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Clarence John Laughlin: La inspiración que surge de la literatura

The Ego-Centrics (1940) Clarence John Laughlin

☺ «A lo largo de mi vida no he podido averiguar cuál es la naturaleza de la realidad. Solo sé que es un misterio»

Clarence John Laughlin

En esta sucesión de artículos sobre los grandes fotógrafos de la historia que me traigo entre manos y puntualmente edito en PhotoSoul, no podía faltar este pionero del surrealismo en la fotografía. Toda su obra es un trabajo de gran maestría e inmensa imaginación que transita hacia lo siniestro con formas literarias. Una larga narración de mundos oníricos y leyendas sobre la simbología de la muerte; escenas fantasmagóricas que trascienden lo convencional con asombrosa naturalidad conduciéndonos a imágenes directas, que no ofrecen ninguna dificultad en su lectura; representaciones góticas de cementerios con figuras femeninas flotando en el ambiente, nunca de forma gratuita, pues su sitio es este en el que se hallan fotografiadas, rodeadas de formas constructivistas, utilizando impresiones múltiples, con la intención de crear superposiciones que simulan efectos fantasmagóricos provenientes de la inspiración gótica contenida en los textos de las obras de Edgar Allan Poe, planteando una reflexión sobre el misterio que entraña la muerte, trascendiendo las nociones convencionales de lo inquietante representado en sus obsesiones personales.

Maestro del surrealismo

Su obra se extiende más allá de treinta años, desde inicios de la década de 1930 hasta avanzados los años sesenta.

Pronto recibe el apodo de el padre del surrealismo estadounidense, Clarence John Lauglin (1905 – 1985), de formación autodidacta, nacido en Lake Charles, Louisiana, en el seno de una familia de clase media, tuvo una infancia típica de niño introvertido, con pocos amigos, a quien le unía una gran relación con su padre quien cultivó su amor por la literatura. A la edad de cinco años se traslada con su familia a Nueva Orleans, viviendo allí durante toda su vida. Siendo muy joven tuvo que sufrir la muerte de su progenitor, abandonando la escuela secundaria antes de cumplir los quince años; sumamente alfabetizado para su edad, derrochaba un amplio vocabulario y un gran amor por el lenguaje; en su primera idea figuraba la ambición de convertirse en escritor e intentó durante muchos años publicar sus escritos, poemas e historias impregnadas de gran simbolismo de inspiración característica francesa, pero el éxito no llamó a su puerta. Laughlin siempre había sentido una extraordinaria pasión por los poetas simbolistas franceses y el arte que emanaba del país galo en el periodo de entre guerras.

The Mask Grow To Us Clarence John Laughlin

Sentimientos místicos

Descubrió la fotografía cuando contaba con 25 años de edad y se puso a trabajar utilizando una pequeña cámara que había aprendido a manejar por sí mismo, con un claro objetivo, aprender sin necesidad de asistir a una escuela, creándose un plan de estudios sin contar con un profesor, avanzando por sí mismo progresivamente hasta conseguir su propósito que incluía el estudio y la práctica en el laboratorio, donde realiza las copias de sus imágenes.

Trabaja en el cuarto oscuro manejándose, con soltura, entre las sales de plata, manipulando con sus manos -fáciles trucos de laboratorio- para que el cielo del mediodía aparezca, en la impresión sobre el papel, positivado con las tonalidades de la noche, creando de esta manera la ambientación que le conviene; piensa que sus imágenes no concretan el mensaje que desea expresar y por ello se decide a escribir textos que acompañen cada una de las fotografías con la finalidad de significar sus ideas con la claridad precisa; cada una de las figuras fantasmagóricas que aparecen en las imágenes encierra una historia y los textos que las acompañan expresarán la relación existente entre la creación fotográfica y la imaginación plagada de sentimientos místicos y atmósferas poéticas. Imágenes trascendentales en las que el espectador debe completar la historia existente, transformando así su experiencia visual, pues el autor ofrece otra forma de comunicación a la que se enfrentará quizá por primera vez ante un tema no demasiado característico en el ámbito de las artes visuales; imágenes envueltas en un halo trágico que suceden en un territorio donde el misterio es un concepto imprescindible que forma parte absoluta de la trama, personalizando nuestros miedos por medio del hallazgo de una mitología basada en encrucijadas entre dioses y deseos, proyectando cierta simbología sobre la miseria y los temores propios de la sociedad en un discurso de estructura psicológica.

«La cámara se podría utilizar como un instrumento para explorar la mente del hombre, el mundo interior donde el hombre vive, tanto por símbolos como por emociones, la cámara podría jugar el rol del tercer ojo».

Clarence John Laughlin La inspiración que surge de la literatura

Josef Albers (1888 – 1976)

Artista y profesor de origen alemán desarrolló su trabajo tanto en Europa como en EE.UU. creando las bases de los programas de educación artística de gran influencia del siglo XX. Con esta frase: «tus fotos no están esperando a que las mires, están mirando», sugiere que la obra de Clarence John Lauglin tiene vida propia y que esta vida, siendo interior, es la idea que subyace en los argumentos que parten de la literatura que la configura.

Clarence John Laughlin La inspiración que surge de la literatura

Romántico sí, maldito no

Fue amigo de grandes fotógrafos de su época con los que intercambiaba cartas e imágenes: Carlotta Corpron, realizadora de abstracciones a modo de los rayogramas de Man Ray; Edward Weston que se caracterizó, desde sus comienzos, por utilizar una cámara fotográfica de placas de formato 18 x 24 y ha sido considerado uno de los grandes fotógrafos de la historia. Wynn Bullock, dueño de una obra cargada de elementos filosóficos y psicológicos; Imogen Cunnigham, que destaca en el ámbito fotográfico por ver las flores de manera abstracta, y, el mítico fotógrafo húngaro, Brassaï, que inmortalizó las noches de París de su época. Todos ellos han otorgado a la Historia de la Fotografía un buen puñado de obras maestras que se hallan en las colecciones de los museos más importantes del mundo.

Laughlin se consideraba a sí mismo un romántico de limite absoluto y no un maldito fotógrafo aficionado que jugaba a convertirse en artista, futuro creador de imágenes impactantes y evocadoras. Toda su obra está anclada en un territorio de misterio.

No parece que se sintiera frustrado por no haber podido convertirse en escritor. Fotografiando los escenarios de tétricas representaciones teatrales, se sintió sobradamente realizado pues, en el terreno fotográfico el éxito sí llegó de forma rotunda, dejando constancia de su trabajo en infinidad de exposiciones y en volúmenes de los libros cuyas ediciones se suceden continuamente en las prestigiosas editoriales donde se han publicado. Desde sus inicios Clarence John Laughlin ha sido uno de los grandes fotógrafos americanos, gozando hoy en día de la consideración de ser un artista histórico.

Clarence John Laughlin La inspiración que surge de la literatura

Arquitectura

Una de sus obras más representativas es Poemas del mundo interior, en la que unía su pasión por la literatura con sus representaciones visuales cargadas de lirismo. Escribió a menudo sobre las conexiones entre el deseo y la imaginación manifestados a través de la cultura fotográfica, al mismo tiempo que tomaba fotografías de los edificios del barrio francés de Nueva Orleáns. Para Laughlin la arquitectura era el arte más comprometido con la vida de los seres humanos, realizando estudios fotográficos sobre las mansiones de las plantaciones de algodón construidas en 1800.

Uno de sus trabajos más importantes que mantiene una aureola legendaria a lo largo de los años es Ghosts along the Misissippi (The magic of the old houses of Louisiana), publicado en formato de libro por primera vez en 1948. Es una elegía poética, una historia fascinante sobre el auge y caída de las plantaciones de Louisiana, mostrando como estas mansiones y la forma en que fueron construidas, los materiales empleados junto con su estilo no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Es este un libro de fotografía arquitectónica que ha alcanzado el status de culto entre los coleccionistas, debido a los elementos de surrealismo espeluznante que aparecen en las composiciones de sus imágenes. Mansiones que fueron grandiosas en su tiempo y que se desmoronan ante la visión maestra de Laughlin, rodeadas de seres fantasmagóricos, guardan, asimismo, cierta nostalgia que reconoce estos edificios como monumentos a la esclavitud, figurando entre los márgenes de una cultura triste y opresiva.

Clarence John Laughlin La inspiración que surge de la literatura

Biblioteca

Dejó de crear imágenes en el año 1967 a causa de una artritis paralizante, comenzando a catalogar su trabajo de más de 17.000 piezas. Historiadores que se han acercado a su obra lo acreditan como el primer fotógrafo surrealista norteamericano creador de imágenes nostálgicas que reflejan la influencia del fotógrafo histórico francés Eugène Atget. La biblioteca de Laughlin es una enorme colección de más de 30.000 volúmenes, donde se hallan representados temas como la ciencia ficción y la fantasía. Novelas de distintos autores cuyas tramas aúnan el misterio de lo macabro con el terror. Espiritualismo y ocultismo, la sexualidad, el arte y diseño del siglo XX, arquitectura, fotografía victoriana, psicología… y una colección de revistas de cultura pulp. Todo un crisol de temáticas diferentes que avalan la vasta erudición que poseía.

Doctorado en Letras y Humanidades en 1976 por la Newcomb Art school, de la Universidad de Tulane, el mismo año en que volvió a casarse con Elizabeth que había sido anteriormente su segunda esposa de las cinco mujeres con las que había contraído nupcias.

«La fotografía es fascinante, pero ¿desde que momento soy fotógrafo? Yo quería ser escritor. Soy fotógrafo por que soy escritor, por qué toda mi inspiración sale de mi escritura. Se podría decir que la verdadera inspiración proviene de la literatura».

Iconografía detallada

Como ya manifesté, Laughlin recurrió al recurso de explicar sus imágenes mediante subtextos a pie de foto que intentaban acoplarse a las fotografías yendo más allá del simple registro de datos técnicos, intentando explicar la concretización de los elementos intrínsecos de la expresión artística, deparando una iconografía detallada sobre la simbología de sus imágenes. En este, su propio contexto, según mi opinión, no son necesarias estas etiquetas pues sus fotografías se ven y se entienden por sí mismas sin necesitar del adorno de un texto explicativo. La inspiración sí puede provenir de material literario. Las narraciones literarias pueden ser consideradas fuente de inspiración para la creación de formas artísticas, pero las imágenes deben entenderse sin necesidad de interpretarlas a través de un texto. Y a pesar del interés de su autor en explicarlas, lo visual tiene mayor fuerza significativa que las leyendas que salían de su pluma.

Profeta sin honor

Rebuscando fervorosamente entre los legajos que configuran la biografía de Clarence John Laughlin; además de entre las páginas del libro de A. J. Meek, Profeta sin honor, hallé un dato que me impresionó, pues habiendo fallecido en Nueva Orleans (EE.UU.), fue enterrado en el cementerio Père Lachaise de París, concretamente en el columbario 733836, división 87 según un breve informe del citado camposanto. Otro acontecimiento extravagante que añadir a su biografía, pensé. Haciendo conjeturas decidí averiguar el por qué y lo comenté con mi amigo, el fotógrafo, Josep Vicent Monzó que sabe tanto de fotografía y de fotógrafos pues ha vivido toda su vida entre ellos como director de la colección de fotografía del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) y responsable de su conservación; llegamos a la conclusión de que sería interesante comunicar con algún archivo fotográfico correspondiente a museos de Nueva Orleáns; por lo tanto me dirigí vía e-mail al Centro de Investigación Williams que forma parte de The Historic New Orleans Collection y no tardó en contestarme, muy cordialmente, Rebecca Smith, subdirectora de la citada institución, comentándome que nuestro célebre fotógrafo estuvo vinculado a Francia y durante sus últimos veinte años visitó el país en varias ocasiones, disfrutando de una gran acogida por las grandes esferas culturales del país siendo galardonado con premios de extraordinaria relevancia. Aunque, no me cabe la duda de que para él su gran trofeo supuso que sus cenizas lograran descansar ad aeternum en suelo galo, entre los grandes simbolistas que tanta inspiración le habían proporcionado. Siendo gran amante de los cementerios y dedicando su vida a fotografiarlos ¿cómo no iba a querer ser enterrado en el más hermoso y legendario camposanto del mundo un hombre lleno de romanticismo, un ser tan sensible? ¿Es posible que la imaginación de un romántico empedernido como Laughlin, de alma francófila, siguiera activa después de su muerte llegando a discernir que este último pequeño aposento donde iba a descansar a perpetuidad el polvo de sus restos mortales, se encontraba en un rincón sublime, tan lleno de historia de la Francia que tanto amó?

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