«Debajo de mi manto, …» es la primera parte de un refrán que aparece en el prólogo del Quijote, con él Cervantes nos dice que cada uno es libre de pensar lo que quiera y como quiera en su inmanencia, es decir, en nuestro fuero interno todos podemos creer y crear en libertad.

Algunas de las obras de la exposición de Frutos María en el Club INFORMACIÓN. | JOSE NAVARRO

Por el otro lado del manto, sobre él, podemos mostrar también lo que queramos mostrar, o podemos mostrarnos a los demás como somos o como queremos que crean que somos. Un manto es un lugar, un espacio que permite elegir el sitio donde situar nuestro cuerpo y nuestro yo en relación a uno mismo o en sociedad.

Frutos María,sobre o debajo de mi manto

Frutos María cuando se desarrolla como artista trabaja sobre un manto, durante muchos años pintaba, esculpía y acababa sus piezas sobre él. Esto protegía el suelo de su estudio, lo aislaba de la humedad, le daba la confortabilidad de pisar sobre algo conocido, sobre una tela conocida; crear en un mismo lugar, aunque cambiara de local o de estudio, esto le mantenía siempre en la sensación de lo cotidiano. Es una pieza de tela de aproximadamente casi cuatro metros de ancho por nueve de largo, una especie de tapiz fino de color pardo claro que había perdido casi el color y las referencias que lo hacían identificable en sus primeros tiempos.

Sobre el ha caído pintura y esquirlas durante muchos años, cada mancha ha ido añadiendo el tiempo a un objeto inerte, un testigo de la actividad creadora de un hombre; con el transcurso del tiempo se ha ido convirtiendo en un objeto bello, por acumulación de experiencias, de momentos creativos, por la experiencia que permite traspasar el arte de un objeto a otro por mero contacto. Una pieza de tela que guarda los recuerdos de una vida, cada tacha es reconocible por el artista, cada color recuerda la pieza que se hacía; y en un momento de clarividencia tomando un poco de distancia, al verlo extendido, Frutos le ha cambiado el estatus y la función: ahora es una obra artística suya, la más trabajada, la más conocida por él, la que le ha acompañado durante mucho tiempo.

El arte como técnica de conocimiento hace a quien la práctica más perspicaz, le permite entender procesos emocionales ocultos para la mayoría. Los artistas saben al mirar. Miran dentro para poder crear imágenes que son reconocibles sobre todo porque muestran no solo la piel sino también los órganos internos de cada cosa con la que nos relacionamos.

En este caso el artista al mirar el tapiz que ha estado a su lado durante tantos años descubre que se ha convertido en un objeto bello, que contiene el relato de su producción de tanto tiempo, que recuerda un lienzo en basto, sin tratar, sobre el que las manchas configuran una abstracción, un proceso de creación casual, pero no por ello menos consciente.

En la exposición que se presenta ahora en el Club INFORMACIÓN, Frutos María ha puesto su manto a disposición del público, tanto como una obra de arte bella a la que mirar, como un manto sobre el que estar, o bajo el que pensar.

Un manto protege, debajo de él se puede pensar lo que uno quiera, imaginar una vida nueva o recordar lo que ha sido; permite traer el futuro y el pasado al presente. Un manto protector puede ser la frontera entre el espacio personal, en el que uno se siente bien y único, y ese espacio social no siempre acogedor.

Frutos al poner al alcance del público la posibilidad de estar sobre él, lo ofrece, como un pequeño regalo, como algo que entregar consciente de que tiene un gran valor, como cuando de niños recogemos piedras, piedras de playa o de campo, a las que nadie otorga un valor especial, que vistas con ojos limpios son preciosas, por su forma o por su color, porque su superficie está alisada por el roce del tiempo, o porque al mojarlas cambian de color; las piedras son esas pequeñas obras de arte que hacen artista a cada uno de nosotros al ser niños, una capacidad que olvidamos con el tiempo.

Sobre este manto se plantea la posibilidad de volver a ser niño, de descubrir colores, formas, espacios cariñosos que nos den esos minutos de vivencia interior y nos den la felicidad de descubrir la belleza en la simpleza de una forma o de una superficie que una vez descubierta queremos mostrar a otros, son pequeños grandes regalos.

En las obras que presenta Frutos en esta exposición hay un elemento muy presente, el tiempo, por un lado, está esa persistencia del manto en su vida, y por otro, muy importante, es que muchas de sus obras están realizadas con materiales que ha rescatado del mar y a los que da una nueva vida. Desde hace décadas, sale al mar en barcas de pesca o remolcadores de puerto, busca amigos que le lleven a pecios cercanos a las costas, se lanza al mar y los rescata del olvido para llevarlos hacia su nueva tarea: ser objetos bellos para ser contemplados. Los pinta, los trata para que sean perdurables, los sitúa en pedestales, los pone delante de nuestra vista. Desde hace muy poco entendemos los ciclos de vitales del planeta que nos acoge, no hace nada que pensamos en el desastre ecológico que la raza humana ha perpetrado, la obra que pueden ver en esta exposición no es solo bella, son objetos robados al olvido, traídos a nuestros ojos para recrearlos y complacerlos.