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El hombre es un lobo para el hombre

El hombre es un lobo para el hombre porEduardoBoix

Que la historia es cíclica es algo que todos sabemos o llegamos a intuir con los acontecimientos que se suceden. La invasión de Ucrania es, posiblemente, la prueba más clara de esta afirmación. La antigua URSS, el estalinismo, la sociedad soviética… eran, o eso creíamos, cosas del pasado, fotografías antiguas guardadas en una vieja caja de galletas. Estábamos equivocados. Los totalitarismos no acabaron con el fin de la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera con la caída del muro. Esa vieja sombra parece regresar con fuerza, las pesadillas de nuestros abuelos están tomando forma. Todo regresa, como una vieja canción que no dejamos de tararear.

Vaciad la tierra, de Agustín Pérez Leal, novela publicada por la editorial valenciana Pre-Textos, es un canto a la insignificancia del hombre, a los horrores que producen las guerras, los totalitarismos, el control absoluto de una población sin voz. La sinopsis nos aclara lo que nos vamos a encontrar: «Moscú, 1938. El poeta Ósip Mandelstam fue detenido, torturado y desterrado hace cuatro años por escribir y difundir un poema contra el todopoderoso Stalin. Desde entonces, él y su esposa Nadezhda han malvivido casi como vagabundos, zafándose como podían de los tentáculos del poder. Ahora Ósip ha sido detenido y torturado por segunda vez. Sabe que su destino es el GULAG siberiano, pero aún tiene mucho que salvar: su dignidad, sus versos, su memoria… Alguien tiene que contar su historia. La de tantos. La del pueblo ruso. Antes de que sea demasiado tarde».

Pérez Leal utiliza al poeta Mandelstam para narrar la injusticia en todo su conjunto. Ósip Mandelstam fue condenado por escribir un breve epigrama sobre Stalin donde indica: «Vivimos sin sentir el país a nuestros pies, / nuestras palabras no se escuchan a diez pasos. / La más breve de las pláticas / gravita, quejosa, al montañés del Kremlin. / Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos, / y sus palabras como pesados martillos, certeras. / Sus bigotes de cucaracha parecen reír / y relumbran las cañas de sus botas.// Entre una chusma de caciques de cuello extrafino/ él juega con los favores de estas cuasipersonas./ Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora; / sólo él campea tonante y los tutea ./ Como herraduras forja un decreto tras otro:/ a uno al bajo vientre, al otro en la frente, al tercero en la ceja, al cuarto en el ojo. / Toda ejecución es para él un festejo/ que alegra su amplio pecho de osetio». Este texto sirvió para que Ósip desapareciera. Pero no desapareció del todo, nadie se volatiliza de una manera física, porque, mientras nos recuerden, siempre permanecemos, y de eso se sirve Pérez Leal, del texto de Nadezhda Mandelstam, su viuda, que escribió unas memorias, tal vez para eso, para no olvidarle. Con una prosa directa, sin artificios, pero lacerante, Agustín Pérez Leal reconstruye ese tiempo final del poeta ruso.

Agustín Pérez Leal (Teruel, 1965) ha publicado, entre otros, los libros de poemas La noche en arras (Pre-Textos, 2006) y Tú me mueves (Pre-Textos, 2016), además de las plaquettes En la tumba de Orfeo (Comunidad Budista Soto Zen Luz Serena, 2014) y No es sino luz (ad minimum, 2018). Colabora regularmente con reseñas críticas en la revista Turia. Vaciad la Tierra es su primera incursión en la narrativa y es una primera gran novela. Pérez Leal ha elegido una historia compleja, pero no lo por lo que cuenta en sí, porque casos como el de Mandelstam hay centenares, por no decir millares, sino por dar consistencia a un vacío que existe del tiempo de su desaparición. El libro, dividido en tres partes, Matadero, despiece y despojos, no deja de ser un canto a una injusticia, pero no es solo eso. Es la reconstrucción del horror y cómo el hombre se enfrenta a él. Porque, a diferencia de los animales, tenemos la capacidad de destruirnos entre nosotros. El hombre es un lobo para el hombre.

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