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Adrián Carrillo Escultor y superviviente de una época

El artista alicantino desarrolló gran parte de su obra con el estigma de no seguir las pautas del arte de su ciudad y llegó a alcanzar una abstracción notoria

Adrián Carrillo Escultor y superviviente de una época por eduardo lastres

Adrián Carrillo (Alicante, 1914-1979) fue mi primer maestro en la disciplina de la escultura. Y desde estos mis inicios, eran los años 1967-68, continúa siendo un referente fundamental en muchos de los aspectos relacionados con la vida y el ejercicio artísticos. Nuestras conversaciones, muchos años después, siguen vivas en mi mente. Muy a menudo me pregunto ¿qué pensaría Adrián sobre lo que está pasando en el arte, cuál sería su visión del momento que vivimos?

Es obvio que estamos en un tiempo complejo para el arte, pero, ¿es que alguna vez no ha sido así? Lo que uno vive en su presente es siempre demasiado importante por cómo nos influye y difícilmente podemos sustraernos a ello. Este momento es mi momento, y por eso discuto constantemente conmigo mismo y con mis referentes, vivos o muertos, hasta que veo claro cuáles son los argumentos que parecen inducirnos a pensar que el arte, ese arte que en algún momento hemos admirado, ya no «sirve». Esta es una lucha que se repite a lo largo de la historia, toda creación o diálogo o investigación, es contra algo o alguien, destruir los cimientos de una visión del arte para imponer una nueva. Pero, ¿es eso posible? ¿Hasta dónde pueden cambiar los objetivos y finalidades del arte del inmediato pasado? Lo que ahora es malo, decadente, antiguo, en otros momentos fue admirado y ensalzado en los foros dedicados a su estudio. Revisando revistas de arte de hace tan solo 20 años, leo críticas positivas a obras que hoy son ignoradas o vituperadas hasta casi el insulto. Casi por norma, lo admirado en el pasado sufre el deterioro propio al pasar el filtro de la historia. Aunque no todas las obras cumplen este ciclo, algunas lo superan convirtiéndose en referentes que se imponen al diálogo del presente con fuerza e independencia suficiente.

Adrián Carrillo  Escultor y superviviente de una época

Adrián Carrillo Escultor y superviviente de una época por eduardo lastres

¿Siempre ha sido así? Creo que parece evidente que sí. A cada época le sigue otra que la supera, que la olvida, o hace lo posible para perderla de vista.

Adrián Carrillo realizó gran parte de su obra con el estigma de no seguir las pautas del arte de su ciudad. Un claro ejemplo de su postura artística la tenemos en la obra que realizó para la Caja de Ahorros del Sureste de España, la CASE, en su oficina de la Rambla. El relieve que ocupa uno de los laterales de la entrada fue vituperado por moderno y por ser poco realista. La referencia a Henry Moore era evidente, su estricta sobriedad de medios y sus rostros casi abstractos no pasaron desapercibidos para el público de Alicante, pero por lo negativo de la representación, no por la modernidad que le planteaba. Moore, desde los años treinta, toma como referente de concisión y abstracción las formas de la escultura el arte Maya (sus figuras sedentes), una manera de construir que le llevaría, como las máscaras negras y el arte ibérico a Picasso, a realizar gran parte de su obra bajo unos principios que se revelaban contra el arte impuesto, llegando a una abstracción cada vez más notoria.

Adrián Carrillo  Escultor y superviviente de una época

Adrián Carrillo Escultor y superviviente de una época por eduardo lastres

Conocí a Adrián en el año 1965, cuando volví de Sevilla donde estudiaba Arquitectura. Mi padre me aconsejó que trabajara en su taller para aprender técnicas que me iban a servir para introducirme en el mundo del arte plástico. El espacio del estudio de Adrián estaba habitado por la acumulación de trastos, escombros, materiales desechables como porespán, maderas, cartones, yeso, escayola, cementos, hierro… Pero dentro de ese aparente desorden existía una lógica de taller. Una cosa para cada lugar, algo que había formado parte de un trabajo y que quedaba como muestra de un final. Adrián era una persona inteligente y, sobre todo, educada y sensible, por lo que contacté con él rápidamente. Ambos acordamos en que iría todos los días a su taller sobre una hora determinada, alrededor de las 9 de la mañana. Así, sin faltar ni un solo día durante más de dos años, nos veíamos en un bar ubicado en la esquina de San Carlos con la calle Sevilla, donde permanecíamos hasta las diez o más, ojeando el INFORMACIÓN, lo que nos daba motivo para hablar de todo tipo de cosas, política, sociedad y arte. Adrián era muy querido y respetado por los artistas y sobre todo por los foguerers, pues él había construido algunas hogueras en cierto periodo de su vida. Algo que los artistas más emblemáticos de la ciudad, como Gastón Castelló, Varela…, realizaron para la renovación de la fiesta, aportando sus conocimientos y su manera de interpretar cierta modernidad en las formas, lo que nos diferenciaba entonces de la Fallas de Valencia. Yo ya le conocí cuando había abandonado la construcción de hogueras y estaba más centrado en realizar murales, obras artísticas, dentro de la limitación del encargo, principalmente de arquitectos que las requerían para las entradas de los edificios de nueva construcción. Hay un amplio registro de sus obras en los paseos de Soto y Marvá y en otros lugares de la ciudad. Gracias a estos trabajos pudo llevar a cabo sus inquietudes sobre la modernidad en una continua investigación sobre materiales y técnicas.

Adrián Carrillo Escultor y superviviente de una época por eduardo lastres

Allí, con Adrián, me encontraba como pez en el agua, al lado de un creador y técnico extraordinario, que buscaba la modernidad en todos sus actos y decisiones, dentro de un desarrollo de formas donde la figura humana era protagonista de sus creaciones. Los altorrelieves realizados en hormigón sobre fondos de cerámica fueron los murales que marcaron una época en el arte de Alicante, donde, como digo, la arquitectura buscaba el diálogo con el arte plástico. Estas obras, cuya realización viví en primera persona, me traen recuerdos inolvidables sobre nuestras discusiones sobre arte, técnicas, materiales, conceptos, vividas en su realización.

Allí, en su taller, comencé a experimentar con el modelado y la cerámica. Una experiencia que me valió para ganar, años después, la Beca Castellblanch, con la que pude ampliar mis estudios de cerámica en Faenza, Italia, donde permanecí cuatro años, valiéndome por mí mismo. Durante esta época también tengo que recordar a la escultora Margot que normalmente, por las tardes, venía al taller a trabajar e incluso a ayudar. Una mujer que tenía verdadera pasión por la escultura y a la que Adrián ayudó y enseñó los misterios del volumen y la forma.

Con el tiempo monté mi propio taller, pero seguí visitando a Adrián en su estudio de San Blas y en los Ángeles, allí le mostraba mis trabajos y hablábamos de arte y de los problemas del arte, que por supuesto no eran los de hoy. Su actitud, a pesar de la diferencia de edad que había entre ambos, lo posibilitaba a dialogar y a replantearse su concepción de arte, cuando ello le reportara un mayor entendimiento de su momento. Sé que yo fui un gran estímulo para él, en ese enfrentamiento con nuevos conceptos y formas artísticos. Adrián no se conformó con el arte tradicional, ni con las corrientes dominantes en las escuelas de arte de ese tiempo. Su visión del volumen y de la escultura fueron depurándose a través de los años llegando, en su última etapa, a trabajar la forma abstracta de manera filiforme, con unos resultados magníficos que la muerte temprana cortó de raíz. Un ejemplo de ello lo tenemos en el parque de San Blas donde habita una de sus esculturas en acero inoxidable.

Adrián Carrillo Escultor y superviviente de una época por eduardo lastres

Es importante observar que en aquellos años no existía el debate actual sobre el arte conceptual, a pesar de que en Europa, sobre todo en Alemania, estaban ya muy centrados en investigar más sobre el concepto de la obra que en su concreción plástica. Investigaciones que apenas tuvieron relevancia en el ámbito del arte español, pues no teníamos la información para entrar en este nuevo desarrollo. Sí se dieron algunas experiencias un tanto marginales, de las que evidentemente no se hablaba o se hablaba muy poco.

Las escuelas de arte, dominadas por una mayoría de profesores adictos al régimen, cumplían a rajatabla con las reglas y modelos que normalmente imponen los regímenes dictatoriales: disciplina académica y un orden en la forma. Consentían con un realismo al uso, con ligeras variantes en cuanto a modificar el dibujo académico. Pero esto era lo más avanzado de ese momento. También el cambio de tema se fue estructurando desde la óptica del paisaje, quizás este fue el género donde más se investigó. En este ambiente, Adrián buscó en la escultura cubista de Picasso y Henry Moore lo que fue sin duda una salida a las esculturas realistas que dominaban el ámbito provincial de una ciudad anclada en el pasado.

Hoy me gusta pensar que el planteamiento de Adrián sobre la dominante del arte conceptual que vivimos en el presente sería el de buscar los medios para introducirse en este conocimiento del arte, sin perder su sentido experimental pero reivindicando también un arte donde la idea, el concepto se contuviera en la forma, o donde la forma fuera la que nos llevara a la idea, como medio para avanzar en el conocimiento del arte y del momento que nos ha tocado vivir.

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