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Arte y Letras

La mirada de José Saborit

El último libro de José Saborit (València, 1960) se titula Con los ojos de nadie (Pre-Textos, València, 2021), y en ese título se adelanta al lector no sólo la poética que rige la composición de la obra, sino algo más importante: una manera de estar en el mundo, porque la poesía y la vida son para el autor una y la misma cosa.

Saborit, aunque es un pintor excelente, no es un pintor que escribe, ni tampoco un poeta que pinta. Es un extraño caso de múltiples virtudes regidas por un talento único: un poeta y un pintor al completo, que sabe manejar como pocos los dos lenguajes.

Una de sus obsesiones, tanto en lo que escribe como en lo que pinta, es la mirada. El acto de mirar tal vez es uno de los comportamientos más elevados del ser humano. Sabemos que ver no es mirar. Ver, en principio, es un hecho biológico, una facultad física; pero mirar exige entendimiento. Mirar es un acto contemplativo, necesita de la meditación, del análisis. Lo puramente humano es el mirar; los animales también ven, pero no miran. Mirar consiste en hacerse uno con lo visto, en pasar a formar parte del paisaje, en interiorizarlo hasta el extremo de fundirse en él con todos los sentidos, no sólo con la vista.

Saborit reclama en sus poemas, para sí mismo y para sus lectores, una forma especial de mirar: con pausa, con serenidad, con hondura, con compromiso hacia lo que merece la pena ser mirado. Esa materia de la mirada es la que han defendido desde siempre los poetas: el mundo natural (al que tiende el autor en sus paseos, en sus incursiones, para alejarse de una civilización apresurada que vive de espaldas a la naturaleza), pero también el mundo del amor y el deseo, el de la amistad, el de los placeres materiales, el de la literatura y la pintura, el de los viajes. Todo lo que amamos nos habla y es necesario aprender a mirarlo con los ojos, con los ojos que piensan, con los ojos sensitivos, con los ojos de la poesía.

¿Y qué es mirar con los ojos de nadie? Claudio Rodríguez –uno de los maestros preferidos por Saborit, al menos como lector– hablaba de «la mirada sin dueño». Creo que esa mirada es la que aspira a desprenderse de las anteojeras que nos impiden aprender de nuestras experiencias más hondas. Mirar con los ojos de nadie es mirar con los de todos, es mirar olvidándonos de nosotros mismos, para que lo observado con atención pase a formar parte de nuestro cuerpo.

Una alta lección de vida y poesía, disculpen la redundancia.

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