobiliario, elementos auxiliares o instalaciones".

Uno de los locales emplea el mobiliario urbano para dejar apoyados bandejas, servilleteros y cubiertos. / PILAR CORTÉS
A ello se suma la ocupación de la zona de juegos infantiles, que, según los vecinos, ha dejado de ser funcional. Ana Aita, residente, lo explica con resignación: "Ruido tenemos continuamente, empieza los jueves y termina el domingo. Ahora hay más mesas, y claro que se nota. Afecta mucho. Pero te acostumbras, porque ¿qué vas a hacer?, vivimos aquí", apunta Aita.
Un modelo de ciudad
Más allá del ruido y la falta de espacio, hay vecinos que interpretan lo que sucede como una consecuencia de las políticas del equipo de gobierno del PP. José Baeza, vecino del Casco Antiguo, señala que se trata de un problema estructural. "Es todo una constante, lo que han hecho es privatizar el espacio público. El metro cuadrado de un local es caro, pero el de terraza es barato", destaca Baeza.
Este vecino recuerda que esta plaza llegó a tener uso escolar -"se usaba como patio del colegio San Roque"- y acusa a los responsables municipales de "despojar a la plaza de ese uso comunitario para entregárselo a la hostelería". Una proliferación de terrazas que, denuncia, también se extiende a otras zonas del Casco Antiguo como la plaza del Puente o la calle Mayor.
La esperanza de la ZAS
La única medida que aún genera cierta esperanza entre los vecinos es la declaración del Casco Antiguo como Zona Acústicamente Saturada (ZAS), que espera desde hace un mes la resolución de sus alegaciones. Tras varios vaivenes judiciales, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, abrió la mano a "suavizar" alguna de las medidas propuestas en la normativa inicial presentada por el equipo de gobierno el pasado mes de marzo.
De esta forma, y hasta que se resuelvan las alegaciones, la ZAS prevé una reducción del 50 % en las superficies de terraza, así como una limitación horaria general de 08:00 a 00:00, ampliable solo media hora los fines de semana de verano.
"Esperamos que puedan aplicarse las medidas que recoge la ZAS", incide Gangoso. "Hay días que es difícil de entender por qué no se toman medidas, pero el ruido en el Casco Antiguo es como lanzar una moneda al aire, nunca sabes cuándo va a salir cruz, si un día o seis a la semana. Es duro, pero la gente no es consciente", señala el representante vecinal.

Las terrazas toman la plaza Quijano durante el día y limitan su uso público / PILAR CORTÉS
No todos lo ven igual
Pese al creciente malestar, no todos los vecinos comparten el mismo punto de vista. Juan Enrique Esteve, que vive en la plaza de Quijano, "de toda la vida", reconoce el aumento de mesas, pero no lo percibe como un problema: "No me afecta. Yo prefiero que estén los restaurantes a que esté el botellón, que aquí estaba hace nada", destaca Esteve. Otros vecinos del Casco Antiguo, como Alfredo García, restan importancia a la situación. "Cada vez hay más terrazas, pero no me molestan. Dan ambiente", afirma García.
Aunque muchos, pese a señalar la acumulación de mesas, lo acepta con cierta resignación: "Los vecinos han colgado carteles pidiendo silencio, porque el problema es que hay muchas mesas en muy pocos metros. Pero el ruido… el ruido siempre ha estado", destaca Ana Aznar.
Una plaza sin descanso
La plaza de Quijano sigue siendo el epicentro de una batalla urbana que enfrenta el descanso de los residentes y actividad económica. Los vecinos lo tienen claro: algo tiene que cambiar. La saturación ha llegado a un punto que, para muchos, ya no es soportable. "No es una cuestión del modelo de ciudad", concluye Joaquín Gangoso. "Es que no descansar, no dormir… Es no poder vivir".
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