Cuatro décadas después de que su asalto a Tainted love (el clásico del northern soul original en la voz de Gloria Jones) se llevara por delante las listas de éxitos, Soft Cell vuelve con un álbum que, según ha advertido el dúo, bien podría haberse llamado Future nostalgia si no fuera porque Dua Lipa ya se había anotado el título. Álbum descreído, un poco melancólico, pero finalmente triunfal, que transmite vocación de supervivencia y fogonazos de euforia a través de los escombros de los viejos sueños. Happiness not included es su primer disco en 20 años, y muestra a Marc Almond y Dave Ball retomando el estilo que acuñaron en los primeros 80, aquel erotic cabaret hecho de electrónica espartana y romanticismo portuario.

Nostalgia del futuro veinte años después

El tiempo ha pasado y ahora gana terreno la cavilación en torno a cómo se han desenvuelto las más remotas fantasías: ahí está el tema de apertura, Happy happy happy, que invita a bailar no llorando, pero sí haciendo examen de conciencia entre insinuaciones de que vivimos todos dopados por pastillas y artificios. «¿Adónde fueron nuestras esperanzas? / ¿Nuestros sueños inocentes?» ¿Eran tan solo cuentos de ciencia ficción?». El disco entra con facilidad a golpe del funk robótico de Polaroid (tema que evoca su encuentro con Andy Warhol), las sombras góticas de Bruises on all my illusions (una «versión oscura de Bedsitter», según Almond) y el número más efervescente, Purple zone, alianza con Pet Shop Boys con sintes herederos de Always on my mind y fondo agridulce, apuntando a la soledad y el desamparo en las clases subalternas (vean el costumbrista vídeo ambientado en grises bloques de viviendas).

Ahora que tantas cosas apuntan a una cierta simulación de la felicidad, Soft Cell viene a decirnos que podemos acceder a momentos de plenitud y evasión sin dar la espalda a aspectos mundanos ingratos y al cara a cara honesto con nuestras convicciones e ilusiones. Por ahí va el tema titular, acusando incluso a la madre Inglaterra («no podemos desinfectar nuestra historia»), y ese sustancioso tramo final de temas más recogidos, donde Almond nos entrega un clímax bello y sereno, suspirando por un New Eden a voz y piano.