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El Evangelio según Amélie Nothomb

La excéntrica escritora franco-belga relata la pasión de Cristo en su nueva novela Sed, escrita en primera persona y por la que ha sido tachada de sacrílega y blasfema

La escritora Amélie Nothomb.

Primero vino Nikos Kazantzakis con Última tentación de Cristo, que Martin Scorsese llevó al cine. Ahí Jesucristo, en plena agonía en la cruz, quiso quitarse de encima su carga divina y redentora para vivir felizmente junto a María Magdalena. Luego fue José Saramago quien describió con crudeza esa pasión y muerte. Ahora llega la escritora franco-belga Amélie Nothomb -la de los sombreros estrafalarios , la que es seguida por decenas de lectores como una estrella del rock- y escribe su versión, sintética, legible y brillante, como todos sus libros, en Sed (Anagrama), donde explica las últimas 24 horas de esa persona que existió históricamente y de la que poco importa -por lo menos a la autora- si fue o no el hijo de Dios.

según Amélie Nothomb

«Fue un hombre que se sometió voluntariamente al sufrimiento, uno de los más terribles, eso es lo que más me interesaba», cuenta Nothomb una soleada tarde de febrero en Barcelona, tras haber seducido a los fotógrafos posando como un Cristo con los brazos abiertos. Icónica Nothomb. Ni siquiera un tema tan serio como el de la pasión de Cristo le hace abandonar una portada de sus libros. Aquí también está ella en primer plano.

Y es que, en el fondo, lo que cuenta Sed no es historia sagrada sino historia humana: el flechazo que la Amélie de tres años sintió cuando su padre le habló de ese superhéroe llamado Jesús -«yo sentía que Jesús era eso, un superhéroe no tanto por hacer milagros sino porque se somete voluntariamente al dolor y no hay nada más humano y terrible que el dolor»-. El libro, el 22º de esta grafómana empedernida, está también vinculado a su padre, pues es el último que el diplomático y aristócrata pudo leer antes de fallecer y pasarle así el título de barón a su hija.

Consciente e inconsciente

Pese a su destino terrible, su Jesús es ligero y humano como todas las novelas de la autora, quizá demasiado humano, consciente de un cuerpo que le sirve para amar más que espiritualmente a María Magdalena y es capaz de adoptar una irónica distancia frente a las exigencias divinas. «Esta novela debía ser en primera persona, por eso todas las mañanas durante cuatro meses me levantaba consciente de que iba a subir al Calvario e inconsciente de que, mientras lo hacía, mi padre estaba próximo a la muerte».

¿Qué hace la excéntrica y mundana Nothomb escribiendo sobre un tema religioso? Al margen de que su familia, incluido un biógrafo y amigo íntimo de André Malraux, sea tradicionalmente católica, el interés por el cuerpo -sea de Cristo o no- empapa la mayoría de sus novelas, sobre todo las autobiografías en las que relató su anorexia. Que esta se llame Sed, la que sintió Cristo en el Calvario cuando le acercaron una esponja con vinagre, entronca con esas inquietudes y fantasmas, pero eso no le han importado las críticas que ha despertado la novela. «Tengo la sensación por las cartas recibidas de creyentes y no creyentes que no se me ha leído bien. Mi libro no es religioso y quizá por eso las reacciones del Vaticano y de la vieja curia ha sido tibias, eso sin contar las horribles cartas en las que se me tachaba de sacrílega y blasfema. La salvedad ha venido de los jóvenes sacerdotes que sí lo han comprendido, y eso ha sido muy satisfactorio». El libro de Nothomb se une al escrito por Emmanuel Carrère sobre la fe y la trascendencia religiosa, El reino. ¿Hay algo en Francia que incite a los escritores a preocuparse por ese asunto? Le hace gracia la pregunta: «Francia está fatal y Bélgica le va a la zaga. Vivimos una crisis que es más psicológica que económica y estamos buscando respuestas, pero tendría que pensarlo más profundamente».

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