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Leonardo Padura Escritor

«La solución no es irse de Cuba; alguien se debe quedar y yo soy uno de ellos»

El escritor despliega dos tramas, una en la Cuba de 1910 y otra en la de 2016, durante las históricas visitas de Obama y los Rolling Stones a la isla

El escritor cubano Leonardo Padura, durante su visita a Barcelona. ricard cugat

Escritor. El autor cubano regresa con Personas decentes, la aventura más desencantada del expolicía Mario Conde y la más policiaca de sus novelas. El escritor despliega dos tramas, una en la Cuba de 1910 y otra en la de 2016, durante las históricas visitas de Obama y los Rolling Stones a la isla. 

A un personaje le entristece leer libros de historia porque le demuestra que venimos del desastre y que, como especie, vamos hacia desastres peores y no tenemos solución. ¿Habla el Padura más pesimista o el más realista?

Si uno es realista termina siendo pesimista. Soy tremendamente pesimista respecto al futuro. La violencia caracteriza la historia de la humanidad. La humanidad, que ha logrado cosas notables, como una vacuna en apenas un año de pandemia, también es capaz de cosas lamentables, como las manifestaciones de odio y exhibicionismo en las redes sociales. ¿Cómo se puede usar algo tan bueno para fines tan mezquinos? Fui a Brasil a ver a la cárcel al presidente Lula, con quien tengo amistad. Tenía en la mesa 21 lecciones para el siglo XXI, de [Yuval Noah] Harari. Me dijo: «¿Tú lo leíste, Padura? Es increíble, cómo no aprendemos». Y el propio Harari, que creía que se había terminado la época de las guerras tuvo que admitir que se había equivocado con Ucrania. Ves lo que pasa con Taiwán, China y EE UU, que una guerra comercial puede derivar en militar... Y los fundamentalismos: mira qué pasó con Salman Rushdie... Ante el futuro de la especie, hay muchos signos alarmantes. Pero creo que al final aparecerá una cierta capacidad de resistencia, una forma de vivir en crisis eternamente. El gran problema es que la clase política puede ser muy perversa y no entiende el peligro.

¿Se siente un cronista de su país?

Cuba es mi obsesión. Tengo muy claro que quiero escribir en Cuba y sobre Cuba. La realidad cubana, por la cantidad enorme de problemas económicos, sociales y políticos que tenemos, es altamente dramática. Y de esa realidad, que afecta a tantas personas, salen los dramas y conflictos de los que me alimento como escritor. Sobre todo con las novelas de Mario Conde he intentado hacer una crónica de la vida cubana contemporánea. La suya, es una mirada de la vida cotidiana en La Habana que es también la mía. Soy cronista por mi compromiso con Cuba.

¿Por qué tras las visitas de Obama y los Stones, la situación no mejoró en Cuba como apuntaban?

En 2016 hubo grandes esperanzas en que muchas cosas pudieran cambiar y mejorar así la vida de los cubanos. En ese momento, lo hicieron: se movía el dinero, vino mucha gente, se abrían negocios… pero pronto todo se desvaneció. El Gobierno temió que se le fuera de las manos ese elemento esencial del poder que es el control, y después vino Donald Trump y les acabó de hacer el favor con medidas que favorecían el bloqueo y el embargo estadounidense a Cuba. Luego, la pandemia paralizó el turismo, del que dependía la economía del país. Y en pospandemia, tenemos un Biden que no ha cambiado demasiado respecto a Cuba y una economía paupérrima en cuanto a capacidad productiva, económica y financiera.

En Cuba, ¿se vive o sobrevive?

Todo se ha agravado con la reunificación de monedas, que los cubanos llamamos desordenamiento monetario, que ha provocado una inflación de niveles incalculables. Y se ha complicado con la falta de electricidad: hemos tenido un verano de apagones sin ventilador, lo más cercano a una temporada en el infierno. Todo ha desembocado en una crisis migratoria. Está saliendo muchísima gente, por cualquier vía posible, hasta por la ruta del horror: ir a Nicaragua, que no pide visado, y de allí a la frontera de México con EE UU. Necesitamos urgentemente grandes cambios para que haya grandes soluciones.

¿Cómo afecta al día a día?

Para comprar un pollo puedes tener que hacer seis horas de cola y cuando te toca se puede haber terminado. Ha surgido la figura del colero, gente que cobra por hacer la cola y comprar por ti o que vende el producto en el mercado negro. Alguien con un trabajo normal no dispone de seis horas para hacer cola. Es una situación desesperada. Miras el refrigerador temiendo que se te acabe la comida porque no sabes de dónde la sacarás.

¿Qué consecuencias puede traer que tanta gente se vaya de Cuba?

La migración, el exilio, la diáspora… es un fenómeno que acompaña la historia de Cuba. El desarraigo y la pérdida de referencias culturales se ha agudizado desde los 90. Se va la gente mejor preparada y los jóvenes, y eso provoca un empobrecimiento cultural e intelectual. Hace un año, fueron 24 jugadores a México a un campeonato de béisbol sub-23 y volvieron menos de la mitad.

Padura, como Conde, no se va.

Tengo razones personales muy fuertes para permanecer en Cuba y necesidades creativas. La solución no siempre y para todos es irse. Alguien tiene que quedarse y yo soy uno de ellos.

En julio de 2021 hubo protestas. ¿Pueden cambiar algo?

Eso fue un alarido que dio la sociedad cubana, pero la respuesta del Gobierno, con condenas de muchísimos años de cárcel a los protagonistas de las protestas, fue un escarmiento para que la gente se lo piense dos veces antes de salir a la calle. Una manifestación no cambiará el Gobierno porque no se han permitido alternativas políticas. Estamos en un túnel, y la luz al final del túnel, el bombillo, se fundió. Vemos un panorama oscuro y estrecho.

En sus libros no se muerde la lengua.

Mis libros pueden considerarse como algunos de los elementos más radicales que se han escrito en Cuba durante estos años. Pero la distribución y promoción no me competen, dependen de las instituciones culturales cubanas y la propaganda. Por eso salgo muy poco en los periódicos y la tele cubana y las presentaciones de mis libros no se promueven.

Pero sí se leen en Cuba.

Sí. Igual que hay una estrategia de supervivencia para conseguir pollo o huevos, la hay para conseguir los libros. Personas decentes salió al mercado el 31 de agosto y el 1 de septiembre ya circulaba una copia pirata. Económicamente es un desastre, pero culturalmente es una satisfacción, porque lo que me interesa es que los cubanos los lean. En épocas de crisis florece la picaresca y pese a las carencias la gente tiene ansias de ir al teatro, ver cine, exposiciones, leer libros… En medio de tanto pesimismo, es alentador.

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