Combatir la ansiedad colectiva

Arcade Fire. / porjordibianciotto
Jordi Bianciotto
La conexión de Arcade Fire con lo que el sentir colectivo forma parte de su ADN desde los viejos tiempos, y ahí ha encontrado la banda canadiense la coartada para sus canciones con aspiraciones bigger than life. Y si su anterior obra, Everything now (2017), suplió el grosor conceptual por un cancionero más ligero y lúdico, en WE vuelve a las andadas, empezando por ese nosotros bien claro y escrito en mayúsculas. Abran paso al titán del arena pop que un día miró de reojo a Springsteen y al que se arrimó el mismísimo Bowie. Ahora, de la mano de Nigel Godrich (arquitecto de Radiohead, entre otros logros), que aporta regeneradores trazos de cirugía de estudio, y entregando un artefacto que combina la juguetería electrónica con el baladismo enfático tendente al crescendo y la dinámica rock con vistas al estadio. Pone en primer plano una idea de angustia contemporánea que conecta con una vieja novela futurista, Nosotros (1921), del ruso Yevgueni Zamiatin, reflejo de la opresión popular practicada por los regímenes totalitarios.
Así, WE describe un viaje del yo al nosotros a través de las tinieblas de la depresión y la automedicación, la alienación de los mass media y el desamparo cósmico, en fin, hasta la gratificación que se deriva de la conciencia comunitaria. Flotan ahí el mal sueño pandémico, el pánico al liderazgo de Trump y otros fantasmas modernos. Material que el grupo aborda en un álbum a dos tiempos, con una primera mitad sumida en la era de la ansiedad y otra sacudida por el relámpago, con punto y final en ese redentor WE que arranca humilde, a voz y guitarra acústica, y procede a hincharse de un modo que haría feliz a U2. WE está confeccionado para caer a plomo en festivales y grandes recintos, si bien ofrece más espesor que excitación. Tras el pórtico de Age of anxiety I, con densas capas instrumentales, sobresale su continuación, Age of anxiety II (Rabbit hole), sobre todo tras su giro sintético, herencia de Reflektor (2013). Luego tenemos las letanías tortuosas de End of empire, con ecos de Bowie, y subiendo poco a poco el tempo, esas dos partes de The lightning, que recuperan la versión más clásica de Arcade Fire. El más alto punto de anclaje es Unconditional II, donde la voz de Régine Chassagne se cruza con la de Peter Gabriel sobre una refulgente pasarela con vestigios de synth-pop.
Después de todo, con este álbum, Arcade Fire nos dice que se ha convertido en un clásico moderno, autorreferencial y con problemas para superar sus cotas pasadas. Aquí, en su despedida del multinstrumentista Will Butler (que fue baja tras terminar el disco), y contando con cómplices tan selectos como Josh Tillman (Father John Misty), Geoff Barrow (Portishead) y Owen Pallett.
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