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Pamuk escribe una novela colosal

Orhan Pamuk. jose luis roca

En una lección de escritura donde empleando con maestría los infinitos recursos del género novelístico, Orhan Pamuk construye un apasionante relato épico que mezcla el asesinato, las ansias de libertad, el amor o los actos heroicos, para contarnos la realidad de la agonía de un imperio, el otomano, y el surgimiento entre sus restos de una nueva y pequeña nación y todo ello con el escenario de fondo de una mortífera epidemia de peste que con su agravamiento actúa de acelerador de la caída de unos y el ascenso de otros.

La historia se trasmuta en heroica y épica desde el momento en que Orhan Pamuk nos traslada con acierto que por encima de la grave epidemia, los héroes de ese relato luchan por la pervivencia de sus ideales y de sus amores que son puestos a prueba.

Las noches de la peste es también el retrato de una realidad muy reciente, una mirada al pasado que genera inevitables paralelismos con el presente porque aunque es una novela de ficción, relata una historia de cuarentena muy familiar para nosotros. Los problemas de pandemia que hemos estado experimentando en todo el mundo recientemente; las miles de muertes, el hecho de que la cuarentena no se implemente en términos reales a pesar del continuo aumento en el número de pacientes, la renuencia de la gente a tomar las medidas necesarias, el estado de ánimo de «no me pasará nada», el desbordamiento de los servicios médicos, los problemas económicos ocasionados por la cuarentena, también los psicológicos, el miedo a la muerte, el fatalismo, o la ira contra los dirigentes.

Las noches de la peste es también una novela con ingredientes políticos e históricos a través de los que se examina el conflicto de diferentes culturas, el miedo a la muerte, el amor y las tradiciones en un pequeño territorio en que conviven las culturas de Oriente y de Occidente. Todas las novelas de Pamuk giran en torno a las relaciones entre un Oriente de raíces fuertemente arraigadas en la tradición pero que se van olvidando y el empuje de Occidente, difícil de impedir.

Las noches de la peste nos traslada al inicio del siglo XX, 1901, y a la pequeña isla imaginaria de Minguer, «la perla del Mediterráneo», situada en el extremo noreste de la isla de Creta y el sur de la isla de Rodas, durante el reinado del sultán Abdülhamit II, gran califa del imperio otomano. Su capital, Arkaz, y la del resto de los pueblos es mitad musulmana y mitad griega.

En la isla se inicia lo que todo parece indicar una epidemia de peste, aunque ni el gobernador, Sami Pachá, ni los líderes de las comunidades religiosas, ni los cónsules de las potencias extranjeras quieren reconocerlo. El sultán Abdülhamit envía a dos personas para investigar el suceso: el prestigioso químico Bonkowski Pachá, y el doctor Nuri, que acaba de casarse con la bella Pakize Sultán, sobrina del sultán. Pakize Sultán decide acompañar a su esposo, el doctor Nuri en su viaje a la isla. Es gracias a Pakize y a las 113 cartas que a diario le envía a su hermana mayor, Hatice Sultán, que fue posible reconstruir los seis intensos meses que vivió la isla de Minguer. Al matrimonio lo acompaña en calidad de guardaespaldas de seguridad el joven militar otomano mayor, Kâmil, que en los meses siguientes se convertiría en el héroe de la isla y en su nuevo líder.

Lo cierto es que cuando los personajes llegan a la isla, se dan cuenta de que la gravedad de la situación es mucho peor de lo que pensaban y que la peste se ha adueñado de la isla y sus habitantes. La historia comienza a complicarse con el asesinato primero de Bonkowski Pachá, y después de su asistente, el doctor Ilias.

Se dictan medidas de confinamiento y otras prohibiciones que son contravenidas, especialmente por la población musulmana. El resultado es un aumento del número de muertes y la llegada del pánico que arrastra a la isla de Minguer al desastre.

Surge entonces la figura del mayor Kâmil y su ideal nacionalista que quiere liderar el movimiento en pro de una Minguer independiente y pone en marcha un proceso revolucionario.

Los actos de amor, de tragedia y de heroicidad, también de egoísmo y mezquindad, se irán sucediendo, especialmente a partir de la segunda parte de la novela, donde Pamuk nos sumerge en una vorágine de acontecimientos donde la muerte cobra especial protagonismo, bien por la acción mortal de la enfermedad, bien por el manejo de la horca a manos de las facciones enfrentadas.

El final mantiene el sabor épico de los grandes relatos. La tragedia se renueva dando paso de nuevo a la vida, al amor, y también a nuevas tragedias.

La sabia mezcla de elementos políticos e históricos convierten a Las noches de la peste en una novela de un apasionante relato en el que, sin duda, el amor juega un protagonismo singular. Pamuk crea tres parejas emblemáticas de su historia. El gobernador de la isla, Sami Pachá, y su amante oculta, la viuda Marika; el joven oficial Kâmil, nativo de la isla, que se enamora de la hermosa Zeynep, que le corresponde con un amor total y la princesa Pakize Sultán, tercera hija del sultán Murat V, bella y dotada de gran talento, enamorada de su marido, el doctor Nuri, ambos enviados a la isla de Minguer a luchar contra la peste.

Orhan Pamuk es, además de un genio de la narrativa -como ha demostrado en más de dos décadas de excepcional producción con novelas definitivas como El libro negro, La vida nueva, Me llamo Rojo o Kar (Nieve), un hombre comprometido y luchador por las libertades en una patria tantas veces convulsa y violenta como ha sido Turquía. Eso requiere todo el coraje que ha demostrado con su lucha contra vetos, imposiciones y represiones de los militares y de los nacionalistas. Desafiarlos le ha costado amenazas de muerte, juicios y periodos en un discreto exilio.

Con Las noches de la peste también ha tenido que hacer frente a las demandas judiciales de los intransigentes que le han denunciado por considerar que en el libro se mofa del fundador de la república, Mustafa Kemal Atatürk, en la persona del personaje mayor Kâmil. Demanda que no ha prosperado.

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