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Los «In Verrem» de Donna Leon

Donna Leon.

Donna Leon (New Jersey, 1942) ha sido traducida a más de veinte idiomas -menos al italiano, por expreso deseo de ella-, con millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Además de la saga del comisario Guido Brunetti, también ha escrito obras de gran calado, como Sin Brunetti (2006), Sin Venecia (2006), El sabor de Venecia (2011) y Las joyas del paraíso (2012). Ahora llega a las librerías Dad y se os dará, el caso número treinta y uno del comisario Brunetti, creado por Leon en 1992 con ocasión de la novela Muerte en La Fenice.

Los «In Verrem» de Donna Leon

Han sido treinta años con Brunetti, que poco ha cambiado como personaje, excepto porque ahora es mucho más descreído, sombrío y cínico que en las primeras entregas y evita situaciones que le compliquen la vida personal y familiar. Esto ya lo comprobamos en Muerte entre líneas (2014), cuando Brunetti descubre que se han pedido doce GPS para los vaporettos policiales aunque la flota es de seis vehículos, y lo más sorprendente: se ha firmado la recepción de todos y ninguno está instalado, ante lo cual prefiere inhibirse.

De los personajes que comenzaron con él se mantienen el teniente Scarpa, el inspector Vianello, la signorina Elettra, su esposa Paola, sus hijos Raffi y Chiara y su suegra Donatella, descendiente de la aristocracia veneciana y lectora ávida de Rosa Luxemburgo. En años posteriores se han incorporado a la saga la comisaria Claudia Griffoni y Sergio, el hermano de Brunetti. El escenario sigue siendo el mismo: Venecia.

Al comienzo de esta nueva entrega, como si fuera una premonición, Brunetti se encuentra leyendo In Verrem (Discursos contra Verres), obra con la que Marco Tulio Cicerón quiso ayudar y defender al pueblo siciliano del tirano Cayo Verres, que había saqueado hogares, elevado impuestos y se había apoderado de las magistraturas más prestigiosas mediante sobornos con la excusa del bien común. Un asunto que ahora es equiparado por Leon a algunos abusos y corruptelas registrados durante la pandemia del covid, en la que, después de miles de muertes -en Italia, nos dice, ciento veinticinco mil-, el crimen organizado se presentó a sacar tajada de la emergencia sanitaria, oculto tras falsas ONG. Algo que, como sabemos, no fue monopolio de Italia, pues en todas las partes del mundo las estafas enmascaradas de ayudas desinteresadas se dieron por doquier. A esto se suma el desprestigio de muchas ONG, que durante años se presentaron con aire angelical ante la sociedad y, con el tiempo, se ha descubierto que solo buscaban el lucro.

En Dad y se os dará, una antigua amiga de la familia de Brunetti se presenta en la comisaría a solicitar ayuda. Se trata de la distinguida Elisabetta Foscarini, que ha vivido en un paraíso y, ante el primer síntoma de dificultad, necesita que le solucionen sus problemas. Ante ella, Brunetti se siente obligado a iniciar una investigación no oficial, que nos recuerda la manida imagen de la femme fatale visitando al aburrido detective para que investigue un caso sin importancia y termina embarcado en un drama de proporciones homéricas. En este caso, algo no va bien entre su hija Flora y su marido Enrico, le viene a decir. Las cosas se han enredado desde que su yerno lleva la contabilidad de una ONG de nombre ONLUS, donde todo gira alrededor de los fondos invertidos en un hospital en Belice, cuyas imágenes no son de un hospital, sino de un hotel de lujo donde la utilidad social brilla por su ausencia.

En este caso, la autora ha querido escribir una novela sin cadáver, solo con la intriga generada alrededor de la investigación que se desarrolla en una Venecia vacía por la pandemia. Es la Venecia casi irreconocible y superviviente a casi todo: al turismo, el aqua alta, el salitre, a su antiguo estatus de potencia del Mediterráneo y también al crimen organizado vestido de Armani y cuyos hijos van a Harvard.

Sir Arthur Conan Doyle quiso terminar con la vida Sherlock Holmes porque le impedía desarrollarse como escritor de novelas históricas al estilo de las de su admirado Walter Scott. En el caso de Donna Leon, no es el comisario Brunetti el que la tiene amarrada, es la ciudad de Venecia la que la ha derrotado, como Cuba a Leonardo Padura, Grecia a Petros Márkaris o Sicilia a Andrea Camilleri.

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