HISTORIA ALICANTE
El día que la horchata salvó vidas en Alicante: la historia jamás contada de la epidemia de cólera de 1854
Lo que parecía un simple refresco se convirtió en un remedio improvisado en una de las mayores crisis de la historia alicantina

El insólito papel de la horchata durante la epidemia de cólera en Alicante de 1854. / INFORMACIÓN
Alicante es una ciudad con un pasado tan luminoso como oscuro. Entre sus páginas más dramáticas está la epidemia de cólera que azotó la ciudad en 1854, un brote que se llevó por delante miles de vidas y dejó escenas de auténtico pánico. Pero de aquella tragedia también surgió una historia insólita y casi olvidada: la del gobernador civil Trinitario María González de Quijano y una medida inesperada que sorprendió a todos. Su remedio fue tan simple como eficaz: la horchata de arroz.
Cuando el cólera llegó a Alicante: una ciudad al borde del colapso
Era agosto de 1854, un caluroso verano en el que Alicante vio cómo el terror se apoderaba de sus calles. El cólera morbo, una enfermedad devastadora, se había propagado desde Asia hasta Europa, y Alicante no fue la excepción. En cuestión de días, el brote golpeó con fuerza y en apenas un mes y medio más de 2.000 personas fallecieron en una ciudad que apenas contaba con 30.000 habitantes.
La enfermedad, que se transmitía a través de alimentos y agua contaminada, avanzaba rápidamente, causando vómitos, diarreas y la muerte en cuestión de horas. El caos era tal que muchos alicantinos, presas del miedo, huyeron hacia los pueblos cercanos, pensando que escaparían de la tragedia. Sin embargo, esto solo contribuyó a que la epidemia se expandiera por toda la provincia, dejando un rastro de muerte y desolación.

Grabado de Trino González de Quijano. / Archivo Municipal de Alicante
Quijano, el héroe que puso a la horchata en el frente de batalla
En medio de este desastre, surgió una figura que cambiaría el destino de la ciudad: Don Trino María González de Quijano, nombrado gobernador civil de Alicante el 16 de agosto de 1854, justo cuando el cólera comenzaba a hacer estragos. Quijano no era un hombre común. Decidido a hacer todo lo posible por salvar a los ciudadanos, se lanzó al frente de la batalla contra la enfermedad, adoptando medidas que no solo fueron valientes, sino también sorprendentemente innovadoras.

Postal del Panteón de Quijano con el monumento erigido al hombre que salvó la ciudad de Alicante de la epidemia de cólera. / Archivo Municipal de Alicante
Entre todas las decisiones que tomó, hubo una que destacó por su originalidad y efectividad: la producción masiva de horchata de arroz. En aquel entonces, la horchata no solo era una bebida refrescante; también se consideraba una fuente de nutrientes que ayudaba a calmar los efectos de la deshidratación provocada por el cólera. Quijano ordenó que se fabricara día y noche y se distribuyera entre los enfermos, confiando en que esta bebida ayudaría a reponer los líquidos que sus cuerpos perdían rápidamente. Así, la horchata de arroz pasó de ser un simple refresco a convertirse en un aliado inesperado en la lucha contra una de las peores epidemias que ha conocido la historia de Alicante.

Bando del 24 de agosto de 1854 con algunas de las medidas de Quijano para luchar contra el cólera en Alicante. / Archivo Municipal de Alicante
Las medidas de Quijano para luchar contra el cólera en Alicante
Pero la horchata no fue lo único que Quijano hizo para combatir el cólera. Su gestión fue un ejemplo de liderazgo en tiempos de crisis. Apenas días después de su nombramiento, publicó un edicto que obligaba a todas las tiendas de alimentación a mantenerse abiertas para garantizar que la gente tuviera acceso a alimentos, prohibiendo además que los comerciantes inflaran los precios. Las sanciones por no cumplir eran severas, lo que ayudó a frenar el pánico y asegurar el suministro.
Quijano también escribió al obispo de la diócesis, pidiéndole que ordenara el regreso de los sacerdotes que habían huido de la ciudad. Consideraba que su presencia era vital para ofrecer consuelo a los enfermos y fortalecer el ánimo de una población devastada.
En su afán por proteger a los más vulnerables, el gobernador donaba dinero de su propio bolsillo para que las familias más pobres pudieran comprar alimentos. También estableció guardias médicas en los bajos del ayuntamiento de Alicante, asegurando que hubiera médicos disponibles durante la noche para atender a los enfermos. Y mientras todo esto sucedía, Quijano no se limitaba a dar órdenes desde la distancia: visitaba personalmente a los enfermos, ofreciendo apoyo en los momentos más críticos.

Boletín de la provincia de Alicante sobre la muerte del gobernador civil Trino González de Quijano el 15 de septiembre de 1854 / Archivo Municipal de Alicante
El sacrificio de Quijano: una lección de valentía
La dedicación de Quijano fue tal que, cuando la epidemia finalmente comenzó a remitir, él mismo contrajo la enfermedad. A pesar de todos sus esfuerzos, no pudo salvarse. El 14 de septiembre de 1854, enfermó gravemente, y al día siguiente, falleció. Su muerte fue un golpe duro para la ciudad, que lo había visto como un salvador en sus momentos más oscuros. Pero su legado no fue olvidado: en su honor, Alicante erigió el Panteón de Quijano, un monumento que aún hoy recuerda su valentía y sacrificio.
La historia de Quijano y su uso de la horchata de arroz durante la epidemia de cólera es un testimonio de cómo, en tiempos de crisis, las soluciones más simples y accesibles pueden marcar una diferencia. La horchata, hoy asociada con momentos de disfrute bajo el sol, fue una herramienta vital en la lucha contra una de las peores epidemias de la historia de Alicante.
Y así, entre los muros de una ciudad asolada por la muerte, la horchata de arroz se convirtió en el elixir que devolvió la esperanza, un símbolo silencioso de que, incluso en los días más oscuros, las soluciones más simples pueden obrar milagros. En cada sorbo de esa bebida fresca se esconde la memoria de un gobernador que, con sacrificio y amor por su pueblo, hizo lo imposible para que la vida prevaleciera.
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