Las maneras por las cuales Alicante se ha ido poblando de monumentos escultóricos marcan los diferentes momentos de nuestra historia más reciente, los cambios políticos y sociales, las maneras de vivir la cultura, como una respuesta al conocimiento de su tiempo o como un instrumento político y de banalización. En una mirada a los espacios más emblemáticos de la ciudad podemos destacar una primera época en la que la escultura toma las riendas de los procesos artísticos y urbanísticos que nos conducirán a la modernidad del s. XX. Las esculturas, como el Monumento a MaisonnaveLa Aguadora de la plaza de Gabriel Miró, fueron encargos directos, realizados por una comisión ciudadana o por el municipio al escultor Vicente Bañuls, que dentro de la estética decimonónica impulsaba una concreción más libre y personal de la escultura, granjeándose el respeto de artistas como Benlliure. Más tarde, a partir de la propuesta pública de intervención urbana, se propició la idea del concurso, en cuyo jurado iban a estar representados todos los sectores sociales, con arquitectos, artistas, intelectuales, directores de periódicos, médicosÉ. La publicación de los proyectos presentados y la elección por el de Daniel Bañuls, hoy conocido como La fuente de los Luceros, abrió un debate público reflejado en todos los medios de la época.

Esta tradición de adquisiciones se rompe con la guerra civil hasta prácticamente los primeros años de la transición, con Ambrosio Luciañez, cuando se vuelve a contar con los artistas de Alicante que estaban trabajando en ese momento, Carrillo, Sempere, Gutiérrez, Lastres. Una acción inteligente para intentar actualizar el parque de esculturas y plasmar los nuevos rumbos de la creación artística. Al tiempo que se contacta y encarga proyectos a artistas de gran repercusión nacional e internacional como Santonja, Baltasar Lobo, Pablo Serrano. Un reclamo para el interés de la cultura internacional, así como una valoración de nuestros artistas en competición con estos nombres. Algunos de los encargos se llevaron a cabo, como el Monumento ascendente de Adrián Carrillo, en el parque de San Blas, La Paloma de Eduardo Lastres, hoy en la plaza de Pío XII, Como una estrella de Sempere; otros no se llegaron a realizar por falta de presupuesto como la propuesta de Gutiérrez, la de Pablo Serrano, o la de Baltasar Lobo. En el 84, la Generalitat abre un concurso para los artistas de la Comunidad Valenciana, para exaltar los valores democráticos, en el que es elegido el Monumento a la libertad de expresión, escultura de Anzo, ubicada en una primera etapa en la avenida de la Estación para ser trasladada, con una fuerte polémica, en 1999, a la Gran Vía.

A partir de 1986, el Ayuntamiento, por encargo directo a Arcadio Blasco, patrocina El pueblo de Alicante a la Constitución, conjunto escultórico ubicado en la Rambla. En el 1989 se abre un concurso, con motivo del V Centenario de la Santa Faz, que se declara desierto y se adjudica a Arcadio Blasco. Luego vinieron los homenajes a Miguel Hernández, encargos directos de asociaciones de vecinos, o de la Asociación de estudios Miguel Hernández. Aunque estos encargos ocupan un espacio cultural que todos compartimos, en este artículo me centraré en las instituciones públicas y en sus diferentes proyectos de gestión del espacio urbano y del patrimonio artístico. Desde entonces no se vuelve a comprar ni a encargar ninguna escultura hasta la intervención de Pedro Romero, a partir de 1998.

Eduardo Lastres propone al concejal de cultura un proyecto que suponía la compra selectiva de esculturas a artistas españoles e internacionales, siguiendo unos criterios artísticos, históricos y de adecuación al espacio urbano. A partir de los contactos de este escultor alicantino en Madrid, con las grandes fundiciones, como Magisa, y la mayoría de los artistas, el trato era directo ahorrándose los costes de los intermediarios, galeristas, etc. Esta idea y, sobre todo, los contactos son tomados por el concejal, obviando los criterios artísticos y de adecuación al entorno y el consenso de los especialistas. El resultado es una serie de compras arbitrarias sin ningún proyecto de ubicación ni estudio preliminar. El Torso Agamenón II de García Muela, Hombre/mujer de Juan Bordes, Jaime II de Bellver, Caballo de Seguiri, Cilindro de Hernández Mompó. Por otra parte, la Fundación CAPA crea un concurso de escultura, con una única edición que ganará la pieza de Óscar Alvariño, Eo, ubicada en la rotonda de acceso a Panoramis. Con la construcción de la Gran Vía, se presentan varias propuestas para la ocupación de este inmenso espacio. Después de varios años, el proyecto de Eduardo Lastres, La Puerta del aire, tiene el visto bueno de los arquitectos y técnicos municipales y se instala en la glorieta Alcalde Agatángelo Soler.

Pero estas ocasiones en las que se abren concursos o se parte del consenso de los técnicos son la excepción que no oculta la absoluta arbitrariedad seguida por los políticos, que a estas alturas no han establecido una dinámica coherente de adquisiciones, basada en un proyecto que tenga en cuanta criterios urbanísticos, artísticos e históricos. En la actualidad sufrimos las consecuencias de la donación, lo que parece que abre las puertas a admitir cualquier cosa, siempre que no suponga ningún coste.

Así la ciudad se ha ido poblando de mamotretos, algunos muy caros, que no se identifican ni con el conocimiento de los movimientos artísticos ni con la historia de esta ciudad. Entre otros, la imposición del Ministerio de Defensa del Monumento al soldado de reemplazo, en la ExplanadaÉ. Y ahora, una obra de Ripollés, regalo de la CAM al Ayuntamiento, también sin ningún tipo de debate o juicio o reflexión de expertos de la ciudad.. Un gesto tan importante como este por todo lo que implica de identidad cultural, de imagen al exterior, en uno de los lugares más visitados de la ciudad, no se le da a un artista de la provincia o a una autoridad de reconocido prestigio, que nos sitúe en la esfera internacional. Luego vendrá la escultura de Víctor Ferrando, otra donación, por supuesto, sin ningún tipo de reflexión con los técnicos, que no creo que pasara el filtro. Por último, la Diputación también nos amenaza con una pieza de Ibarrola. Parece que va a situarse en los jardines de Diputación, en un espacio donde no hay ningún escultor alicantino.