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Remover el pasado para entender el presente

La escritora eldense Elia Barceló reedita Disfraces terribles, publicada originalmente en 2004, y en la que el biógrafo protagonista hace las veces de un detective que finalmente se implicará demasiado

La escritora eldense Elia Barceló.

Cuando leo una novela de Elia Barceló siempre acabo con la misma sensación: que, bajo una pátina de novela de misterio aparentemente trivial, se esconde algo mucho más profundo. Es el regusto que me queda, sin duda. Desde luego, es algo deliberadamente buscado por la autora, que no quiere limitarse a la mera peripecia, y se afana a ello mediante la elaborada caracterización de personajes que, de este modo, se revelan conocidos al lector con todos sus matices de personalidad; y también hilvanando la acción perfectamente en estructura superficial pero trufándola al tiempo de temas trascendentes que propician la reflexión. El desarrollo va desvelando poco a poco sus mimbres y dejando asomar paulatinamente partes de la trama que nos irán iluminando hasta alcanzar la visión de conjunto final. Respecto a la forma, la estructura alterna fragmentos en boca de diferentes narradores, principalmente de los dos protagonistas, Amelia y Ariel, y en ocasiones hace uso de saltos temporales a la manera de un puzle que, una vez concluido, deja el poso de una narración bien orquestada.

Disfraces terribles. Roca Editorial. 461 páginas; 20,90 euros

Disfraces terribles. Roca Editorial. 461 páginas; 20,90 euros

Pero vayamos por partes. La narración se formula en base a un desarrollo interesante, que es de la elaboración por parte del protagonista de una biografía, con lo que eso entraña de investigación, indefectiblemente, en la vida del sujeto de la biografía, que en este caso es la recreación ficcional de un afamado y carismático escritor del boom latinoamericano ya fallecido, Raúl de la Torre. Esta investigación irá revelando, como se recalca en la novela, los puntos oscuros en la vida del escritor, y la relación que mantuvo con las personas que se cruzaron en su vida, especialmente su gran amor, la también escritora Amelia; su amigo íntimo editor y la pareja de este; la segunda mujer con la que contrajo matrimonio y su último amor tras su confesión pública de homosexualidad en una época en la que este proceder no era el habitual. Su suicidio y otras acciones inexplicables serán agitadas, removidas y traídas al presente cuando el biógrafo Ariel Lenormand se rodee de aquellos sobre los que Raúl ejerció una imponente influencia, en el desesperado intento del mencionado biógrafo por conocer la verdad de los hechos y qué los propiciaron.

Toda esta trama servirá de acicate para los temas que acompañan a Elia Barceló en su narrativa, que aparecen vertidos en sus páginas y que sus lectores reconocemos, a saber: el dilema de la soltería y libertad versus compañía; la superficialidad del atractivo físico versus el atractivo más poderoso del intelecto y, unido a esto, el tema de la vejez y el deterioro físico; la mujer editora ambiciosa e histriónica que ya vimos en Noches de plata y que aquí representa Amanda; y también el escritor con el aura de genio y éxito que, sin embargo, se aprovecha del talento de su mujer, como en este caso ocurre con Raúl de la Torre y Amelia. Y, sobre todo el peso de los recuerdos y su carga inconmensurable de dolor y culpa. Y esto se debe a que Raúl de la Torre ejercerá un enorme influjo y dominación incluso muerto, hasta el punto de que las personas que ocupan un lugar importante en las vidas de los que lo sobrevivieron se sienten empequeñecidas cuando tratan de luchar contra la ascendencia que ha dejado en aquellos, a la manera como la nueva lady de Winter se siente infravalorada frente a la enorme sombra de la imponente Rebeca (Daphne du Maurier, 1938; posteriormente llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1940). Y temas secundarios, como las relaciones de amor cruzado que tienen como eje la figura del egregio Raúl de la Torre; el costoso proceso de escritura que lleva a cabo el biógrafo Ariel Lenormand y su búsqueda casi obsesiva de la verdad de los hechos que mencionábamos -por cierto, ¿existe la verdad cuando analizamos los hechos pasados de la vida de una persona, o son tan solo vanos intentos de aproximación y diferentes perspectivas? Al final se nos da a entender que la búsqueda de la verdad puede devenir en un juego, como el que entretuvo a algunos novelistas del boom latinoamericano; por ejemplo, tenemos a Cortázar y su juego de palíndromos, que también aparecen en esta novela. El juego y el equívoco, que tal vez podemos vincular a los malentendidos, como los que condicionan vidas enteras, ¿o acaso los malentendidos no tienen la potestad de unir o separar definitivamente a las personas implicadas en ellos?

La autora, Elia Barceló (Elda, 1957), elabora una narración con muchísimo pulso; no en vano es una autora experimentada con una larga trayectoria formada por treinta novelas de géneros variados entre los que se cuenta el thriller, el género fantástico y la ciencia ficción entre otros, y que es igualmente autora de unos setenta relatos y de obras englobadas dentro de la literatura juvenil, por las que ha recibido numerosos premios. Finalmente, en Disfraces terribles -los disfraces que envuelven a los personajes en su intento de ocultar los hechos del pasado que preferirían no remover ni sacar a la luz- tenemos una novela europea cosmopolita, como las que decía escribir Raúl de la Torre, ambientada en el gélido y evocador París. Y, sobre todo, entendemos que toda biografía es el intento de reconstrucción de una vida pasada en base al recuerdo y la memoria. A este respecto me gustaría terminar con la reflexión que se lanza en la novela: «¿Qué es el recuerdo sino una fábula, lo que nos hemos contado a nosotros mismos a partir de los fragmentos que aún conservamos de lo que sucedió?». O como dijo Tom Waits con la cita que abre la novela: «Time is just memory mixed with desire» [El tiempo es solo memoria mezclada con deseo].

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