Bajo ese título Manuel Lorente Junquera publicó, en el año 1948, en el número 81 de la Revista Nacional de Arquitectura, una breve semblanza del arquitecto Ignacio Haan Revollo, que falleció en Madrid el día 5 de noviembre de 1810. Había nacido en Alicante entre los años 1756 y 1758. Ignoro las circunstancias que trajeron a estas tierras su apellido foráneo. Aunque su expediente extraviado impide conocer más detalles, ingresó en la Academia de San Fernando en octubre de 1768 para cursar arquitectura, a la edad de 12 años, según consta en el Registro de Matrícula. Obtuvo su titulación a la edad de veinte años. Durante más de un lustro realizó el pensionado en Roma, frecuentando el Palacio Manzini sede de la Academia de Francia, convivió con el presbítero José Ortiz y Sáez, y arquitectos de diferentes lugares de Europa, entre otros el inglés John Soane. A su regreso a España en el año 1786 se asentó en la Corte. Allí obtuvo la protección del Cardenal D. Antonio de Lorenzana, primado de Toledo, pese a las ideas liberales del primero y la condición de inquisidor del segundo.

Bajo el mecenazgo de Lorenzana llegó a realizar numerosas obras en diferentes parroquias del extenso arzobispado toledano. Fueron obras nuevas o reformas. La nómina resulta extensa: actuaciones en las iglesias de Navalcarnero, la portada en la de Vallecas o Miraflores de la Sierra, en la actual provincia de Madrid, y en las toledanas de Esquivias, Ocaña, Seseña, Yuncos etc.

Sin duda, sus actuaciones más notables las llevó a cabo en la ciudad de Toledo por encargo del cardenal. Se trata de la Universidad y del Hospital de Dementes, de locos, como escribió el mismo arquitecto. Dos temas caros para la Ilustración, la ciencia, esto es, la Razón y la sin-Razón, la enajenación. La tipología hospitalaria tiene antecedentes en la ciudad con los hospitales renacentistas, cuya solución de cuatro patios fue evocada por Haan en su obra asistencial del Nuncio Nuevo (1790-1793). Situando la magnifica escalinata en el lugar que articula los ejes y la capilla en el cruce de las naves interiores, disposición a modo de panóptico, otra estructura funcional de referencia en la época. Un edificio de acentuado funcionalismo con las fachadas resueltas con enorme rigor en el ejercicio de la geometría.

Bien es cierto que su obra cumbre la constituye la Universidad, que fue proyectada en el año 1792, e inaugurada siete más tarde. Se trata de un edificio exento, situado entre las calles estrechas y con fuertes pendientes de Toledo. Un potente basamento destinado a los servicios eleva el cuerpo de las estancias nobles. En su interior Haan dispuso un patio claustral con el peristilo formado por columnas de orden jónico, sin pedestales, sobre las que apoya un potente entablamento. Tratándolo como auténtica ágora para la difusión del saber. En opinión de Lorente "este patio es tal vez de los más esplendidos construidos en el periodo neoclásico en España". Sin que debamos olvidar la sabia solución de la entrada, resuelta mediante la sucesión de pantallas formadas por columnas, que dan por resultado una intensa sensación de movimiento y de paralaje.

El tratamiento de este lenguaje y la solución de las fachadas, al igual que en el Hospital de Dementes, con los paños lisos de ladrillo cerámico y los elemento estructurales realizados en piedra, logró con éxito su aproximación al racionalismo de Villanueva.

En la misma catedral de Toledo, magnifica obra del gótico, en la que se sucedieron en el tiempo ampliaciones y reformas en las cuales no se dejó de reinterpretar formas góticas, Haan llevó a cabo dos intervenciones: en la sacristía, el retablo principal y dos menores laterales, que desarrolló iniciado el nuevo siglo; de 1800 es la Puerta Llana, de orden jónico, es de pequeño tamaño comparada con la monumentalidad de la iglesia. Obra sincera, sincrónica, esto es ajustada en su lenguaje a la contemporaneidad e innovador con el conjunto.