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Karajan íntimo

Herbert von Karajan. .ARCHIVO JOSEP CARRERAS

Si hay un icono de la dirección orquestal en la segunda mitad del siglo XX, este es el maestro austriaco Herbert von Karajan. Ya en vida gozó de inmensa popularidad y contó con apasionados defensores y también con enemigos notables, sobre todo, porque su capacidad de adaptación al empleo de la tecnología para la difusión de la música clásica no siempre contó con el favor de determinados puristas, guardianes de esencias que ya no eran más que pura arqueología, eso sí, muy protestona. Pensemos que Karajan editó cerca de 900 grabaciones con la Deutsche Grammophon, además de impulsar películas y promover impactantes giras con compañías de ópera o con sus dos orquestas de referencia, las filarmónicas de Berlín y Viena, lo cual le reportó relevantes beneficios económicos y esa abundancia monetaria siempre acaba generando envidias y rencor.

Karajan íntimo

Fórcola ha editado un interesantísimo trabajo escrito por el también director y pianista italiano Leone Magiera, que durante años fue marido de la soprano Mirella Freni. Magiera ha reunido los recuerdos de sus años junto a Karajan, en Italia y, especialmente, en su colaboración en el Festival de Salzburgo, en unas clases magistrales que tuvieron enorme repercusión. Magiera fue un magnífico asesor en materia vocal para Karajan y un repertorista de primerísimo nivel. En este libro deja clara la admiración que siente por el maestro y lo hace a través de un retrato íntimo que nos muestra facetas desconocidas por el gran público. Vemos en el relato la cotidianidad de un músico autoritario, en ocasiones incluso intransigente, siempre en la búsqueda de la excelencia, desde la mayor disciplina, sin atajos. Magiera va desgranando anécdotas y episodios biográficos que se concatenan a través de las diferentes producciones en las que ambos trabajaron juntos.

Las cenas posteriores a los estrenos se convierten para Magiera en abundantes caudales de información, siempre organizadas para muy pocos comensales y con un ritual peculiar que el secretario personal de Karajan, el barón Von Mattoni, preparaba con minuciosidad. Personaje este muy peculiar al que también acudía Magiera para indagar en asuntos de mayor enjundia sobre los que el maestro se mostraba hermético. Así descubrimos cómo a Karajan no le gustaba realizar audiciones a los cantantes; prefería escucharlos en el teatro, en una representación, y para ello acudía a los coliseos disfrazado, puesto que era un personaje popular y no quería ser reconocido.

Cuenta Magiera grandes triunfos y también enormes escándalos y polémicas. Ambos aspectos van de la mano en los artistas que están en la cumbre. Llama la atención la firmeza del maestro ante una huelga sobrevenida en la Staatsoper de Viena. En el estreno de una Bohème se encontró con la protesta del personal del teatro, molesto por el protagonismo absoluto de los solistas italianos y, especialmente, por el apuntador que Karajan eligió personalmente para las funciones vienesas. El boicot del estreno hizo que presentase su dimisión como director musical del teatro y tardase más de diez años en volver a trabajar en la ciudad.

Peleas, abucheos, cancelaciones...

En la narración de esas cenas también da cuenta Magiera del gusto del maestro austriaco por el cotilleo, focalizado en los líos amorosos de solistas y directores o en los triunfos y fracasos de otros colegas, especialmente bulliciosos los de Italia, con la Scala de Milán como epicentro de tormentas y fiascos memorables, con peleas, cancelaciones y abucheos antológicos a la orden del día, en un mundo lírico convulso, muy diferente al que hoy vivimos.

Estos recuerdos, magníficamente hilvanados narrativamente hablando, nos aportan el privilegio de entrar en una intimidad que da una visión más completa de un director que fue mucho más allá que la mayoría de su generación, que supo marcar un punto de inflexión para conseguir que la música clásica fuese relevante y que, con sus contradicciones, grandezas y miserias, definió una época que ya es historia. En las instituciones en las que estuvo implicado dejó una impronta que llega hasta nuestros días. Ahí está su legado, y también en la búsqueda de su verdad musical en el trabajo del repertorio que abordó con personalidad propia y carácter inconfundible. Aupó la carrera de artistas que, bajo su impulso, se convirtieron en nombres esenciales de los circuitos. Algunos de ellos aun siguen trabajando a pleno rendimiento. Y sus copiosas grabaciones nos permiten seguir disfrutando del legado de un maestro excesivo y único.

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