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Zozobra

La autora alicantina Olivia Martínez Giménez de León regresa a la poesía con el poemario Los años del hambre

Olivia Martínez Giménez de León.

La poesía es desnudez, eso es indudable. El o la poeta se despoja de piel, carne, huesos… para mostrarnos el corazón o las entrañas. Muchos son los casos de poéticas descarnadas, esas que profundizan en el alma para mostrarla tal cual. Algunas de estas poéticas trascienden del papel, nos asaltan y tal es la zozobra que padecemos que releemos intentando encontrar algo de luz. Las heridas abiertas, esas que, a veces, cuando menos lo esperamos, sangran (esa impúdica actitud para algunos, pero, aun así, valiente para todos), ayudan a construir una poética propia, descarnada e hipnótica. Una obra de dentro para fuera.

Los años del hambre, de Olivia Martínez Giménez de León, publicado por la editorial catalana Candaya, con prólogo de Agustín Pérez Leal, es ese tipo de obra en la que sientes la zozobra desde el primer verso, como si algo oscuro quisiera salir, como si se tratara de un exorcismo. Olivia abre el libro con un poema titulado El primero que ya es toda una declaración de intenciones: «1. A los doce dejas de comer chucherías./2. Los muslos de las chicas de la televisión./3. No es un corte, es la regla./4. En la romería de la Santa Faz, la sangre te llega a las rodillas./5. Penitente. Culpable./6. Habría que cortarte, por aquí, este trozo de carne. Y por aquí. Y por aquí./7. Tu cuerpo muta».

Los años del hambre es un poemario que construye una identidad sin tapujos. Dividido en cinco partes, Nueve meses, Poema de amor, Los animales, El hambre y Malquista, nos muestra las caras de la poliédrica Giménez de León, una autora llena de lirismo, como indica Agustín Pérez Leal en su prólogo: «Si la esencia de la poesía lírica consiste en desvelarnos sin disimulo ni fingimiento la intimidad emocional y sentimental de quien nos habla, su escueta humanidad, este es un libro lírico esencial. Pocas veces he podido recorrer de un modo tan nítido el camino de palabras gracias al cual la valentía, el dolor, el impudor y la euforia se convierten en belleza; pocas, casi ninguna vez, una voz nacida de los versos más claros, más sin tapujos, ha sabido mancharse de pasión y de sangre sin perder ni un ápice de su aliento clásico y su nítida hermosura».

Los años del hambre Candava 112 páginas, 14 euros

Existe mucha belleza en esta obra. Olivia sabe filtrar la belleza en sus versos, como en el sexto poema de Animales, titulado Mariposa: «Hay una mariposa muerta en el suelo del baño. Hinco mis rodillas, en la arena y se bate en el aire. Tiento a coger el brillo de sus alas, le hago una cueva en mis manos. Subo hasta la cumbre de su nombre y al entregarla al viento, resucita». Son claras las influencias de Anne Carson, Ada Salas, Clara Janés o Sylvia Plath, o la dureza de Carver. Hay textos como cuchillos: «Alguien te toca como si estuvieses escapando, te levanta en el aire, te sostiene por las nalgas mientras lo tienes dentro. ¿Quién es más criatura? Te deja con cuidado sobre el colchón y logra no salirse. Y ya se os han acabado las razones, sólo tenéis el hambre».

Los años del hambre, de Olivia Martínez Giménez de León, es un mazazo a las entrañas. Como un golpe directo en el hígado. Olivia sabe utilizar muy bien los recursos de la lírica. Todos los poemas tienen sus imágenes, su discurso poético, su luz. Porque dentro de la posible oscuridad y dureza de la temática de Olivia, hay haces de luz, poemas que, tras la herida, muestran la belleza, como en el poema titulado Jazmín: «No es más vulnerable el que se muestra/capaz de ser herido.//Cada noche trepa hasta mi cama,/el olor del jazmín».

Olivia Martínez Giménez de León nació en Alicante en 1980 y vive cerca del mar. Es profesora de lengua castellana y literatura. Ha publicado El animal y la urbe (2016) y el cuaderno Cloro (2017).

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