No es que el cuento se encuentre en un momento dulce, es que España es un país donde han desarrollado esa labor por lo breve algunos de los mejores narradores de la lengua española. Autores como Castán, Tizón, García Hortelano, Monzó, Márquez, Bilbao, Pàmies y tantos y tantos otros y otras que podrían cubrir la extensión de este artículo, han cultivado un género que se ha considerado menor, pero que autores de la talla de Borges, Cortázar o Chejov supieron darle la categoría que merece, porque el cuento es, en definitiva, el germen de cualquier historia, o, por así decirlo, tiene una entidad que se desdibuja en la novela, por la condensación y la inmediatez con la que se tratan las obras. España está viviendo un momento dulce en torno al cuento, tal vez Juan Casamayor, de la editorial Páginas de Espuma, o la librería Tres rosas amarillas, afincada en Madrid, son en parte los culpables de esto.
Ventanas y mentiras, de Juan José Rastrollo, publicado en la colección Frutos secos de la editorial Frutos del tiempo, bebe de esas fuentes y de la tradición más puramente americana; ecos de Carver, Cheever, Hemingway… sobrevuelan estos relatos donde lo que importa no es lo que cuenta sino lo que no cuenta. Rastrollo maneja muy bien esa teoría/técnica del iceberg que acuñó el propio Hemingway donde lo que está oculto o entre líneas es lo que realmente queda. Este volumen de veintidós relatos nos sumerge en la condición humana, donde el misterio reside en el corazón de los personajes, en la costumbre hecha milagro, donde lo cotidiano se expande ante el milagro de la vida. Personajes condenados a una vida anodina, por un lado están los bartlebyanos, observadores, voyeurs y solitarios que proyectan una mirada caleidoscópica de la realidad a través del espectáculo de la observación de las ventanas de los edificios de enfrente y por otro lado, seres más integrados en este mundo, pero que experimentan diferentes formas de simulación, paranoia, obsesión, locura o mentira como modus vivendi. Podríamos considerar a Juan José Rastrollo un retratista de lo cotidiano y casual, como un fotógrafo capaz de adelantarse al acontecimiento y así retratarlo y dotarlo de trascendencia.
Juan José Rastrollo (Elche, 1968) es doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, con una tesis sobre poesía hispánica contemporánea; máster en Creación Literaria y Estudios Comparativos de Literatura, Arte y Pensamiento por la misma universidad; y licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. Ha sido profesor de lengua y literatura durante muchos años en Barcelona y actualmente imparte clases en un instituto de Elche. Ha publicado relatos, reseñas y numerosos artículos de investigación sobre poesía en diarios o revistas como Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Literatura, Círculo de Poesía o Castilla. Ha sido colaborador de la revista Pliego Suelto. Recientemente, ha publicado en la editorial Cátedra (Letras Hispánicas) la primera edición crítica del poema largo Metropolitano, de Carlos Barral. Como autor literario, fue finalista en el XLVIII Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro en 2016 con su primera novela, Berlín-Barcelona Kabarett, que poco después mereció el Premio Literario Miguel de Unamuno en 2017.
Ventanas y mentiras es un libro con mucho carácter, una estupenda colección de historias que nos conducen a algunas obsesiones del autor, que son afines al resto de la humanidad. Como en su anterior obra, Rastrollo nos vuelve a sumergir en la condición humana, en lo irónico y voluble que es el ser humano. Este autor nos muestra la luz, pero, sobre todo, las sombras de personas y personajes donde la zozobra está muy cerca. Podríamos indicar que Ventanas y mentiras bebe de esa tradición de cuentistas españoles. Rastrollo ha leído mucho y ha sabido muy bien integrar el oficio en una escritura clara y limpia, donde lo que retrata es incluso más importante que la acción. Esta obra es la consagración de un autor con un peso específico dentro del relato y de la literatura en general. Esperaremos a lo que nos ofrezca en el futuro. La literatura alicantina está de enhorabuena.
