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Bruno Munari entre Leonardo y Peter Pan

Una de las obras más populares de Munari, que se puede ver en el MACA, y una imagen icónica de artista italiano. fundación march

«Ven a jugar conmigo que tengo tantos juegos curiosos que quiero enseñarte…» Bruno Munari

Esculturas de viaje.

Jugar es el término que normalmente empleamos para el ocio y sin embargo no lo tenemos considerado como proceso o metodología para el aprendizaje. Esta es la premisa de donde parte nuestro protagonista para explicarnos sus planteamientos sobre la creación y la educación. Hablo de la exposición dedicada a Bruno Munari que desde junio de este año podemos visitar en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, hasta el 25 de septiembre. Bajo el título homónimo Bruno Munari, es la primera retrospectiva dedicada a Munari en una institución española realizada en cooperación con la Fundación Juan March de Madrid, donde tuvo lugar la primera muestra en los meses de febrero a mayo que, comisariada por Marco Meneguzzo, Manuel Fontán del Junco y Aida Capa, cuenta en esta segunda muestra, algo más reducida que la anterior, con la colaboración del Consorcio de Museos, y que continuará su itinerancia después del verano en la sede de la Fundación en Palma de Mallorca y en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca.

Estructura continua para Danese (1961-67), Cóncavo, convexo e imagen de Munari.

Ninguna exposición cae porque sí en el MACA ni en ningún espacio museístico. Tiene una razón de ser, viene dado por unos criterios que convergen con los objetivos del mismo y cumplen de alguna manera un concepto de integración y contextualización, bien de índole historicista o de contenido. Por ello, y si se me permite, comenzaré este artículo, con unas breves notas en primera persona sobre cómo llega Munari a España y en concreto a Alicante.

Abitacolo, una de las piezas centrales de la exposición del MACA.

Conocí el trabajo de Munari en mi etapa estudiantil en la Facultad de San Carlos de la Universidad Politécnica de València hacia 1982. En 2017 me encontré nuevamente con su obra en Turín con motivo de la participación de la galería Aural en la feria de Artissima, pues lo tenía justo en el stand de enfrente, en la galería Repetto de Londres. Realmente fue Massimo Pisani quien me advirtió sobre Munari en el stand vecino. Se trataba de obras históricas, dibujos futuristas, esculturas de viaje y algunos de sus móviles o máquinas inútiles. Me pregunté si colaborarían conmigo para realizar una exposición en España ya que Munari no era muy conocido ni había tenido ninguna importante individual en nuestro país, excepto en 1982 en la Galería Nomen de Barcelona, comisariada por Gloria Moure, y anteriormente en la galería Cadaqués en 1975, con la que mantuvo una vinculación especial. En 2007, el Instituto Europeo de Diseño (IED) en Madrid organizó una muestra y una mesa redonda conmemorativa del centenario de su nacimiento, y en 2018 nuevamente el IED hizo una muestra 20 años después de su muerte de la mano de Rafaella Perrone, como explica Juli Capella en su texto Munari en España. Tan leído como desconocido para el catálogo de la exposición hoy en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante y publicado por la Fundación Juan March.

Bruno Munari entre Leonardo y Peter Pan

Carlo Repetto, el director de la galería, una persona realmente encantadora, se mostró muy colaborativo. Arrancamos, pues, con una presentación en Arco en 2018 diseñando un apartado exclusivo con algunas piezas significativas desde los años 30 hasta los 90. Fue entonces cuando propuse a varias colecciones y museos la posibilidad de organizar esa gran exposición en nuestro país y generar una idea colaborativa entre galería e institución. Una de las instituciones que consideré idónea fue la Fundación Juan March. Escribí a Manuel Fontán, director de proyectos y exposiciones, quien me respondió de forma inmediata: «No puede ser tu propuesta más oportuna. Sin duda tenemos un gran interés en Bruno Munari». Juli Capella continua en su texto: «Ese mismo año, la fundadora de la Galería Aural, Begoña Martínez Deltell, admiradora de Munari desde su etapa formativa, renovó el interés por el artista al presentarlo por primera vez en Arco. Apenas un año después, inauguró simultáneamente en sus sedes de Alicante y Madrid la ambiciosa muestra Bruno Munari. Proyectista de sentido estético. El afán experimental, que iba acompañada de un catálogo con texto de Pedro Medina». Confirmado el interés de la Juan March le propuse a Rosa Mª Castells, conservadora del MACA, traerla a Alicante mediante una colaboración con dicha Fundación. Ahí comenzó esta aventura muraniana desde 2017 hasta hoy, pasando por Artissima-Turín, Arco-Madrid, Aural-Madrid-Alicante, la Fundación Juan March en Madrid, Mallorca y Cuenca.

Bruno Munari entre Leonardo y Peter Pan

Una gestión impecable la de Rosa Mª Castells, que ha logrado lo que otros museos españoles no han hecho, traernos, recuperar, poner en valor una figura esencial del s.XX. Una exposición de esta envergadura que, sin duda es, entre otras, una de las exposiciones más relevantes de esta temporada en España, que atraerá gran número de visitantes y nuevos públicos.

Bruno Munari entre Leonardo y Peter Pan

«Un árbol es una explosión de una semilla» Bruno Munari

Bruno Munari entre Leonardo y Peter Pan

Esta exposición presenta más de 150 obras procedentes de colecciones particulares e instituciones públicas y privadas que recoge una selección que abarca desde sus primeros trabajos vinculados al futurismo y al diseño gráfico hasta sus últimas experimentaciones de los años noventa. La exposición pone de manifiesto sus condiciones de artista multidisciplinar y polifacético que lo convierten, sin duda, en una de las referencias mundiales del arte y del diseño del siglo XX, por sus contribuciones fundamentales en diversos campos de la expresión visual, la escritura, poesía, didáctica, con una investigación y experimentación sobre temas como el movimiento, la luz y el desarrollo de la creatividad.

Diseña el conocido Método Munari o proyectual, en el que propone una metodología para el desarrollo, el proceso y resolución de problemas sobre la creación y diseño de un objeto, método que sirve de base y fundamento en los estudios de arte, diseño y arquitectura. Munari siempre se preguntaba si se podía hacer de otra manera y recordaba, a menudo, la frase de su amigo Antonio Rebolini: «Cuando un problema no puede resolverse, no es un problema. Cuando un problema puede resolverse, no es un problema».

Entramos a la exposición en el museo y empieza la magia con el gran Alfabeto Lucini, realizada con motivo de la exposición Bruno Munari. Opere 1930-1986 en el Palazzo Reale de Milán en 1986. Munari, utilizando materiales diversos, construyó un alfabeto tridimensional que configuró espacialmente a modo de instalación. Un alfabeto visitable, transitable, que atrae a grandes y a pequeños. A continuación, y antes de entrar de lleno en la exposición, como principio y fin de la muestra, se encuentra el Laboratorio didáctico de Munari. En él los niños y niñas pueden crear libremente con materiales de lo más cotidianos y sencillos -papel, cartulinas de colores y tijeras-, instrumentos suficientes para desarrollar desde un plano bidimensional estructuras y objetos escultóricos a través del ingenio.

Niños y juguetes

Munari estaba realmente interesado por la educación infantil colaborando con pedagogos, escuelas y especialmente con su hijo Alberto, también pedagogo, para crear metodologías que posibiliten el aprendizaje a través del juego, que estimulen el pensamiento crítico y la libertad de los niños y las niñas. Se adelantó a lo que ahora llamamos «pedagogía activa».

Su relación con los niños viene de muy atrás, pues su hijo Alberto nace en 1940 y es para él quien diseña una serie de libros de cuentos y juguetes, dado que no le gustan los que ofrecía el mercado. El libro infantil era una zona inexplorada suficientemente y para él era un nuevo reto. Publicó sus primeros Libri illeggibili, antes puestos a prueba por su hijo Alberto, y los Prelibri o Prelibros, dedicados a la primera infancia, a los primeros lectores, en los que el relato deja de tener valor literario-informativo para ser puramente visual y para la exploración sensorial. Una maqueta gigante sobre uno de estos prelibros podemos disfrutar tanto niños como mayores en la sala. Diseñó infinidad de cuentos y libros infantiles siendo muy reveladores dado que sus lecturas, fundamentalmente visuales, se basan en un despliegue de arquitecturas y paisajes donde el niño y la niña pueden interactuar.

También son muy conocidos sus juguetes El gato Meo Romeo (1949) y La monita Zizì (1953) y los objetos de diseño o mobiliario para niños y jóvenes, como es el Abitacolo (habitáculo), una de las piezas centrales de la exposición en el MACA. Fue producido por la empresa Robots en 1971 con el que obtuvo el premio Compasso d’Oro en 1979. Es una estructura con tubos de acero, -originariamente iba sin revestimiento de plástico rojo-, que tiene multitud de usos: litera, mesa de estudios, lugar de juego. Tiene para colgar cosas, de tal manera que cada niño puede decorar a su antojo. Crea, pues, un lugar donde todo sea posible y multifuncional.

Bruno Munari (Milán, 1907) participó en su primera exposición en 1927 y conectó desde su temprana juventud con el segundo movimiento futurista italiano en los años 30, colaborando estrechamente con Filippo Tommaso Marinetti. Son sus primeros años de investigación sobre el arte en movimiento, el espacio y el tiempo que ya aparecen en lo que se considera el primer «móvil» de la historia del arte, la Macchina Aerea (1930), que replantea en 1972 y de la cual diseña diez ejemplares para las ediciones Danese de Milán con quien mantendrá una colaboración estrecha en la producción de muchas piezas y objetos, además de ser, Bruno Danese y su esposa Jaqueline Vordoz, unos de sus mayores coleccionistas. Tres años más tarde creó sus Macchine Inutili (máquinas inútiles) y en 1934 firmó el Manifiesto técnico dell’aerplastica futurista basado en la intención de desarrollar una técnica plástica constructiva, ampliando la intervención del artista a una invasión del espacio real. En la exposición podemos disfrutar de varias de estas extraordinarias máquinas inútiles o móviles realizadas entre los años 40 y 86.

Munari a menudo recordó que a su investigación se la consideraba como «juguetes». «¿Qué es la obra de arte, sino una máquina inútil, es decir, una máquina que no funciona para ninguna función salvo para tener sentido?», cuestionaba el autor. Mientras que las obras de artistas como Alexander Calder gozaban de una consideración mucho mayor, Munari interpreta que la idea de la máquina como un organismo que produce múltiples imágenes físicas y mentales, trata de «liberar formas abstractas de la estática de la pintura y suspenderlas en el aire, unidas entre sí, para que puedan vivir con nosotros en nuestro entorno, sensibles a la atmósfera de la realidad».

Pionero del arte cinético

Junto a Gillo Dorfles, entre otros, fue pionero en el arte cinético, jugando un papel clave en la constitución y definición de los programas estéticos de grupos como Movimento Arte Concreta (MAC) en 1948. Con estas primeras obras ofrece material de reflexión a todos los artistas cinéticos posteriores como las que Julio Le Parc presenta en la Bienal de Venecia en 1968. Gianni Colombo declaraba con franqueza que todos somos hijos de Munari. La experimentación cinética de Munari evoluciona hasta presentar las Macchine Aritmiche en las que el movimiento repetitivo de la máquina, en este caso, se interrumpe por casualidad mediante intervenciones humorísticas.

Con la colaboración de Umberto Eco, Munari concibió la exposición Arte Programmata (Arte Programado) producida por Olivetti e itinerante por Italia, Europa y los Estados Unidos (1962-65). Le interesó reflexionar sobre las estructuras continuas y objetos modulares que permiten composiciones concatenadas e ilimitadas. La belleza de estas estructuras radica en sus posibilidades combinatorias, en el hecho de que la repetición de un módulo comunica un placer visual creciente, Struttura continua (Estructura contínua para Danese), 1961-1967, Negativo-Positivo, Sequenze cinetiche (Secuencias cinéticas) (1953), la Curva di Peano (1977).

Algunas obras cuyos títulos son reveladores de sus indagaciones y que podemos disfrutar en la exposición son Forchette parlanti (Tenedores parlante) (1958), los Fossili del 2000 (Fósiles del 2000) (1959), -una reflexión sobre la obsolescencia de la tecnología moderna con un toque de ironía; la experimentación con los efectos de la luz, como sus Polariscop, las Proiezioni, materias que pueden hacer expresivo un rayo de luz, materializadas en sus diapositivas o cajas de luz (una máquina de luz polarizada que funciona con la descomposición de la luz, generando mutaciones cromáticas continuas).

En nuestro recorrido, junto a las máquinas inútiles se encuentra una obra que para mí es muy especial desde el punto de vista espacialista y visual, se trata de Concavo – Convesso (Cóncavo-Convexo), que presentó en París en 1947, donde una malla metálica plana se torna tridimensional al darle forma curva sin fin, basada en la cinta de Moebius, y al colgarla del techo se mueve por el aire provocado por el visitante creando un efecto moiré, produciendo un diseño multiforme, dinámico que crea una dimensión más allá del objeto por la proyección de su sombra sobre la pared. Es un environment, una de las primeras instalaciones en la historia del arte italiano.

« El infinito es un cuadrado sin ángulos» Bruno Munari

Munari desarrolla todo un campo experimental en torno al universo tipográfico, diseño de marca, logotipos, como Olivetti, Campari, así como carteles, y realiza grandes aportaciones especialmente en el campo editorial tanto en el infantil como en el teórico. Como buen diseñador, participaba de manera directa en la configuración y diseño de sus libros, El arte como oficio (1966), Artista y diseñador, donde plantea una dialéctica, siempre cuestionable, que enfatiza las diferencias entre el diseñador y el artista desde un punto de vista metodológico: el artista trabaja para sí mismo como autor y de forma subjetiva, y el diseñador trabaja en grupo, resolviendo problemas, inventando soluciones y objetos funcionales para la sociedad. Magistralmente nos explicó Cómo nacen los objetos (1983), un libro donde demostraba cómo el hecho de diseñar una marca, un catálogo o un cartel es muy sencillo, siempre que se siga un método u orden lógico en el proceso; o el especialmente interesante Fantasía, donde se presenta algunos de los secretos de la invención, la imaginación y la posibilidad. No puedo dejar de mencionar Codice ovvio (Código obvio) (1971), su primera autobiografía-monografía dedicada por entero a su obra figura. Nos define a un personaje infinito: inventor, escultor, proyectista, pintor, diseñador, diseñador gráfico, arquitecto, escenógrafo, compañero de juegos, ensayista, animador, escritor, comisario, artista, sin jerarquías.

Una de las piezas de diseño de lámparas más destacable del autor, junto con otros objetos de diseño que podemos ver la exposición, es la lámpara Falkland que le encargó la empresa Danese. Munari quería hacer una lámpara de sala de estar de costo limitado, fácil de montar, de gran volumen cuando estaba en uso y de muy pequeño volumen cuando estaba en stock. Una lámpara, en definitiva, práctica, resistente y lavable. Con las mismas premisas de menos es más, o como él mismo apunta en una sus célebres frases: «Complicar es fácil, simplificar es difícil […] La simplificación es el signo de inteligencia», concibe todo su hacer. En medio del primer espacio de la sala, dentro de una gran vitrina, podemos ver una serie de esculturas plegables donde el artista milanés juega con la ausencia de peso, con el valor primario de la ligereza Sculture da viaggio (Esculturas de viaje) que pueden colocarse en la maleta. Unos pasos más adelante nos encontramos con un ingenio de 1968 es el «Flexy»: un módulo flexible en acero inoxidable rectificado donde Munari juega con las múltiples posiciones que este módulo puede adoptar basándose en un principio de tensiones. Le interesa la experimentación cinematográfica como Tempo nel tempo y Il colore della luce de 1963 rodadas en 16 mm o Sacco matto (1965) en 35 mm, que más tarde desembocará en la Cineteca di Monteo­limpono (Centro Internazionale del film di ricercar), la experimentación fotográfica con el uso de impresoras Xerox en 1963 para demostrar el potencial tecnológico de nuestra época.

Alguno de sus planteamientos sobre hacer ver lo no visible y sus conceptos personales sobre la ciudad y de ciudadano se refleja en algunas intervenciones como Far vedere l’aria (Hacer ver el aire» que realizó para la exposición Campo urbano en Como. Se trataba más de una acción política que de un experimento didáctico, especialmente en aquel contexto en el que se sugería la idea de actos de rebelión que debían tener lugar en la historia, en la ciudad.

El creador realizó sus últimas obras pocos antes de fallecer en 1998 a los 91 años en su ciudad natal, tras padecer una larga enfermedad. Nos dejó objetos magistrales de carácter irónico como la Alta Tensioni (1990), Sedia per visite brevissime (Silla para visitas brevísimas)(1991), el reloj Tempo libero (Tiempo libre) (1994) y producido para Swatch en 1997, donde las horas se mueven libremente por toda la esfera, indicando que el tiempo solo se puede medir con la propia existencia. Como apunta uno de los comisarios de la exposición Marco Meneguzzo: «Él como maestro zen, no tenía prisa».

«Conservar el espíritu de la infancia dentro de uno durante toda la vida quiere decir conservar la curiosidad por conocer, el placer de comprender, el deseo de comunicar»

Bruno Munari

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