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Nacido para la música

Tras la expectación que suscitó su debut a los 16 años, el músico oriolano Otto publica en noviembre su primer disco, un compendio de pop tan potente como delicado que nos hace creer que no todo está perdido

Debutó en 2016 con Red Line, una demo en acústico de siete canciones en inglés, de sonido crudo, grabadas en una misma tarde. Editó 400 copias en cd que volaron en semanas, en cuanto se corrió la voz de que un chico de 16 años de aquí al lado, de Orihuela, estaba destilando las esencias del pop en canciones sencillas, frescas, sugerentes. De la noche a la mañana captó la atención de aficionados y promotores. ¿Un mirlo blanco en la escena pop rock alicantina?

En 2017 los buenos presagios se confirmaron. Otto da un nuevo paso. Otra demo, Whatever, también en acústico, pero ahora ocho temas, dos de ellos en castellano, esta vez con un sonido más depurado y trabajado. Emprende una pequeña gira y mete cabeza en festivales: Fiesta Presentación B-Side, Eventos de Warm Up, M-Festival (con Guadalupe Plata) o Festival de la Reconquista (con Niños Mutantes). Y echa el freno, pero no baja el ritmo creativo. Sigue componiendo y se replantea su proyecto con la vista puesta en 2020. Las maquetas en acústico ya son historia, quiere un esquema más definido, con banda. Se alía con Juan Carlos y Jaume (ahora en Hermano Fuego) pero la idea no cuaja. Se acerca el fin de la década y Otto planifica el que espera sea su gran año: encuentra los músicos adecuados y los medios económicos para meterse en los Delta Estudios de Bigastro y en 2019 graba las cinco canciones de Otto, su primer disco homónimo. En febrero lanza un aperitivo, T.Rex, un homenaje a la banda de Marc Bolan: guitarras agresivas que se abren al pop y al indie. Es el pistoletazo de salida de un año prometedor... hasta que llega marzo.

La pandemia arrasa su calendario, le obliga a suprimir las presentaciones en directo y a rehacer toda la planificación. Pese a las adversidades, el oriolano, ya con 21 años, decide ir adelantando más canciones del ep, según vea el momento. Al finalizar el confinamiento ve la oportunidad de Limits, el segundo single que cuelga en las plataformas musicales . Cambios de ritmo, partes rápidas, secciones bailables. Limits mantiene ese sonido épico y potente que el cantante ha perseguido en la producción del disco y deja entrever algunas de las influencias, con recuerdos a bandas como Arcade Fire o Kings of Leon.

En agosto nos regala Trends, cuya letra habla de las modas, las tendencias y de alguien que intenta encontrar su hueco y estilo en un mundo donde todo avanza muy rápido. La portada es obra del ilustrador Tete Navarro en la que un humo de fondo de distintos colores simboliza las modas. El mensaje es claro: Otto no es una moda más y ha venido para quedarse.

La semana pasada lanzó Shangri-la, una de sus composiciones más ambiciosas, que llevaba guardada casi un par de años, y posiblemente una de sus mejores canciones. Las influencias de este tema van desde los primeros Coldplay u Oasis, hasta el Bon Iver más sensible.

La quinta pieza, High and Low, sobre parar el tiempo y vivir el momento, llegará la próxima semana con el ep OTTO al completo, un sueño cumplido, el de un chaval que creció rodeado de música -su padre, José Ballester «El Pana», es el propietario de La Gramola, una de las salas decanas de música en vivo de la provincia-, que con 7 años entró a estudiar guitarra en el Conservatorio, que ya se atreve con el piano, el bajo y la batería y que compagina su pasión por la música con los estudios de Periodismo en Murcia. «Es una carrera que me interesa, pero yo quiero ser músico, ¿periodista musical?, bueno, si surge no voy a decir que no, yo creo que he nacido para ser músico y para componer», afirma cuando se le pide que elija.

OTTO es otra etapa ganada de una carrera repleta de metas volantes superadas con éxito, de un joven que nutre su imaginario de discos, de biografías de músicos -Bowie por Bowie está sobre su mesilla -, de prensa musical, que se guía por sus instintos y rechaza definirse: «Es estúpido encasillarse musicalmente porque es limitarte».

En OTTO cohabitan elementos del rock clásico con el pop más contemporáneo, instrumentaciones potentes y épicas, melodías delicadas y una voz muy melódica, característica y reconocible al instante. Cada canción es independiente de la otra pero todas encuentran un factor común, la reconocible voz de Otto.

«Me muevo por intereses, por músicas que me gustan en ese momento y voy creando como lo siento. Me interesa saber nuevas maneras de producir, incluir elementos nuevos. Creo que la tecnología va ligada con la evolución musical, no me niego a hacer cosas nuevas. Lo importante de un artista es crear y no imponerse límites», explica. «Lo que tiene que hacer un compositor es nutrirse de historias y experiencias para poder escribir. Ahora, con todo parado es el mejor momento». Otto, al que nombraron como el protagonista de Los amantes del círculo polar de Julio Medem, admite el influjo del pop británico de las últimas décadas, desde Joy Division, The Smits, The Stone Roses u Oasis, hasta Kasabian o Artic Monkeys. Cuando escribe, lo primero es la música: «Saco la melodía y la canción me transmite lo que tengo que escribir. T.Rex sabía que debía ser más canalla y Shangri-la es más romántica porque me lo pedía la canción». Su fuerte son los medios tiempos y no duda en afirmarlo: «Componiendo creo que soy muy bueno en las baladas, es lo que más domino», subraya.

OTTO ha sido producido por Otto y Tony Sánchez (también segundo guitarrista), mezclado por Juan Ballester y masterizado por Raúl Artana en Rockaway Studios (Castellón). Para los directos se hará acompañar de tres músicos pero ese momento, el de tocar ante el público, el de «la ilusión de dárselo a la gente y ver sus reacciones en primera persona, que es lo bonito», tendrá que esperar.

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