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José Gutiérrez, escultor y dibujante

A la izquierda, el Homenaje a Miguel Hernández y el Monumento al Foguerer. En esta página, el escultor en su taller de la calle Garbinet, altorrelieve en un edificio de Alfonso El Sabio, dibujo y el relieve de la calle Bailén.

A veces, por no decir siempre, la historia se repite en este Alicante tan singular en sus diferentes maneras de entender su memoria. La historia se repite, sobre todo, en la arraigada costumbre de olvidar sistemáticamente a nuestros referentes. Así, con el paso de los años, casi todo queda en la penumbra, como si todo el trabajo realizado un día hubiera sucedido en un tiempo y en un lugar, en unas circunstancias concretas, de las que hoy, aunque lo ignoremos, somos deudores. Pero esta es la especialidad de nuestra ciudad. Y como vengo haciendo en estos últimos tiempos, me gustaría rescatar aunque solo sea por unos momentos a un artista alicantino, el escultor José Gutiérrez.

Escultor y dibujante

En un momento clave de nuestra historia, los años de postguerra, algunos españoles buscaron salir de una vivencia anacrónica y obsoleta del arte, de una España dirigida por unos principios en los que imperaba solo sobrevivir, dejando al margen los temas fundamentales de la cultura. Pero aquellos que intentaban salirse de la norma establecida eran individuos aislados, no por su propia voluntad sino por las condiciones restrictivas que mataban la expresión directa o el diálogo. Sin embargo, en los sesenta, diferentes circunstancias pusieron de actualidad el trabajo de dos escultores que con sus obras dignificaron la profesión en Alicante, Adrián Carrillo, ya mentado en mi texto de la edición anterior, y José Gutiérrez (Alicante, 1924-2002). Con los dos tuve una relación más que cercana. Con José Gutiérrez coincidí en la Escuela de Artes y Oficios de Orihuela, donde ambos como docentes impartimos clases durante años. En los viajes de ida y vuelta, en el pequeño habitáculo del coche, compartido con alumnos y otro profesor, Torres Cotarello, hablábamos de todo y con intensidad, especialmente de arte y política, dándonos a conocer íntimamente.

Escultor y dibujante

Pepe, como así le llamábamos, daba clases de talla en madera y piedra en los bajos de la Escuela. Durante muchos años estuvo centrado en trabajos para iglesias como la muy conocida portada de la Misericordia, un gran altorrelieve donde aparecen, dentro de la iconografía religiosa, algunos rasgos de su afiliación política.

Escultor y dibujante

Escultor y dibujante poreduardolastres

Aprendizaje con Daniel Bañuls

Pepe narraba que su aprendizaje en el mundo del arte se inició con la experiencia transmitida por su padre, cantero de profesión, pero se fundamenta en el trabajo que realizó para el escultor Daniel Bañuls, de quien aprendió la construcción del cuerpo humano desde la concepción de una sobria abstracción formal, lo que caracterizó toda a su obra. Pero a pesar de su buscada síntesis de formas, Pepe tenía cierta obsesión, por otra parte lógica, por la escultura renacentista que constituía un referente importante, formas e imaginería que abstractizaba con líneas que marcaban los músculos en brazos y piernas, con un gesto lineal fruto de un deseo arcaizante. Un desarrollo que, sin embargo, en sus primeros años partió de trabajos en relieve bastante realistas, como los que elaboró para la CASE. Quizás la obra en la que más se liberó de los condicionantes externos, dando su íntima visión de creador, fue en la escultura homenaje a Miguel Hernández, una obra en piedra de gran fuerza expresiva casi abstracta, solo unos brazos vigorosos, cierran la figura, pero todo un cuerpo está ahí sugerido, importante.

Escultor y dibujante

Pepe reconocía el gran esfuerzo que le supuso imponerse con su obra, en un momento en el que su habilidad en el trabajo de cantería y modelado hizo que se le demandara fundamentalmente esta visión habilidosa en trabajos para las iglesias de Alicante y Elche, o para murales urbanos, siendo uno de los más conocido, quizá por su tamaño, tema y ubicación, el que podemos ver en Alfonso el Sabio. Un gran altorrelieve, del que, curiosamente, no sé por qué, han quitado su firma. Otro relieve que caracteriza nuestro centro urbano es el de la calle Bailén, que enmarca la fachada de una relojería, aunque aún se conserva su estado está muy deteriorado. En este último se mezclan el trabajo en piedra caliza con intervenciones en bronce y pintura.

Escultor y dibujante

No cabe duda que la competencia entre Carrillo y Gutiérrez fue un hecho que trascendió en Alicante. Los dos lucharon por imponer un estilo que se saliera del común aceptado por la sociedad alicantina de la época. Y los dos desarrollaron sus conceptos artísticos en buena lid, convirtiéndose en los escultores que más obras poseen en Alicante, reivindicando una visión diferente.

Escultor y dibujante

El taller de Gutiérrez, en la calle Garbinet, debajo de su vivienda, era un lugar digno de ver, pues Pepe mantenía un cierto orden dentro de lo que significa un taller de escultor. Muchos bocetos en escayola colgaban de sus paredes como prueba de su ingente trabajo para distintas instituciones y particulares. Bocetos que seguían unas pautas muy claras en la manera de ver el cuerpo humano y la composición de las escenas que representaban.

Pero para definir a este artista hay que hablar, sin duda, de su dibujo, en el que desarrolla una visión muy cercana al cómic, a pesar de sus referentes más clásicos. También hablar de su faceta como muralista pictórico, el mural que figuró durante años de los tres poetas, Machado, Lorca y Miguel Hernández, en las tapias de la antigua cárcel modelo de Alicante era de él. Su dibujo, ingenioso en el trazo, además aportaba una carga irónica debido a su temperamento punzante. Su visión era la de un hombre que se conformaba con su situación en el mundo, pero lleno de crítica hacia todo lo que no estuviera bajo una óptica crítica del arte y de la vida.

Su faceta política ocupó, ya en democracia, una parte importante en su trabajo, sobre todo en los carteles y otras manifestaciones propagandísticas del PC. Siempre reclamó para sí, un puesto en ese entramado de la nueva percepción de los partidos y su definición ante el público. Como anécdota contaré que la noche del 23 F, nos pilló en la Escuela de Arte de Orihuela, donde pudimos oír las diatribas de los generales golpistas. A la vuelta hacia Alicante nos pararon para preguntarnos dónde íbamos… momentos de gran angustia pues Pepe tenía en su cartera el carnet del partido.

Durante los años que estuvo dando clases en el taller de escultura, fue muy apreciado por sus alumnos, tenía una gran capacidad para establecer una conexión sincera con las personas. Incluso, hoy en día, es recordado por muchos de ellos como un auténtico maestro, dominador como pocos de un conocimiento sobre las técnicas de la escultura, tanto en la talla, como en la manipulación del hormigón sobre molde de escayola o porespán, pudiendo realizar también labores de patinado de la materia.

Los años pasados en esta convivencia con Pepe en la escuela y en su estudio, me proporcionaron una visión objetiva sobre algunos temas del arte universal. Captando su punto de vista como una reflexión crítica, me incitaba a la comprensión de las diferentes perspectivas sobre un mismo tema.

Pepe ganó el concurso para realizar el conocido monumento al Foguerer, que se puede contemplar en la plaza de España, cerca de la plaza de toros, donde el artista puso toda su capacidad de expresión en la que buscó la unión entre la tradición y la modernidad por él entendida. Una familia de foguerers sujeta una banderola donde aparece el escudo de Alicante mientras una forma escultórica simboliza la llama que se alza blanca sobre un pedestal de hormigón. Al lado de la escultura figurativa, una figura geométrica de grandes dimensiones, con formas básicas como el cuadrado y el círculo, uno encerrado dentro del otro, busca también esa mirada a la abstracción y a la modernidad. Un conjunto que asume todas las propuestas que él había admitido como válidas. Una fusión de elementos que conforman su ideario.

El fallido monumento a Balmis

No puedo concluir esta breve memoria sin citar un caso que fue relevantemente negativo para esta ciudad. A Pepe se le otorgó por parte de la alcaldía de Ambrosio Luciañez, el primer alcalde de la democracia en Alicante, la realización de un monumento a Balmis, para la plaza que lleva su nombre; se trataba de la figura de un médico poniendo una vacuna a un niño. Por cierto, trabajo para el que contó con la ayuda de su alumna entonces, la pintora Elena Aguilera. Esta figura fue pasada a escayola para su posterior fundición en bronce. Debido a la dilatación del trabajo, por causas ajenas al propio artista, el presupuesto de esta intervención superaba al presentado por Pepe. Por lo que el artista tuvo que demandar esta cantidad al nuevo Ayuntamiento que siguió al anterior, el cual no contempló esta subida. Primó que este proyecto, como otros, fuera una propuesta del político anterior por lo que se rechazó sistemáticamente. Esta razón hizo imposible la resolución de la escultura, a pesar del trabajo realizado y de la expectativa creada, por lo que Alicante se ve desprovista de un trabajo que nos hubiera hablado de nuestra historia y de nuestros referentes artísticos de importancia.

Aunque, en estos momentos, sea poco conocido por los ciudadanos de Alicante, José Gutiérrez fue un artista que recorrió todo una época desde la Guerra Civil hasta finales del siglo XX, con su inquebrantable visión del arte que supo transmitir a sus alumnos y en obras que podemos contemplar en nuestras calles, no podemos olvidar la gran figura sedente ubicada en la ciudad de Elche, una obra de su periodo final que lo define como escultor.

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