El Puente Rojo, un símbolo con futuro incierto tras 35 años de presencia
Esta semana se cumplen tres décadas y media de la inauguración del Puente del V Centenario, conocido popularmente como el Puente Rojo y que ejerce, desde entonces, un fuerte protagonismo en Alicante debido a su magnitud y a su vistosidad. Pese a ello, su posteridad está en el aire, a la espera de que se aclare el diseño definitivo del Parque Central, que se hace esperar

Pintadas y deterioro en el Puente Rojo de Alicante / Héctor Fuentes
El optimismo que los políticos suelen transmitir cuando hacen vaticinios sobre sus propios proyectos acostumbra a ser desmentido por el paso del tiempo. Aunque a veces se dan excepciones.
Corrían los primeros días de junio de 1990 y Eugenio Burriel, conseller de Urbanismo durante la etapa presidencial de Joan Lerma, se atrevió a transmitir la intención de que el Puente Rojo «sea un emblema urbano, algo por lo que se identifique a Alicante, como el puerto o la Explanada».
En una ciudad turística tal comparación era pretenciosa. Pero el Puente Rojo, que se inauguró el 5 de junio de ahora hace 35 años, ha adquirido un peso simbólico indiscutible en la Alicante apartada del litoral inmediato. La que acumula vecinos en los barrios que hacen crecer la ciudad y que se ven excluidos de las postales y de las guías turísticas.

El Puente Rojo visto desde San Blas poco antes de finalizar sus obras en 1990. / Rafa Arjones
Burriel visitó aquel día Alicante junto al presidente Joan Lerma, que lideraba la comitiva con el alcalde José Luis Lassaletta (todos del PSOE) y en la que participó casi la totalidad de la corporación municipal. Unos mil vecinos, según la hemeroteca, acudieron a la inauguración de un puente que se bautizó como el del V Centenario por coincidir con los 500 años de la obtención del título de ciudad por parte de Alicante. Esta denominación, en cambio, no figura en el monolito descubierto aquel día, que hacía referencia a la inauguración del «primer tramo de la Gran Vía». Y de hecho nunca acabó de cuajar entre la ciudadanía, dada la facilidad de reconocer el puente por un color llamativo que hoy, quizá, resultaría estridente.

Rafa Arjones / Pilar Cortés
Así lo entiende Alfredo Campello, miembro de la entidad cultural Alicante Vivo, que identifica el color con «el estilo chillón de la época». «Hoy, posiblemente, lo habrían pintado de gris», afirma. Campello, que ha publicado diversos artículos sobre la infraestructura, destaca «los pasillos laterales circulares, las aceras peatonales laterales con arcos» y aprueba, también, la función cumplida por el puente, construido para retirar un incómodo paso a nivel (hecho que se produjo años más tarde) en la calle Manuel Ausó y Monzó, entre Princesa Mercedes y Santo Domingo, que interrumpía el flujo de vehículos y que sirvió para dar continuidad a la Gran Vía.
Futuro sin olvidar el pasado
El proyecto del Parque Central, que las administraciones implicadas, con el Ayuntamiento y el Gobierno al frente, se han comprometido a impulsar a partir de 2027 tras dos décadas de retrasos, pone en cuestión el futuro de la infraestructura. La zona verde que se pretende construir, junto a la remodelación de la estación ferroviaria para convertirla en intermodal, abre un debate en el cual los vecinos se pronunciaron a través de una encuesta promovida por el Ayuntamiento. En ella defendieron la vigencia del Puente Rojo, dado su simbolismo y teniendo en cuenta, también, la importante inversión que requeriría su desmantelamiento.
Alfredo Campello es de los que apuesta por mantener la estructura. «Debe seguir formando parte del paisaje con algún tipo de reforma, con tráfico o sin él. En Nueva York vemos que muchos antiguos puentes los convierten en jardines o en paseos elevados», aporta.
Posiblemente, hoy el Puente Rojo lo habrían diseñado pintándolo de color gris
Desde el ámbito profesional, tanto el Colegio de Arquitectos como el de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas (Citop) defienden, también, su vigencia. En el primer caso, fuentes de la entidad señalan que, aunque el puente deje de cumplir con su función viaria (si se da el caso), «muchas generaciones han crecido con él, lo han incorporado al imaginario y se puede seguir aprovechando». En este sentido, y sin descartar que siga siendo zona de paso para vehículos (en caso de dejar de serlo éstos tendrían que atravesar la superficie del Parque Central o disponer de un paso subterráneo), desde el Colegio de Arquitectos creen que el Puente Rojo, en el futuro, «puede tener muchos usos y se puede abrir a ideas ciudadanas promoviendo la participación». Un mirador, una biblioteca o un refugio climático son algunas de las opciones aportadas.

La parte inferior al Puente Rojo, con pintadas y desperfectos en la infraestructura. / Héctor Fuentes
Eduardo Vílchez, decano de Citop, también quiere que persista la infraestructura. «En el futuro bulevar que irá de la estación al Puente Rojo se debe mantener una continuidad y evitar una barrera que imposibilite el desarrollo de la zona verde. Hay una parte patrimonial, otra de ingeniaría y otra de funcionalidad, y el puente no ha perdido su función: puede mantener el tráfico para no tener que trasladarlo», afirma sin olvidarse, también, de la identidad que el puente ha dado a Alicante. «Tenemos la oportunidad de mantener un símbolo que nos identifica. Uno de esos símbolos que no siempre mantenemos».
Tenemos la oportunidad de mantener un símbolo que nos identifica
Hace dos años, la Conselleria de Infraestructuras de la Generalitat, ya con Carlos Mazón como presidente, incorporó al proyecto de Presupuestos una partida de 110.000 euros para un «estudio informativo de cierre de la Gran Vía de Alicante en el tramo de la avenida del Doctor Jiménez Díaz», que ponía en duda la continuidad del Puente Rojo y del que no se ha vuelto a saber nada. Desde el departamento citado no han respondido a las preguntas de INFORMACIÓN y desde la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Alicante indican, sobre el futuro de la infraestructura urbana, que «el debate sigue abierto» y que «están estudiando vías para mantenerla», dado el respaldo vecinal, aunque la función que tendrá el puente en caso de ser mantenido «está por definir».
En Avant, sociedad integrada por el Ayuntamiento de Alicante, la Generalitat Valenciana y Adif e implicada en el diseño del Parque Central, admiten que «todavía no hay una decisión tomada», pero estudian la «compatibilidad del puente con el futuro del parque y con las necesidades de las diferentes infraestructuras de transporte a ubicar en el ámbito de la estación».
Entre los vecinos de la zona hay diferentes pareceres. Rosario Buyolo, presidenta de la Asociación de Vecinos PAU 1, afirma que «el puente es parte de la vida de nuestro barrio y debería continuar siendo una referencia», pero se queja de la falta de mantenimiento y exige que, en caso de que la infraestructura sobreviva, la administración se comprometa a cuidarlo.
El puente es parte de la vida de nuestro barrio, pero necesita mantenimiento de la administración
Voces y quejas vecinales
Estas quejas proceden de situaciones como el goteo de asfalto tras derretirse, de la caída de las juntas de dilatación y del ruido derivado del paso de los vehículos, especialmente molesto por la noche, además de las farolas apagadas. «Nos hemos dirigido a los responsables políticos y nos ignoran. Es indignante», protesta.
El Puente Rojo se ha convertido en un icono de la ciudad y hay que adaptarlo al Parque Central
Lola Ten, presidenta de la asociación vecinal La Voz de la Florida, pide que el Puente Rojo «se quede», porque «es un icono de la ciudad», aunque matiza que «hay que adaptarlo al Parque Central» convirtiéndolo «en mirador o en calzada» ya que, «después de tantos años, se ha convertido en un símbolo».

El Puente Rojo con la estación de Renfe al fondo. / Rafa Arjones
Más dudas mostró en su momento Isabel Molina, de la Asociación de Vecinos de Princesa Mercedes. «Este debate aparece y desaparece y hay opiniones de todo tipo. La mía era que lo debían de quitar porque es una incomodidad debido al ruido, pero tenemos pendiente la convocatoria de un concurso de ideas que no sabemos cuando se celebrará», explica.
Aún no sabemos cuándo se celebrará el concurso de ideas sobre el puente
Por último, Encarni López, de la Asociación de Vecinos El Magro de San Blas, pide que el puente «se mantenga porque queda bonito y se ha convertido en una figura propia, en una pieza decorativa».
El puente queda bonito y ya es una figura propia, una pieza decorativa de Alicante
Ahora, 35 años después, el Puente Rojo ha cumplido dos funciones: la urbanística y la identitaria. Esta última, prescindible en otros lugares, no lo es tanto en Alicante, una ciudad en la que los vecinos echan en falta símbolos compartidos.
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