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Fotografías de la memoria: Ana Teresa Ortega

La profesora alicantina, reciente Premio Nacional de Fotografía, concibe sus imágenes a partir de un compromiso político, social y ético.

Jardines de la memoria, de Ana Teresa Ortega.

Hablar sobre la fotografía en España necesariamente abre un discurso de gran complejidad que conlleva en sí mismo un análisis profundo del medio y de su historia, dado el proceso que ha sufrido para ser aceptada como una disciplina artística, pues incluso hoy en día, todavía está en cuestión en según qué foros, lo que añade cierta duda sobre el medio. Pero revisemos la historia de la fotografía para observar hasta qué punto ha tenido que luchar con prejuicios de época y otras consideraciones muchas veces alejadas del análisis propiamente artístico. En esta lucha, Ana Teresa Ortega ha contribuido a crear una expectativa para este medio, tanto con su obra como con su dinámica de profesora de Bellas Artes. Poniéndola en valor hasta el extremo de afirmar que «la fotografía es hoy el principal soporte artístico». Una reflexión acorde con la mentalidad que a partir de los años noventa ha ido poco a poco imponiéndose en los trabajos de las nuevas generaciones de artistas.

Ana Teresa Ortega empezó a desarrollar un camino en la escultura pero, entre diversos intereses, dirigió sus pasos hacia la fotografía, sin olvidarse del volumen o incluso introduciéndose en ese diálogo entre el volumen y la arquitectura que propone la fotografía. Así sus primeras obras son el resultado de una singular hibridación entre estas dos disciplinas, seguramente porque ambas tienen que ver con el volumen. En este punto del análisis tenemos que nombrar al gran referente de la fotografía contemporánea, el matrimonio Becher (Bern & Hilla Becher), fotógrafos y profesores, que recibieron el León de Oro en escultura en la Bienal De Venecia de 1987.

Fuente de San Cristóbal, de Cartografías silenciadas, y Elías Canetti.

Una de las cuestiones más importantes que afectan a la concepción de la fotografía y a su recepción crítica es la evolución sufrida por esta disciplina en el siglo XX, de qué manera se ha interpretado. Hasta los años sesenta y setenta, en España, la fotografía se debatía entre conceptos de técnica y de arte, en manos de diletantes o de profesionales que dominaban los complejos procesos técnicos del revelado, lo que implicaba el análisis de temperaturas y de productos químicos, su posterior positivado, etc. Esta exhaustiva profesionalización de trabajo llevó a la exclusión de la fotografía de las llamadas artes mayores. El fotógrafo, comúnmente, desarrollaba su trabajo en la búsqueda de motivos más o memos folclóricos o pintorescos tales como la vejez en los rostros, una reflexión sobre el paso del tiempo en el deterioro de la naturaleza y de la arquitectura. En este marco de experiencias estaba también, cómo no, lo documental, al servicio de la observación del los hechos puntuales, raros o significativamente actuales, donde la política, el desarrollo de las ciudades, la arquitectura, el deporte, y un largo etcétera formaban parte de su ideario, pero siempre desde esa óptica de lo documental. Las academias de Bellas Artes en general renunciaron a su inclusión en sus programas de enseñanza, hasta que los Becher en Alemania, en la Kunstacademie de Dusseldorf, impusieron esta disciplina artística desde un nuevo concepto, abriendo múltiples posibilidades a la fotografía. Estos creadores contribuyeron a dar la importancia debida a este medio y a multitud de artistas, algunos de los cuales llenan las listas de los más famosos del mundo: Andreas Gursky, Cándida Hoffer, Thomas Ruff … todos discípulos de los Becher.

Pero qué ocurría en España, las facultades de Bellas Artes, los premios, los concursos, las galerías de arte y la mayoría de los museos se negaban a aceptar esta disciplina. Solo las Escuelas de Artes y Oficios se ocupaban de su enseñanza aunque materias como la historia de la fotografía, la sociología, la filosofía del arte, no estaban en su proyecto educativo.

Fotografías de la memoriaAna Teresa Ortega

Ana Teresa Ortega, nuestra reciente Premio Nacional de Fotografía 2020, profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Politécnica de Valencia, estudió en la facultad de San Carlos de Valencia, pero su interés derivó de la escultura a la fotografía y desde esa unión surgió, Hibridaciones, uno de sus primeros trabajos como escultora y como fotógrafa donde la imagen fotográfica se concibe como la piel de la escultura. Algunas de estas piezas que pudimos ver en 1994, en el Palacio Gravina, hoy MUBAG, en una exposición singular marcaban una trayectoria diferente a la habitual en aquellos años en la fotografía y en el arte.

Una de sus principales motivaciones ha sido la huida o el rechazo de lo documental si no estaba apoyada la obra por el concepto que representaba, el por qué de esa imagen. Esta artista concibe la fotografía como construcción de la memoria a partir de un compromiso social, político y ético, desde el que surgirán diversas experiencias en la búsqueda de los límites de esta disciplina. Así llegamos a su obra Cartografías silenciadas 2011, que capta los campos de concentración, las cárceles de la dictadura en su realidad actual, para el reconocimiento de una historia que parece diluirse en un olvido que destruye día a día ese pasado. Esas imágenes nos hacen percibir con nitidez lo que de malo, infame, indigno, tiene ese pasado, haciéndonos responsables inconscientes de su vileza, pero también de su olvido.

Ortega nos plantea una clara dualidad, la del olvido y la de la responsabilidad ante los hechos, con la firme convicción de que este trozo de historia nos compete a todos: Historiadores, sociólogos, literatos, artistas… para que esa memoria sea divulgada y sirva para concienciar a la sociedad. En este trabajo busca la comunión de intereses con los intelectuales o los responsables de la cultura, con los que establecer el diálogo sobre el pasado y el futuro.

Podemos citar entra sus trabajos más destacados: Figuras del exilio, 1997-1999, video instalación. Cartografías silenciadas, 2006-2014, serie fotográfica. Pensadores, 2000-2006, serie de collages fotográficos sobre personajes de nuestra cultura, como Kafka, Joyce, María Zambrano, Pessoa, Samuel Becket…. Además de la fotografía desarrolla un trabajo en la instalación y el video, algo que la sitúa en la actualidad más innovadora del arte. Ana Teresa Ortega, una alicantina que ha sabido forjarse una trayectoria de experimentación y de riesgo que hoy se ve compensada por este premio.

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