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El mundo en tus manos

El mundo en tus manos

Se puede ser coprotagonista de innumerables y enriquecedoras aventuras sin necesidad de salir de casa. ¿Cómo? Leyendo libros. Leer es tener el mundo en tus manos, es, como nos dice Stefan Zweig, en Encuentros con libros, el poder de acceder a él. La lectura no nos hará -como pretenden los vendedores de moralina- mejores ni nos librará de los desastrosos efectos psicológicos del covid-19 y menos de nuestras depresiones, por si sola. Un libro (de papel o electrónico) puede contener el universo, pero no tiene la capacidad, per se, para trasmitirnos la pasión, la aventura, el conocimiento si no somos nosotros los que nos acercamos a él y lo abrimos, lo conectamos a nuestra mente, lo acomodamos a nuestro cuerpo para que fluya la comunicación, la transmisión y la posesión, por nuestra parte, del saber de otros mundos.

Deberemos poner algo de nuestra «carne en el asador». Al menos una quinta parte. El resto la pusieron los: autores editores, libreros y distribuidores, por no citar a los inventores de la imprenta y de los formatos electrónicos. Deberemos ir, más allá del oficio y de la costumbre de trabajar con libros, de tener una relación vocacional y amorosa con ellos, aportar nuestra fuerza de voluntad para tomar un libro y enfrascarnos en su lectura. Nuestro encuentro con los libros lo exige.

Al parecer en esta letal pandemia se ha vuelto a hablar y gozar de los libros como uno de los remedios o terapias al alcance de la mano para plantar cara a la soledad, al aislamiento o el confinamiento que todo recorte a nuestra libertad de movimientos, produce. Un libro es un objeto o un fluido; un cúmulo de sensaciones que puede ser leído, releído, subrayado, etcétera y, como no, que despierte a su vez la necesidad de escribir sobre su contenido, sobre su autor o autores, sobre lo mucho o poco que nos gustó o sobre lo que nos disgustó y nos obligó a abandonarlo…

Stefan Zweig (Viena, 1881 – Petrópolis, Brasil, 1942) era también un gran lector de libros. «Un lector impaciente y temperamental» que nos dejó numerosos reseñas escritas acerca de los libros que leía y que publicó en diversos periódicos, revistas y prólogos de otros tantos libros. La editorial Acantilado ha tenido la feliz ocurrencia de ofrecernos sus reseñas en Encuentros con libros, que reúne una selección de estos textos escritos por el maestro acerca de algunas de las obras de sus autores favoritos como Goethe, Rilke, Joseph Roth, Jean-Jacques Rousseau, Thomas Mann y su hijo Klaus Mann, Balzac, Flaubert, Stendhal, Claudel, Walt Withman, Gorki o James Joyce…

El placer habitual de la lectura queda con estos textos breves, intensos, plenos de sabiduría y sensibilidad, redoblado. No se aburrirá el lector con el recorrido emocional y los mundos que el maestro evoca y que tienen plena actualidad como sus reflexiones acerca de la educación, el psicoanálisis, o la necesidad de la síntesis, de la economía de las palabras para abarcar los conocimientos cada vez más extensos de la historia de la humanidad o de la literatura universal. Zweig, era, sin embargo, un pesimista real que escribió en sus memoris tituladas: El mundo de ayer: «Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro llenos de descripciones superfluas, de diálogos plagados de cháchara y de personajes secundarios innecesarios; resultan demasiado extensos y por lo tanto, demasiado poco interesantes, poco dinámicos».

Zweig, pues, escogía bien los libros sobre los que escribía. Y no solo se fijaba en el estilo o la extensión . De Thomas Mann, de su literatura nos dice, por ejemplo: «… la prosa de Thomas Mann jamás es privada (…) es un ejemplo de responsabilidad moral y talento artístico». Invito al lector, en medio de esa nada pandémica de nuestra soledad actual, a leer lo que dice Zweig acerca del Malestar en la cultura, para él una obra clave no solo de la psicología freudiana sino del acercamiento «al misterio» del «malestar latente que se percibe en cualquier cultura»… Una incógnita aún por resolver. La sorpresa llega con Joyce a quién considera «un hito en la historia de la literatura sin vínculos ni con el pasado ni con el presente».

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