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Monstruaciones

Man-Eaters.

La menstruación femenina ha sido invisibilizada por casi todas las civilizaciones, considerada un símbolo de impureza y suciedad que sobrepasaba ampliamente la realidad fisiológica, para convertirse en eje de argumentarios variados: desde la demonización de la mujer sangrante que se configura en imaginarios de todo tipo y culturas, a la construcción de un nutrido conjunto de estereotipos que condenan el comportamiento de la mujer a ser esclava de su fisiología; en ambos casos, cimentando la subordinación de la mujer en la sociedad. Es cierto que esa sociedad intenta (tímidamente) resolver este tabú sacándolo de la esfera íntima con pedagogía y didáctica y ánimos de normalidad, pero no está claro si los espacios encontrados, por ejemplo en el mundo publicitario, han conseguido desterrar esos mitos y creencias o consolidarlos en un ámbito de mercantilización del cuerpo femenino a través de la higiene íntima, habida cuenta de la permanencia de prejuicios y fobias en nuestra cultura, que no dejan de ser ecos del todavía humillante tratamiento que la mujer menstruante recibe en muchas partes del mundo hoy en día.

El cómic, como parte activa de la cultura popular, no ha sido ajeno a esta realidad: si bien la reivindicación de la fisiología real de la mujer desde un discurso feminista está ya en los cómics de Nuria Pompeia o Claire Bretécher, en los últimos años hemos visto muchos ejemplos que abordan la menstruación desde un ámbito más didáctico, enfocado principalmente a las niñas como el proyecto Menstrupedia, de Aditi Gupta y Tuhin Paul que llega desde la India y se puede encontrar en internet gracias a una traducción de la editorial uruguaya Eco-Ser. O el reciente Así son nuestras reglas, de EsCarlota (Pol·len edicions), también dirigido a explicar a las adolescentes los cambios que vive su cuerpo. No deja de ser indicativo de una realidad todavía considerada vergonzante que los acercamientos más combativos se queden en el espacio de internet, como los webcómics de Sarah C. Anderson.

Monstruaciones

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Curiosamente, este mes coinciden en las librerías dos obras que abordan la menstruación desde dos perspectivas bien diferenciadas: Menstru, tu amiga fiel, de Ken Kayama (Ediciones Tomodomo, traducción de Ana María Caro) y Man-Eaters #1, de Chelsea Cain, Lia Miternique y Kate Niemczyk (Astiberri, traducción de Santiago García). El primero es una serie que busca el didactismo transformando a la menstruación en un ser físico que visita regularmente a las mujeres y se convierte en firme defensora de sus derechos. Aliada con Libido, Chico Virginidad y SPMcita, explora la realidad del ciclo desde perspectivas tan variadas como el impacto en la vida cotidiana o en el de una superheroína.

Por su parte, la americana Man-Eaters parte de un planteamiento argumental tan diferente como atrevido: en un futuro próximo, la toxoplasmosis muta para convertirse en una grave enfermedad endémica que provoca que las mujeres se conviertan en panteras asesinas durante la menstruación. La maldición de la mujer pantera se subvierte en un hecho cotidiano que obliga al cambio completo de las bases establecidas de la sociedad, transformando la menstruación de un tabú escondido a un monstruo real amenazante. Las autoras afrontan el argumento desde un ironía demoledora, que acompaña la trama principal con publicaciones, anuncios y todo tipo de parafernalia consumista para una sociedad donde el hombre ha pasado a ser la víctima propiciatoria (y nutritiva) de la realidad de la fisiología femenina. La revista femenina se mimetiza con la de cuidados felinos mientras que las masculinas se convierten en ejercicios de caza mayor felina. Humor corrosivo con un potente mensaje lanzado desde un feminismo activo, reivindicando la realidad del cuerpo de la mujer en toda su extensión en contraposición a unos machismos cotidianos representados con versiones exageradas desde la fantasía terrorífica, pasadas por el tamiz de un capitalismo que aprovecha toda oportunidad para encontrar negocio.

Hay mucho camino por recorrer, pero estos dos cómics pueden ser un buen empujón.

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