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El secreto de un secreto

Próxima al documentalismo, la fotógrafa se enfocó hacia los dramas sociológicos de los sectores más marginados para observar un mundo tan alejado del suyo

Joven travesti con rulos

Interpretada por Nicole Kidman, la película indie Fur: an imaginary portrait of Diane Arbus dirigida en 2006 por Steven Shainberg, llamada aquí Retrato de una obsesión es un drama biográfico inventado, que mezcla un mínimo de realidad y mucho de ficción para acercarse a la compleja personalidad de una artista alejada de los cánones de la normalidad, yendo más allá de lo que entendemos por una auténtica biografía.

Nacida Diane Nemerov -la llamaban Di-an-, en el seno de una adinerada familia judía que la crió entre sábanas de seda, educada exclusivamente por institutrices y en colegios elitistas. A sus progenitores los veía como una farsa pues en público se mostraban muy afables y afectuosos, pero en la intimidad eran fríos e inquisidores. Siempre le dijeron que era perfecta, pero ella sabía que era mentira pues se veía como una farsante. Cambió su apellido al casarse con Allan Arbus, que en vez de regalarle un anillo de boda le regaló una cámara y juntos comenzaron a trabajar en la fotografía de modas publicando para revistas como Vogue, Harper´s Bazaar y Esquire.

Pero ella se sentía más próxima al documentalismo que estaba en auge, con autores como Lee Friedlander y Garry Winogrand y se decide por los dramas sociológicos de los sectores más marginados para observar este mundo tan alejado del suyo propio, introduciéndonos como voyeuristas inquietos de traspasar el aura de transgresión, tenebrismo y grand guignol para entrometernos, a través de su mística mirada, entre la sordidez y la abrupta belleza de la poesía dirty.

Los retratos de Mae West mostrándose sexy a los setenta años, James Brown en su camerino del Teatro Apollo y otros seres que comenzaron a pulular frente al objetivo de su cámara, todos aquellos que no formaban parte del sueño americano, como ancianas solitarias, pacientes de psiquiátrico, jóvenes travestis, campeones de lucha libre, gente de circo, personas deformes, etc., construyen un relato visual inspirado en su libro de cabecera, Alicia en el país de las maravillas y el filme Freaks (1932), titulada en España La parada de los monstruos, de Tod Browning, formando un panorama social constituido por la propia sensibilidad de la artista conceptualmente respetuosa hacia el tema que trata.

Tremendamente ambiguas y complejas, las imágenes de Diane Arbus desafían la noción de lo correcto invitando al observador a descubrir la ambigüedad y la sutileza escondidas entre las luces y las sombras de la composición, logrando retratar con cientificidad de forense lo turbador existente en la condición humana.

Estudió con Berenice Abbot, Robert Franck y Lisette Model, revolucionando el mundo de la fotografía en los años 50 y 60; confesó que sus mayores influencias fueron de August Sander, James Weegee y Brasaï, aunque siempre consideró su maestra a Lisette Model.

La filósofa Sunsan Sontag, influyente intelectual, novelista y escritora comprometida con los asuntos trascendentales de su tiempo, escribe sobre ella en uno de los ensayos más importantes y emblemáticos que se hayan escrito jamás referente a temas fotográficos, Sobre la fotografía, publicado en 1977. Reflexionando sobre su trabajo lo contempla de forma lapidaria observando que toda persona fotografiada por ella resulta monstruosa: la obra de Diane Arbus es reactiva contra el decoro y lo aprobado. Acusándola, además, de pretender que EE UU se asemejara a una aldea de idiotas. Así, mientras Sontag, que parecía no entender el humanismo y la honestidad que Arbus vertía en su trabajo, la condenaba, Lisette Model ensalzaba las cualidades morales de su alumna. «Las cosas no tenían que ser hermosas, bastaba con que fueran interesantes. Presto una atención especial a mis modelos que nadie más les presta, quiero escuchar todo lo que tienen que decirme y contarles yo mis cosas. Es un proceso de mutua seducción», afirmaba Arbus.

No lo tuvo fácil ni en su vida privada ni en su trayectoria artística pues estuvo salpicada de prolongados conflictos psicológicos.

En 1971, cuando contaba 48 años, estando en la etapa de mayor gloria de su carrera, se tomó una alta dosis de barbitúricos y, por si esto no bastaba, se sumergió en una bañera y se cortó las venas de ambas muñecas; resolvió su implacable tragedia propia sin dar una explicación, sin tan siquiera haber dejado una nota. De esta manera, su muerte forma parte de la mitología creada en la década de los años sesenta, que reúne a personalidades suicidas como Sylvia Plath y Janis Joplin, Jimi Hendrix y Jim Morrison.

Diane Arbus valoraba la honestidad y la belleza física de lo imperfecto, al fin y al cabo, la ruindad y la vileza originan mayores monstruos que la genética. Su genial y enigmático pensamiento La fotografía es el secreto de un secreto, es una referencia cultural que encierra su filosofía humanística, moral y natural, inspirada a través del disfraz metafísico de aquel universo que fotografiaba.

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