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Fotografía

Norman Parkinson

La línea que separa a dos maestros

Norman Parkinson La línea que separa a dos maestros

No quería fotografiar máscaras perfectas, mi idea era de retratar rostros. Nunca me interesaron las máscaras si no los rostros, jamás quise fotografiar maniquíes, sino mujeres reales, por eso las saqué al aire libre y las dejé ser ellas mismas.

Antes de que Richard Avedon tomara la cámara fotográfica, Norman Parkinson realizaba el ejercicio de la fotografía de modas y los retratos de personalidades de la sociedad contemporánea, logrando un reconocimiento unánime dentro y fuera de la profesión. Ambos tuvieron una visión similar de estos géneros, manteniendo sus diferentes lenguajes dentro de un discurso análogo; contemplando su respectiva obra, para un neófito, sería fácil confundirlos, bien que en cada uno de ellos destaca su propio estilo y su personal visión de la elegancia y la sensualidad que subyace en los mensajes contenidos en las imágenes.

Separados por una fina línea, la inspirada obra de Parkinson se reconoce por las altas cotas de una nueva manera de contemplar la distinción en la figura y en su forma de componer, a través de imágenes de naturaleza poética y sentido del humor; el mismo fotógrafo, a menudo, aparece en las composiciones con su aspecto de lord inglés desgalichado, no desde un punto de vista totalmente narcisista sino para dotarlas de un extravagante y exquisito humor.

Norman Parkinson La línea que separa a dos maestros

Conquistar París

Si Richard Avedon conquistó Paris fotografiando a sus modelos en los barrios bajos, rodeadas de la gente que salía al paso, Norman Parkinson lo invadió desde el aire en una insólita y maravillosa sesión fotográfica a bordo de una avioneta conducida por una sofisticada modelo mientras el piloto figura junto a ella, expectante. Es una hermosa, original y moderna imagen, de rara belleza, que sublima la fotografía de modas, destacándola como una de las más emblemáticas de toda su producción, debido a su composición, su leit motiv y lo complicado de su realización. No debemos olvidar que la inmensa obra de Avedon contiene una excelencia que puede competir en este ficticio match: Dovima y los elefantes.

Norman Parkinson La línea que separa a dos maestros

Patito feo

La fotografía de modas era considerada el patito feo en el ámbito de la excelencia fotográfica, pero esta idea cambió gracias a fotógrafos como Avedon y Parkinson y a su inclusión en las colecciones de los grandes museos de todo el mundo. Por aquellos años, de forma global, solo era valorada la fotografía documentalista, también conocida como humanista, representada por medio de grandes fotógrafos como Henri Cartier Bresson, Jacques Henri Lartigue, Willy Ronis y Robert Doisneau, en Francia; el fotógrafo checo Joseph Koudelka, los americanos Walker Evans, Margaret Bourke-White, James Weegee y Dorothea Lange, Robert Capa, Diane Arbus, Robert Frank, Berenice Abott, Garry Winogrand, Elliot Erwitt, etc. En Europa también destaca el húngaro André Kertész, que vivió durante toda su trayectoria en París. La fotografía pictorialista se lleva, asímismo, el gato al agua con autores como Clarence H. White, Alfred Stieglitz, Joaquim Plá Janini, Eugene Atget, José Ortiz Echagüe, Edward Steichen… La fotografía paisajística también contaba con el status de imprescindible, en la que destacan con grandes honores el fotógrafo norteamericano Ansel Adams y el brasileño Sebastiao Salgado y actualmente el islandés Ragnar Axelsson y el español Sergio Belinchón, que realiza maravillosas imágenes sobre el tema de la ciudad.

Norman Parkinson La línea que separa a dos maestros

Parkinson nace en Londres en 1913, mientras que el nacimiento de Avedon fue en Nueva York en 1923; el inglés inició su andadura trabajando como ayudante de los fotógrafos de la Corte Británica, en 1931, abriendo su propio estudio en 1934, comenzando entonces a trabajar para Queens y Harper´s Bazaar. A partir de ahí –hasta su obituario en 1990- sucede toda una carrera, de suma importancia, en la que es contratado por las grandes revistas de modas de todo el mundo, creando escuela y un buen número de icónicas imágenes, realizando exposiciones en los más destacados museos del mundo, como asímismo en publicaciones en las grandes editoriales especializadas en fashions books, e igualmente en libros monográficos que inmortalizaban la obra de los grandes artistas de nuestro tiempo.

Norman Parkinson La línea que separa a dos maestros

El mundo es mi estudio

En su pasaporte figura con su autentico nombre, Ronald William Parkinson, lo de Norman viene a costa de su colega y socio, con quién le unía gran amistad, Norman Kibblewhite, con el que fundó un estudio fotográfico en el periodo de entre guerras. A ambos les seducía la idea de descubrir a grandes modelos con sus bonitos rostros y sus largas piernas, así descubrió a Nina von Schelebrügge, madre de la actriz Uma Thurman, a la edad de 16 años, convirtiéndola en una gran modelo, y a Wenda Roguerson que se convirtió en su musa y pronto contrajeron matrimonio. Más tarde descubrió a Twiggy, que destacó en los años sesenta, y a diosas contemporáneas como Imán, antes de ser la esposa de David Bowie, y a Jerry Hall. No llegó a ser el descubridor de la gran Carmen Dell´Orefice pues una cazatalentos se le adelantó, aunque ha trabajado con ella en infinitas ocasiones. Antes de Parkinson la inmensa mayoría de las fotos de modas que se publicaban en las revistas se tomaban en estudios con modelos en poses rígidas y sin alma autoral, habitualmente iluminadas de forma artificial. A partir de los años treinta, este elegante británico de aspecto aristocrático rompió moldes al sacar a las modelos a la calle, obligándolas a correr de forma alocada, a lanzar sonrisas llenas de sensualidad al objetivo, a pilotar avionetas e incluso montar en enormes avestruces, creando una forma nueva de mirar, un nuevo lenguaje en la fotografía de modas que comenzó a interesar a los directores de arte de las más importantes revistas. Se consideraba más artesano que artista, sabiendo capturar el espíritu de la Gran Bretaña de los años treinta, la austeridad de la segunda guerra mundial y la elegancia sofisticada de los años cincuenta.

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Carmen Dell´Orefice

Considerada por el libro de los records Guiness como la modelo más longeva, parece ser que poco antes de sobrepasar los noventa años, continuaba en activo, desfilando en las más importantes pasarelas del mundo, convertida en un mito para el ámbito de la moda, todavía hoy. Su relación con Norman Parkinson fue muy fructífera y su trabajo figura reunido en las colecciones de la National Portrait Gallery. Nacida en Nueva York en 1931, hija de un violinista italiano y una bailarina húngara, que emigraron a América antes de su nacimiento. En su niñez conoció muy de cerca la extrema pobreza; su maltratador padre la abandonó en la miseria, mientras su madre, que deseaba que Carmen siguiera sus pasos, se mataba a trabajar y así consiguió matricularla en escuelas de ballet, hasta que un día, cuando contaba 14 años de edad, fue descubierta por la esposa de un fotógrafo de Vogue y su vida cambió para siempre. A partir de ahí se sucedieron las portadas en las revistas mas importantes y nació la leyenda Dell´Orefice, deseada por los más grandes fotógrafos de la Moda como Cecil Beaton, Irving Penn y Richard Avedon, Salvador Dalí la consideraba su musa. Se casó en tres ocasiones. Es madre de una hija, Laura. También ha trabajado como actriz. Fellini pensó en contar con ella para su célebre película de 1963 Otto e mezzo, pero su agenda le impidió trabajar con el genio italiano. Tuvo otras oportunidades de intervenir en películas, pues, entre otras, fue dirigida por Michael Cimino en el film de 1996 The sunchasser. Ha trabajado, además en dos ocasiones con Woody Allen, en Celebrity (1998) y en La maldición del escorpión de jade (2001), recibiendo el premio de mejor actriz de reparto en el Festival de Cine de Nueva York. En sus últimas entrevistas, la modelo suele comentar sobre lo maravillosa que ha sido su vida, y siempre añade divertida: ¿conocen a muchas mujeres cuya fotografía para el certificado de pensionista haya sido tomada por Norman Parkinson?

«Es el fotógrafo más extraordinario que he conocido jamás», sentencia Terence Pepper, que fue responsable durante cuarenta años de la colección fotográfica de la National Portrait Gallery de Londres. «Parkinson lo hizo todo antes que nadie. Es el hombre que reinventó la fotografía de modas en Europa, el que mejor supo interpretar la nueva libertad que impulsaba a la mujer». Como fotógrafo de estrellas, delante de su objetivo pasaron las más célebres como Ava Gardner, Elizabeth Taylor, Audrey Hepburn, Katherine Hepburn y un largo etcétera que incluía a Gregory Peck, Cary Grant, Raquel Welch, Charlotte Rampling… En sus inicios trabajó para las frívolas páginas de papel couché del Vogue (¡cómo no!) pero sus desavenencias con la dirección de la revista fueron sonadas pues mantuvo un tira y afloja durante todo el tiempo que duró su contrato de varios años. Más tarde aceptó la oferta de la revista inglesa Queen, como editor asociado, llegando a convencer a la reina Isabel para posar en plan cándida por las galerías y salones de Palacio. Se encargó de fotografiar a los Rollings Stones y a los Beatles, inmortalizándolos en imágenes que con el tiempo han devenido icónicas. Alejado del glamour de la moda, con un lenguaje propio realizó reportajes relatando las guerras que le tocó vivir, pasando del horror a ser testigo del auge de la explosión que significó la cultura pop británica en la década de los años sesenta del pasado siglo XX, adelantándose a la espontaneidad del Swinging London, desde la minifalda de Mary Quant, el free cinema, lo beat y lo mod, Carnaby Street, las jóvenes modelos como Jean Shrimpton, Donyale Luna y Twiggy que crearon un nuevo tipo de mujer moderna.

Parkinson tuvo el encargo del museo National Portrait Gallery de Londres para realizar una sesión de retratos con la Reina madre y sus dos hijas, la reina Isabel II y la princesa Margarita; ante este trabajo, el fotógrafo comentó: «Les hacía mirar a la cámara portando un mensaje, soy una mujer real y estoy viva. Así las vi yo, más allá de la celebridad y de la belleza o de la majestuosidad que desprenden las composiciones».

Una mirada de gran honestidad

Según la editora de modas Grace Codington, «Parkinson era muy bueno para descubrir nuevas caras, igualmente podía crear poderosas imágenes en cada lugar que visitamos, cada sitio lo miraba de forma personal. Recuerdo cuando fuimos a Rusia por motivos de trabajo, con Jerry Hall de modelo; cada imagen que tomó contaba con una narración que implicaba una lectura política además del glamour que desprendía». Sus obras contienen las cualidades perfectas imprescindibles para un fotógrafo de modas pues conecta con facetas complejas de la industria que él sabe relacionar con la sociología.

Norman Parkinson trabajó toda su vida con modelos a las que consideraba seres superiores, «son más valientes, trabajadoras y honestas que los hombres», dijo de ellas. Gran improvisador, no temía los fallos que pudieran suceder durante las sesiones fotográficas. Su gran inventiva para organizar la composición fotográfica le hacía superar cualquier percance que pudiera ocurrir, así los propios errores podían contemplarse como hallazgos. Iman Bowie, que era considerada una de sus musas, opinó así de él: «Al igual que el baile, la fotografía es un proceso de colaboración, por ello, Norman Parkinson es Fred Astaire». Diré, como en una última vuelta de tuerca, para que conste en acta, que Norman Parkinson reinventó la imagen de la fotografía de moda y con su lectura fue quien mejor interpretó la nueva libertad de la mujer, creando imágenes en que la convertía en inspiradora, brillante, independiente, elegante y emprendedora, proyectando una narrativa poética de vitalidad y elegancia, plena de trascendencia.

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