Unos leopardos penetran en el templo y beben de las copas sagradas hasta vaciarlas del todo. Este hecho se repite una y otra vez. Finalmente se hace previsible y se convierte en parte de la ceremonia.

(Franz Kafka)

Este de Europa, 1916. Unos jóvenes están seducidos por los aires del comunismo, y uno de ellos recibe una misión de manos del mismísimo Trotsky. El joven cae enfermo, y el cumplimiento de la misión recae en Ratoncillo, otro de los muchachos embriagados por la nueva ola que recorría el viejo continente.

Lo que sigue a continuación es el delirante relato de Ratoncillo para poder cumplirla: no sabe a quién tiene que dirigirse, no sabe cuál es el cometido de la misión, y en algunos pasajes duda de saber quién es él mismo. Se trata de una de las últimas novelas cortas que el escritor brasileño Moacyr Scliar nos dejó antes de morir en el año 2011. En castellano, apenas hemos disfrutado de siete de sus textos, que comprenden novela, literatura infantil y juvenil, ensayos y libros de crónicas, además de ser uno de los maestros del relato hispanoamericano, reconocido con el premio Casa de las Américas en 1989.

Aunque el humor frío es la nota predominante en el texto, en su breve espacio cabe una historia de espionaje, un retrato social de la Europa del Este en los estertores de la Primera Guerra Mundial, una historia policiaca literaria y todo auspiciado por uno de los numerosos textos breves que escribió Franz Kafka. El autor refleja el ambiente de ingenuidad que había en los grupos marxistas de la época, y nos narra, sin una pizca de humor, las implicaciones que este texto tuvo durante la dictadura militar brasileña.

Sabiendo que su enlace es un escritor judío, y después de hacer pesquisas por toda la ciudad, Ratoncillo deduce que éste no puede ser otro más que Kafka, pese a que en apariencia se tratase de un simple oficinista, y consigue que el escritor checo le haga llegar el texto que da título a la novela, haciendo aún más grande el embrollo en que se ve metido, acuciado por un rabino empeñado en que vuelva a casa, y por la sombra del Gólem en la sinagoga Altneuschule.

Pese a su brevedad, Los leopardos de Kafka tiene numerosos niveles de lectura: Moacyr Scliar domina la técnica de emplear el humor y la ironía para retratar lo peor del hombre, lo trascendente, y apuntar unos trazos existencialistas donde queda abierta una fina rendija a la esperanza. El continente de la historia principal, la narración desde el final de la vida de Ratoncito, emigrado a Brasil, es la verdadera excusa que sirve para contarnos lo que de verdad interesa al autor: la brutalidad y la arbitrariedad en una dictadura. En lugar de ofrecernos un relato melodramático, diseñado para tocar la fibra sensible como suele ocurrir en tantas otras ocasiones, el mecanismo del humor se revela, una vez más, como la mejor forma de enfrentarse al horror.

Se trata de un nuevo acierto de la joven editorial Rayo Verde, que tras Idilio con perro ahogándose, nos sigue ofreciendo literatura de formato reducido y la más alta calidad, que se ha visto recompensada recientemente con el Premio Llibreter 2012.