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La insuficiencia de lo absoluto

La insuficiencia de lo absoluto

La insuficiencia de lo absoluto / JoséJoaquínMartínezEgido

José Joaquín Martínez Egido

Todos los actos de nuestro presente individual pueden ser explicados y entendidos por el pasado personal de cada uno de nosotros. Esta es una de las dos máximas que parece seguir la narrativa de Teresa Cardona al imbricar una trama en dos momentos temporales diferentes, 1980 y 2015, en los que, alternándolos en los capítulos, el lector puede encajar todas las piezas del puzle originado por el crimen con el que comienza la novela. La otra máxima es la posible dualidad ética y moral ante aspectos vitales: «Los alemanes diferenciaban siempre entre éticos responsables y los éticos de convicción» (p.384). Si bien las leyes son claras en estos aspectos, caso del terrorismo o de las adopciones entre otros, algunas personas pueden plantear posturas duales a estos asuntos, las cuales suelen argumentarse a través de la razón, de la religión o, incluso desde las costumbres («Todo en la vida son opciones, doctor» p.392). Esta segunda máxima se constata ya desde los propios títulos de sus novelas: Los dos lados (Siruela, 2022), reseñada en el diario INFORMACIÓN (07/05/2022), y Un bien relativo (Siruela, 2022), sintagma tomado de Galdós y recogido al principio de la obra.

Un bien relativo, como novela policiaca, cumple con las máximas del género: comienza con una monja muerta en San Lorenzo del Escorial y, de inmediato, aparecen los policías que se van a encargar del caso, la teniente Karen Blecker y el brigada José Luis Cano, ya conocidos por los lectores de su novela anterior, si bien, si nos atenemos a lo que de ellos nos cuenta, podría ser que esta segunda novela fuera, en realidad, la primera: «[…] pensó, satisfecha, que empezaba a encontrarse bien con Cano, hasta se complementaban en los interrogatorios» (p. ). La acción se mueve entre dos escenarios principales: San Lorenzo del Escorial y Madrid. El lector pronto se va dando cuenta de que la acción, sin perder de vista nunca la investigación, se va desarrollando en la trama sucedida en 1980. En ella, la autora se adentra en lo que podría considerarse una novela del realismo social, ligada a la tradición hispánica del realismo del siglo XIX. Ello se observa en la división de la sociedad madrileña en dos clases sociales antagónicas, pero, a la vez, complementarias para su propia existencia, con ese punto de folletín que culminará en un final nada indiferente para el lector.

El estilo de la autora se define por la coherencia y la medida en todos sus aspectos. Contada por un narrador omnisciente en tercera persona que, en su justa medida, da paso a momentos dialogados en los que no hay datos superfluos para la acción. En favor de la legibilidad, las frases son más o menos cortas. Se combina lo que podría ser una narración puntillista de algo o de alguien, por ejemplo la narración de las relaciones entre las tres amigas (p. 203), con algunas narraciones extensas, como las elucubraciones que realiza Cano (pp. 145-151).

Un bien relativo es una novela de bastantes personajes, bien caracterizados, ya sea de forma sucinta o de forma más desarrollada, pero todos tienen una misión clara en el desarrollo de la historia. Entre todos ellos, mediante dos técnicas diferentes, podrían destacarse, por una parte, el personaje de Conchita, construido mediante sus propias acciones e intervenciones; y, por otra parte, el de Sor Lucía, cuya existencia será desvelada poco a poco a través de los testimonios de todos aquellos que la conocieron, siendo esta una técnica habitual en este género, ya que los muertos no pueden hablar, y este será el trabajo de investigación de los dos guardias civiles y, claro está, el motor de la novela.

Y ¿Por qué deberíais de leer esta novela? Porque respeta las reglas de la novela policiaca, pero transciende al género con una crónica social no dogmática de un momento y de un aspecto concretos de la historia de España; y porque es una muestra de narración coherente, bien trabajada y honesta, sin nada superfluo y con la se consigue disfrutar del placer de leer. Y ya estoy esperando el próximo caso de la teniente Blecker y del brigada Cano con la sugerencia de que estos tengan un mayor desarrollo, pues son un hallazgo.