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El último salón

Poética de hiper-caos

-caos

Hacía tiempo que la filosofía francesa no aportaba alguna figura que generara considerable revuelo entre la crítica especializada y el público aficionado a estos asuntos. Hace no demasiado tiempo ha aparecido Quentin Meillassoux (nacido en 1967), filósofo y profesor en la Universidad de París, para suplir esa carencia.

En 2006 publicó Après la finitude (Después de la finitud), pequeño libro que produjo un gran revuelo. De él se ha dicho presenta una actitud completamente nueva en la filosofía contemporánea. A este movimiento se le denomina «realismo o materialismo especulativo».

Meillassoux afirma que la filosofía está dominada por lo que llama «correlacionismo», que plantea que el hombre no puede existir sin el mundo y viceversa. Se trata de una maniobra equívoca que permite a la filosofía eludir el problema de describir el mundo en tanto algo previo a todo acceso humano. De acuerdo a las sugerencias de su maestro Alain Badiou, Meillasoux observa que las matemáticas alcanzan a las cualidades primarias de las cosas, en oposición a las cualidades secundarias manifestadas en la percepción. Y manifiesta su rebelión contra el «encierro correlacional» vigente, del que afirma que es posible salir perforándolo con las armas de la filosofía y un uso especulativo de la teoría de conjuntos de Cantor para ir al encuentro del Gran Afuera.

Meillassoux intenta demostrar que la necesidad causal no existe. Esto lo lleva a aceptar la necesidad lógica de que las leyes de la naturaleza sean contingentes. El mundo es un tipo de hiper-caos en el cual el principio de razón suficiente debe ser abandonado.

El objetivo general del pensamiento de Meillassoux es, entonces, romper con el filtro antropológico de la correlación y abrir el camino hacia una enunciación de lo absoluto, sin que esto implique un retorno a la filosofía ingenua.

El término que utiliza de «especulación» alude al propósito legítimo del pensamiento a acceder a un absoluto. Lo absoluto es, en principio, lo des-ligado (ab-solutus, es su origen etimológico) de nosotros, de nuestro pensamiento.

Lo absoluto implica el develamiento del carácter contingente de todo lo que es («principio de factualidad», en los términos del autor). Solo la contingencia es absoluta, ella es el en-sí de todas las cosas. La estructura de lo real está atravesada por el vértigo de su sin-razón, de la posibilidad de que un ente cambie no solo bajo su régimen formal de existencia, sino de que el mismo régimen formal mute de manera total. Un universo mutante.

De ahí la tesis tan extrema como coherente, de que las leyes mismas de la naturaleza son contingentes y pueden, sin ninguna razón interna, cambiar. Esto no significa que vayan a hacerlo ni que carezcan de estabilidad, sino que esa estabilidad es de hecho y no de derecho.

Meillassoux se propone pensar en qué consiste ese Afuera fundamental de la correlación pensamiento-mundo. Es aquí donde surge el término Ancestralidad, noción ligada a la existencia de un vasto segmento temporal del mundo sin presencia humana.

Lo que la Ancestralidad permite pensar es la existencia de unos enunciados que ponen de manifiesto el hecho de una realidad desligada enteramente del pensamiento humano.

El hilo conductor de Hiper-Caos es mostrar una selección de textos, conferencias y artículos del autor, inéditos en castellano, esenciales para comprender el pensamiento de este filósofo radical y provocativo. La traducción y el prólogo de esta edición ha estado a cargo de Jorge Fernández Gonzalo.

En este volumen encontramos textos como Tiempo sin devenir, compendio conceptual de su obra Después de la finitud. O también El Número de Mallarmé: descifrado de una ‘Tirada de dados’ que es una glosa de otro libro suyo: El número y la sirena. Un desciframiento del golpe de dados de Mallarmé. En esta obra, Meillassoux presenta una lectura pormenorizada del conocido poema de Mallarmé, Un golpe de dados jamás abolirá el azar, para desvelar cuál es el código numérico que constituye la clave interpretativa de este enigmático poema; poema que trataba de armonizar el verso alejandrino consustancial a la tradición lírica francesa, con la necesidad ético-poética del nuevo verso libre. Tras una argumentación laboriosa, laberíntica, deslumbrante -y en ocasiones rozando la lógica del delirio- Meillassoux llega a la conclusión de que el número oculto de la Tirada de Dados, su clave interpretativa, es el 707, que coincide con la palabra «consagre» del Poema.

Un egregio escritor argentino postuló en cierta ocasión que la teología, en realidad, es una rama de la literatura fantástica. Las nuevas corrientes de ciencia ficción y del materialismo especulativo tienden a invertir esa aseveración.

Algunas argumentaciones de Quentin Meillasoux nos resultan en ocasiones muy crípticas, o simplemente no las acabamos de entender; para quienes somos apasionados lectores amateurs de textos filosóficos, esto no constituye una contrariedad sino un aliciente adjunto.

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