Los efectos de la sequía: así serán los bosques del futuro en Alicante
La muerte masiva de pinos aboca a un paisaje con menor densidad de árboles y más sotobosque, lo que hará que sean más resilientes, aunque ahora han convertido las montañas en un polvorín

Un desastre natural provocado por la sequía, pero como consecuencia del abandono del medio rural en la provincia de Alicante. Los centenares de miles de pinos que han muerto por la falta de lluvias van a provocar un cambio en la composición de los bosques afectados por este déficit hídrico.

El desastre del Montgó, en la Marina Alta, visto desde la Cova Ampla / A.P.F.
Son un millón de ejemplares muertos, según datos sin actualizar de la Conselleria de Medio Ambiente. Pero los agricultores consideran se esa cifra se queda cortísima y podrían alcanzar los 50 millones de árboles que no han superado la sequía, según sus estimaciones. Esto ha convertido los bosques en un polvorín. Y a su vez va a generar un sotobosque que hará de las sierras ecosistemas más resilientes... siempre que el fuego no aproveche antes la ingente cantidad de combustible.
Asaja estima que la falta de precipitaciones entre 2023 y 2024 ha provocado la muerte de unos 50 millones de pinos en la provincia de Alicante
Y es que la sequía, a diferencia de un incendio, no permite a los pinares regenerarse con facilidad. Y lo que está posibilitando es el crecimiento de otras especies que no podían desarrollarse bajo unos pinares con una excesiva densidad, como consecuencia de la falta de conservación y su buena adaptación al medio natural del levante español.
El presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, ha apuntado que la sequía, que tras las lluvias de finales de 2024 y 2025 parece superada, "no se ha llevado un millón de árboles, son muchísimos más. Solo en la sierra Escalona y montañas del entorno han muerto más de un millón de pinos".

El Montgó, este viernes / INFORMACIÓN
Así, afirma que "si a eso sumas Guardamar, Santa Pola y la Marina Alta y Baixa, la cifra debe superar los 50 millones de pinos muertos por la sequía". Y es que en paisaje en muchos puntos de la provincia es apocalíptico, con pinares grises por la enorme mortandad sufrida.

Así se encuentra la pinada en la zona de El Moncayo en Guardamar tras la tala de cientos de pinos / Áxel Álvarez
3.000 pinos por hectárea
Los agricultores tienen clara cuál es el origen de este desastre: "La causa de esta catástrofe está en el abandono del medio natural. Había demasiados pinos, demasiada densidad de árboles por hectáreas, con más de 1.000 ejemplares por hectárea, y hasta 2.000 y 3.000 árboles jóvenes por hectárea, como consecuencia su buena adaptación. Con esa densidad de árboles, en una situación de sequía la vulnerabilidad del ecosistema es terrible. Se mueren todos de sed".
"Había demasiada densidad de pinos por hectáreas, lo que hace que en una situación de sequía la vulnerabilidad del ecosistema es terrible. Se mueren todos de sed"
Andreu lamenta que "se tenían que haber hecho entresacas de aclareo y dejar entre 500 y 800 pinos por hectárea, para dejar que el sotobosque creciera también, para que hubiese mayor biodiversidad en el medio natural. No solo pinos. De hecho ahora en la sierra de Escalona, tras las lluvias están brotando los lentiscos, los enebros, las jaras, las coscojas... que no podían crecer bajo los pinos".
Complejidad
En cuanto a qué se puede hacer y las labores que ha realizado la Generalitat de tala de pinos muertos, 22.500 ejemplares hasta el pasado mes de febrero según los últimos datos disponibles, ha señalado que "es muy difícil gestionar esta situación, prácticamente imposible, más allá de pequeñas actuaciones en puntos muy localizados, como áreas colindantes con espacios urbanos, carreteras, o veredas, para evitar riegos en caso de incendio".

El presidente de Asaja frente a un montón de restos de pinos en sierra Escalona, este viernes / Matías Segarra
Eso sí, ha señalado que "la leña del pino se degrada muy rápido, y se incorpora al suelo como materia orgánica. Probablemente lo que ha ocurrido sea parte del proceso natural de regulación del bosque. Muere el exceso de árboles. Quedarán los que tienen que quedar, crecerán nuevas especies, y se volverá a reequilibrar el ecosistema".
Los expertos coinciden en que la sequía sufrida entre 2023 y 2024, junto con el cambio climático, puede alumbrar cambios relevantes en los bosques, y que la densidad de los pinares ha supuesto un problema ante este episodio tan grave de déficit hídrico.

Plantas rebrotadoras ya están abriéndose camino en el Montgó entre pinos secos / INFORMACIÓN
Así, Lluna Morcillo, del departamento de Investigación Forestal en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) y doctora de la UA, ha apuntado que "dependiendo de las especies afectadas y el nivel de impacto sobre las mismas de la sequía, podría haber cambios importantes en la composición de especies, sin ser esto necesariamente negativo", al ganar en resiliencia los bosques.
"Este cambio de presencia de especies de pinos en menores densidades por especies rebrotadoras generaría poco a poco bosques más resilientes"
Por el contrario, el impacto de la sequía sobre especies que tengan la capacidad de rebrotar desde tallos o raíces, como la carrasca, coscoja, lentisco o enebros, no es irreversible y recuperarán sin problemas en condiciones adecuadas de disponibilidad hídrica, alcanzando en pocos años un aspecto similar al previo a la sequía.
Así, considera que "este cambio de presencia de especies de pinos en menores densidades por especies rebrotadoras generaría poco a poco bosques más resilientes a futuras perturbaciones como el fuego o la sequía".
Cambio climático
La investigadora ha añadido que "estos episodios son la evidencia de que la heterogeneidad de condiciones climáticas ligadas al efecto del cambio climático están comprometiendo y comprometerán aquellos pinares, en muchas ocasiones resultado de reforestaciones en altas densidades, tal y como los conocemos hasta ahora, los cuales podrían no ser sostenibles a largo plazo en aquellas condiciones de alta competencia o laderas con altas pendientes, con poco suelo y muy expuestas al sol, donde la disponibilidad hídrica sea todavía menor".
Y ha concluido que "además, los agentes bióticos como procesionaria o escarabajos perforadores actuarían como oportunistas, contribuyendo al control de densidades de pinar muy altas, insostenibles a largo plazo en estas áreas de condiciones más limitantes, convirtiéndose de algún modo en servicios ecosistémicos reguladores del propio ecosistema".

Pinos secos en sierra Escalona / Matías Segarra
Ecologistas
Desde Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA) también han apuntado que las repoblaciones realizadas durante la Dictadura de pinos han tenido un efecto en la provincia que perdura, ya que advierten que no son autóctonos. Así, han advertido que "hay que tener en cuenta que esas repoblaciones tuvieron un impacto ambiental bastante alto porque en la mayoría de los casos conllevó la destrucción de la cubierta vegetal original de especies, como podría ser el lentisco, el palmito...".
Así, ha lamentado que "se destruyó la vegetación autóctona para poner especies arbóreas de crecimiento rápido que en otras latitudes pudo funcionar mejor. Aquí lo que hemos visto que la mayor parte de los pinos que se pusieron se han mantenido como si fueran pequeños bonsáis, que tienen cerca de muchos de ellos 70 o 80 años y no levantan más de dos o tres metros de de altura.
En cambio desde Asaja no comparten la crítica a las repoblaciones durante la Dictadura, ya que han explicado que "el pino carrasco, 'pinus halepensis', es originario de la cuenca mediterránea, en concreto de Siria, de la ciudad de Alepo, ampliamente extendido por todo el Mediterráneo, siendo el este de la península Ibérica el área de mayor extensión de esta especie. Lo de la repoblación franquista es una anécdota de este árbol, ya que su gran proliferación se debe a su buena adaptación a nuestros ecosistemas. La repoblación no supone más del 0,1 % de la superficie ocupada por este árbol".
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