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Homenaje a la vida

El escritor Héctor Abad Faciolince EFE/PACO CAMPOS

Que la vida de la fama es la que queda cuando ya no estamos aquí, desde que estudié a Jorge Manrique de chaval en el instituto, siempre me ha parecido una verdad incontestable. Y eso es lo que hace Héctor Abad Faciolince en El olvido que seremos (2006; Alfaguara 2017): sitúa a su padre, el médico en salud pública Héctor Abad Gómez, asesinado en su Colombia natal por sus ideas, en el estadio de la inmortalidad: «[…] La única posibilidad de olvido y de perdón, consistía en contar lo que pasó, y nada más» (p. 212); «Este libro es el intento de dejar un testimonio de ese dolor, un testimonio al mismo tiempo inútil y necesario» (p. 220).

Conocí esta novela, no hace mucho tiempo, en una agradable cena en una plaza de Málaga entre compañeros asistentes a un curso que todos impartíamos. En ella, hablando de la actualidad, de cine y de libros, uno de ellos hizo referencia a esta novela. La calificó, y no como demérito, de sencilla y muy emotiva, con mucha denuncia social. Así que, al día siguiente, ya la estaba leyendo en mi viaje de vuelta a Elda. La disfruté mucho y me emocionó más; porque, conforme la leía, alternaba una doble identificación con lo narrado, unas veces como hijo de mi padre y otras como padre de mis hijos. Esa dualidad elevaba mi emoción. Por ello supe, casi enseguida, que tenía una gran novela entre las manos.

Seguro que tuvo que escribir muchas, muchas páginas de su diario (Lo que fue presente, Alfaguara, 2022), para poder construir esta maravillosa semblanza de su padre y de su relación con él en vida y después de muerto, contada en primera persona. Con ambas obras se adivina el camino tortuoso seguido hasta lograr un relato sereno del amor a su padre y de su propio perdón: «La cronología de la infancia no está hecha de líneas sino de sobresaltos» (p. 129), pero «El amor a la vida y a la alegría (lo que él nos enseñó) es mucho más fuerte que su inclinación a la muerte» (p. 242).

Héctor Abad Gómez cobra vida literaria poliédrica según su relación con el resto de los personajes. Trasmite confianza y paciencia, así como un elevado compromiso con la salud pública: «Para mi papá el médico tenía que investigar, entender las relaciones entre la situación económica y la salud, dejar de ser un brujo para convertirse en un activista social y en un científico» (p. 42). Dedicaba muchos esfuerzos a la felicidad de su familia y a la de todos aquellos que tenían la suerte de vivir en este mundo, lleno de ilusión, de optimismo y de seguridad en un progreso factible. Y así educaba a sus hijos: «Mi papa me dejaba hacer todo lo que yo quisiera» (p. 11). Aunque para otros era «[…] el marxista mejor estructurado de la ciudad y un peligroso izquierdista al que había que cortarle las alas para que no volara» (p. 44).

Se estructura en catorce apartados con títulos temáticos no enumerados. En ellos se incluyen 42 capítulos de extensión breve, con un estilo sencillo, de apariencia fácil, de frases lógicas con pinceladas de cierta poesía, la cual se convierte en la medida de su propia prosa. Así conocemos a su familia, verdadero núcleo de la novela, con esa complementariedad contradictoria, respetuosa y amorosa, entre su padre y su madre; la labor del padre como médico y activista social; la religión católica regidora del pensamiento mayoritario; su trabajo en la organización mundial de la salud; los años de lucha, los derechos humanos, la pobreza en Medellín; y, en medio, la muerte de un ser querido: […] porque la vida, después de casos como este, no es otra cosa que una absurda tragedia sin sentido para la que no vale ningún consuelo» (p. 159).

Y ¿Por qué deberías de leer esta novela? Porque se ha convertido en una referencia obligada y acertada de la novela en español de principios del siglo XXI, tanto por su temática como por su estilo narrativo tan desnudo y dulce. Y porque vidas contadas con la verdad desde el corazón nos ayudan a valorar lo vivido y a poder incorporar hechos terribles a nuestra propia existencia. Y este poder siempre hay que agradecerlo.

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