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El regreso del poeta

Imagen del libro

Un poeta nunca deja de serlo. Posiblemente sea el oficio más esclavo que existe, también el que más satisfacciones entrega al alma. El poeta que dice que ya no va a escribir más, posiblemente no esté diciendo toda la verdad. No hay más certeza que la de saber que la poesía sujeta y somete al creador. Ya lo dijo Robert Graves: Ser un poeta es una condición más que una profesión. Podríamos definir al poeta como la persona que intenta comprender el mundo y, cuanto más indaga, más abstracto es todo. Es por eso que la poesía está en todo, todo es poesía menos la poesía, que decía Gonzalo Escarpa.

El regreso del poeta

El animal que habito, de José Luis Ferris, publicado por Elenvés editoras en la colección Innana poesía, no es un regreso porque José Luis no se fue nunca. Este poemario es una puerta que quedó abierta tras aquella Niebla firme de 1989. Ferris abre este libro con un poema homenaje a Neruda titulado Niebla: «Si yo pronuncio mar, olvido, encarnadura, / tú respondes sucede como si un pájaro pasara a ras de nuestra vida / huyendo del desplome de sordos astrolabios, de señales de acero. // Si digo memorial o barcarola, crepusculario incluso,/ tú me ofreces la rosa sumergida sin alterar el cielo./ Ocurre que la noche se obstina en que te busque, / que parta hacia las islas del silencio que escondes».

Fue la pandemia y todas sus consecuencias la que devolvió la poesía como torrente a Ferris. Antes he mencionado que un poeta no lo deja de ser nunca, como el fumador, la obra de Ferris está llena de poesía, pero esas extrañas criaturas llamadas versos se asomaron en la época del encierro y el naufragio. En este libro se puede comprobar cómo se funden los deseos con la melancolía y con algunos rayos de esperanza. El poema titulado Detrás de los colores es buena muestra de ello: «Por mí no es necesario / que te pintes de malva la mirada, / de rímel el asombro, / de carmín los labios y la risa. / He descubierto la otra que hay en ti, / la que ama detrás de los colores». Hay una carga profunda en los versos, un canto a la sencillez, a lo cotidiano, como estampas en una vieja lata de latón. Es para Ferris importante la memoria y es por ello que hace un alegato en el poema titulado Para qué la memoria: «Yo sé que tú recuerdas. / Y buscas tu coartada en todo lo vivido, / en los labios-navío / que encallan en tu frente, / que lo enternecen todo. / Como pompas de jabón, / los recuerdos estallan / al roce del olvido. Son las luces de un barco / que el tiempo y la distancia, / la bruma o la tormenta / engullen con placer./ Y solo quedas tú».

José Luis Ferris (Alicante, 1960) es doctor en Literatura Española, ha publicado los poemarios Piélago (Hiperión,1985), Cetro de cal (accésit del Premio Adonáis 1984, Rialp, 1985) y Niebla firme (Hiperión, 1989), así como las novelas Bajarás al reino de la tierra (Premio Azorín, Planeta, 1999), El amor y la nada (Planeta, 2000) y El sueño de Whitman (Premio Málaga de Novela, Fundación José Manuel Lara, 2009). Es autor de una decena de libros infantiles y, en calidad de ensayista, investigador y biógrafo, ha publicado cuatro obras de referencia: Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta (Temas de Hoy, 2002), Maruja Mallo. La gran transgresora del 27 (Temas de Hoy, 2004), Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada (Temas de Hoy, 2007) y Palabras contra el olvido. Vida y obra de María Teresa León. 1903-1988 (Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías, Fundación José Manuel Lara, 2017). Ha obtenido el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana en tres modalidades: poesía, ensayo y narrativa. Actualmente reside en Alicante, donde se dedica a la docencia en la Universidad Miguel Hernández de Elche, a la creación y a la investigación literarias. Desde 2018 es director de la Cátedra Institucional Miguel Hernández.

El animal que habito es un viaje al centro de ese animal que titula el libro. Dividida en cuatro partes, esta obra podría haber tenido otros títulos como Los amores rotos o Balada para mil noches sin ti, pero se impuso ese ser que todos llevamos dentro. Tal vez si tuviéramos que nombrar otro título sería El amor como motor o De una y mil pasiones. Los que seguimos a lo largo de los años la obra de José Luis hemos recibido con alegría esta obra. Todos sabíamos que el poeta estaba reposando, que ese niño interior estaba agazapado observando todo lo que acontecía a su alrededor para darle forma y plasmarlo. Como nos indica en los versos finales del poema titulado Coda: «Acércate y escucha: / el tiempo es una fiesta los días que me escribes, / la manera más bella de creer que regresas, / de seguir el ejemplo de los ríos agraces». El poeta nunca se fue, pero ha regresado.

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