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Pabellón temporal Aire en Festival de Arquitectura Urbana TAC (Granada) e Inauguración del VIII Festival Arquia/Próxima, el pasado 20 de octubre en València. | INFORMACIÓN

Recuerdo con especial nitidez las palabras de un profesor que insistía, con voz crítica, que los arquitectos hablamos mucho y dibujamos poco. Todavía hoy, muchos años después, me queda la duda si se refería a que los arquitectos hablamos demasiado, o más bien, tratamos de explicar sin éxito lo que no somos capaces de dibujar y/o construir.

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En las últimas semanas hemos asistido a diferentes eventos en los que los arquitectos han hablado, y mucho. Desde la pasada XII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo celebrada en México con el lema «Habitar al margen”», pasando por el TAC (Festival de Arquitectura Urbana) del 14 de octubre al 14 de noviembre en Granada, hasta el VIII Festival arquia/próxima, que se celebró los días 20 y 21 de octubre en València bajo el epígrafe «Resiliencia. Un equilibrio dinámico».

Pues bien, tras leer los programas con detenimiento y escuchar las charlas que se iban sucediendo una tras otra, me pregunto preocupado cómo estos formatos pueden reproducir constantemente las mismas premisas, elogiar a los mismos personajes y encumbrar los mismos modelos. Y es que, como afirma Moisés Puente, asistimos hoy al nacimiento de una nueva generación de arquitectos -festivaleros, bienalistas, etc.- que se mueven de forma nómada entre diferentes eventos y saraos con los que rellenar su particular pasaporte, pero que resultan de muy poco interés para el avance de la disciplina. Estos festivales, foros, bienales, siempre al amparo del Ministerio o la Agenda Urbana de turno, y bajo el paraguas del comisario-amigo, dan cabida a los nombres de rigor, repitiéndose de un acto a otro acto, saltando de conferencia en conferencia, de homenaje en homenaje.

Las redes sociales han contribuido irremediablemente a ello. Instagram es hoy el mejor escaparate para decirnos que el epicentro de la arquitectura patria está en Granada, mañana en València, pasado en... Pero, una vez más, cayendo en la autocomplacencia y creando la imagen de que aquí lo importante no es tanto de lo que se habla (ni mucho menos hacerlo con la mínima crítica exigible) sino quién lo hace y qué representa. Algunos podrán argumentar que son espacios para la celebración, para el reconocimiento de una profesión tan maltrecha en los últimos años, pero ello no impide la necesaria crítica y reflexión, sin las cuales, la arquitectura se queda en mera autorrepresentación.

Precisamente cuando queremos que la sociedad nos escuche, resulta preocupante que los mismos argumentos y esquemas se vayan repitiendo foro tras foro, revista tras revista, congreso tras congreso. Basta con contar con una extensa agenda, con tirar de los contactos oportunos para aparecer de nuevo en ese foro y seguir perpetuando un discurso hasta el hastío, envuelto y servido en formato de masterclass.

Hoy son estos, pero antes fueron muchos otros, y uno no puede más que lamentar que los arquitectos sigamos hablando sin entender muy bien para qué. Eventos incapaces de dar voz a nuevas caras (seguramente fuera de las órbitas del mainstream y el centralismo que tan poco ayuda) o, simplemente, reconociendo el valor de jóvenes emergentes que vienen por detrás empujando con nuevos formatos y nuevos lenguajes.

Así que no puedo evitar recordar, mientras contemplo el enésimo homenaje a los ya ampliamente homenajeados, las palabras de Puente en Cháchara (Caniche Editorial, 2020): «y así pasa el tiempo y sigue sin hablarse de nada...»

*Luis Navarro Jover es Arquitecto y profesor de la Universidad de Alicante.

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