El argumento del tiempo como base de la propuesta expositiva de Perceval Graells, ocupa el espacio de la sala de exposiciones de la Casa Bardín. La obra que presenta en Timing como un ensayo fugaz provoca la visión de la pintura y su espacio en una alternancia que llena las paredes y nos dice que el tiempo está presente en estas obras y documentos gráficos, de la misma manera que está presente en la vida.
Se trata de mostrar, de manera simbólica y plástica, la complejidad del hacer creativo en el vivir cotidiano y la reflexión plástica que este análisis conlleva. Análisis con el que la artista quiere mostrarnos el afán que decide alimentar el decisivo paso de las horas y de los días, construyendo un decálogo de formas y de intenciones. En el caso de Perceval Graells el desarrollo plástico de estas pequeñas obras es alimentado por el conocimiento sobre la historia del arte, a través de sus influencias más notables y su práctica desde la mirada del presente.
Indudablemente, Perceval Graells es una abstracta convencida. Su gesto toma la importancia debida a este deseo innato de jugar con la energía que transmite la extensión de la mano, en este caso contenida en el pequeño formato. El gesto dibujístico conlleva toda esta carga de expresividad y de talento, que forma parte de toda una filosofía que incluye extremos tales como el trazo abstracto de la caligrafía china y japonesa, también expresada en sus paisajes, donde la síntesis de la identidad de la abstracción y de la realidad da alas a toda una propuesta sobre la acción contenida y el silencio que ha llegado hasta el siglo XXI. Una visión del lenguaje plástico que se ha asumido con verdadera intensidad en todo el mundo occidental desde América a Europa, influyendo decisivamente en el expresionismo abstracto en Estados Unidos, en el informalismo en España, el tachismo en Francia…, y en las diferentes tendencias de la pintura actual. En el caso de Perceval Graells esta investigación sobre el gesto como fórmula de comunicación y testimonio se desarrolla como una apropiación válida hasta el punto de convertirse en la reflexión innata de la artista, en su vocabulario ante sí misma, como certeza, como duda, sobre todo, como exploración de un sinfín de momentos en los que el alma, el cerebro, encuentra toda una serie de elementos capaces de dibujarnos un panorama de emociones y de pálpitos expresados en papel.
En el conjunto de obras que nos muestra, el flujo de los días son parte principal y motivación del arte. En esos momentos de reclusión obligatoria la artista trata de cuestionar y poner de manifiesto todo aquello que forma parte de nuestra cultura, de nuestro conocimiento, que nos dé esa visión de futuro sin más discursos que el plástico, pero que incluye la visión cercana de lo vivido. En su obra percibimos ese dominio del espacio plano capaz de hacernos recordar que nuestro mundo, a pesar de estar en una crisis profunda existen caminos en el arte para definirlo.
En la muestra, se hace evidente el trabajo del collage con la inclusión de cosidos, imágenes fotográficas y textos de periódicos tachados o magnificados para dar todavía más sentido a la reflexión sobre el presente, remitiéndonos al pasado, juego de espejos, donde el relato se vuelve diálogo. Algo que puede sin duda evocar y expandir nuestra visión hacia la diferencia entre imagen, texto y gesto, donde podríamos hablar de las diferentes poéticas y de las expresiones que nos llevan a la reflexión sobre el tiempo, así como del drama que se intuye en sus significados y su cuestionamiento de los modos y formas de una época, como hecho vital del que no podemos sustraernos y que la artista nos transmite a través de su experiencia y dominio de las diferentes técnicas sobre papel.
