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VIÑETAS RARAS

Richard Corben, la ternura del monstruo

Vuelve una de las obras fundamentales del «cómic underground» a través de una edición supervisada por los autores que incluye sus introducciones originales y un artículo exclusivo firmado por el colorista José Villarrubia

Un mutante noble e inocente que trata de sobrevivir en un entorno tan peligroso como desolador, poblado por bestias salvajes, fanáticos religiosos, extrañas criaturas y científicos locos.

Allá por los años 70, el cómic underground americano encontró en el figura de Richard Corben (Anderson, Missouri, 1940-2020) un nexo de unión entre la provocación de los cómics de Robert Crumb y el clasicismo de un cómic adulto que se estaba expandiendo a través del género fantástico en las publicaciones Warren. A finales de los años 60 comenzó a publicar historias en fanzines donde ya destaca su particular aproximación a la anatomía: aficionado al culturismo, Corben usaba la anatomía como un lenguaje propio, en el que la deformación más exagerada se unía a la exuberancia muscular más excesiva, que actuaban ya desde sus primeras historias como una carta de visita espectacular que le abrió las puertas de las publicaciones Warren. Revistas como Creepy o Eerie serían una excelente entrada a un mundo del cómic en el que triunfó rápidamente, convirtiéndose en la estrella de revistas como Heavy Metal con obras míticas como Den. Si su virtuosismo y espectacularidad gráfica atrapaban desde la primera viñeta al lector, su particular aproximación al género, siempre aderezado con un gusto peculiar por la parodia y el humor socarrón, y su impresionante y vigorosa narrativa dejaban al lector rendido. El erotismo de físicos exuberantes se movía con naturalidad por escenas de acción trepidante y dinámica: una pelea dibujada por Richard Corben generaba ondas de choque sonoras que hacían temblar la viñeta. Pero, a la vez, su complejo tratamiento del color y de la iluminación podía hacer transitar la deformación anatómica más repulsiva del terror a la poesía visual más exquisita.

Durante años su trabajo se caracterizó por una feroz independencia en la que firmó obras maestras como Bloodstar (uno de los precedentes del cómic adulto de autor, de la novela gráfica), Mundo Mutante, Rowlf o Las mil y una noches, pero con el inicio del siglo XXI comenzó a trabajar como muchos autores coetáneos en personajes superheroicos famosos como La Cosa del Pantano, Hellboy, Hulk o Cage. Más allá de entenderlo como una rendición al mainstream, para Corben fue un reto que resolvió dando un recital de narrativa, de composición de página y dinamismo. Pocas veces el gigante verde de Marvel ha dado una sensación de potencia y bestialidad tan orgánica y palpable como en las páginas de la miniserie Banner. Una pequeña concesión a la comercialidad que le permitió seguir dedicándose a sus brillantes adaptaciones de clásicos del terror como Poe, Hodgson o Lovecraft o a una experimentación formal y narrativa incesante (se lanzaba a explorar las nuevas herramientas creativas con una ilusión casi infantil), que plasmó en obras más personales como Starr the Slayer, Ragemor o El Dios Rata, en una incesante y prolífica producción que no le impedía seguir interesado en la animación y el cine con nuevos proyectos.

Su fallecimiento el pasado 2 de diciembre nos privó de todo el potencial creativo de este autor que, a sus 80 años, seguía siendo el «chicarrón de Kansas» que nos había cautivado en los años 80. Por desgracia, mucha de sus obras maestras resultaban hoy completamente inencontrables, tanto por la desidia de un mercado que lo había olvidado, como por el perfeccionismo de un autor que quería mejorar sus trabajos antes de publicarlo en nuevas ediciones. Junto a su hija Beth y Jan Strnad, consiguió recuperar recientemente la brillante Mundo Mutante, una joya del cómic postapocalíptico en la que el discurso de Corben se impregna de humanismo donde la ternura e ingenuidad del mutante Dimento resulta ser la única esperanza de una humanidad perdida. Las coincidencias del destino hacen que esa misma edición viera la luz en nuestro país el martes pasado, publicada por la editorial ECC Ediciones apenas unos días después de conocerse la muerte de su creador gráfico. Quizás el mejor homenaje que se le podía hacer: seguir disfrutando de su increíble creatividad.

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