Nan Goldin: Cuando la fotografía exige ser la verdad

Imagen 2 nan goldin jpeg

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Pepe Calvo

«No fotografío instantes que tengo en mi cabeza; vivo momentos y estos se convierten en imágenes. Solía pensar que nunca perdería a nadie si lo fotografiaba suficientemente. A pesar de eso, mis imágenes me muestran lo mucho  que he perdido.»

Nan Goldin

Cuando vemos una foto de Nancy en la que aparece con el ojo morado no debemos presuponer que ha utilizado maquillaje, pues ese ojo violáceo es el resultado de un auténtico puñetazo que ha recibido. Un golpe que le dejará una huella física por un tiempo determinado y otra que quizá jamás olvide. Nunca Nancy nos engaña en su obra, todo lo que nos muestra es la realidad que le rodea. Tal cual, sin atisbo de «maquillar» a los personajes o fingir las circunstancias que aparecen en la imagen. Es el mundo real en el que vive, un mundo duro, pero es el suyo propio, el que ella ha elegido.

Nan Goldin (Washington, 1953), nacida en el seno de una familia judía, es una de las fotógrafas más significativas de nuestra época, su importancia reside en su aportación al retrato documentalista en el que nos enseña la realidad de una sociedad en una suerte de álbum familiar manejando un formato lleno de melancolía e ilusión, alegría y decepción, de vida y también sobre la muerte.

Abandono del hogar

Nancy abandona el hogar paterno a los catorce años a raíz del suicido de su hermana de once años, que padecía una enfermedad mental. Esta muerte marcará toda la trayectoria de su obra fotográfica.

Se cría en hogares de adopción, estudiando en la Satya Community School, escuela alternativa de Lincoln, Masachusetts, iniciándose en la fotografía a los quince años, obteniendo el graduado en Bellas Artes en la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston en la que tuvo como compañeros a Philip-Lorca diCorcia y David Armstrong, al que le une gran amistad y es quien le sugiere recortar su nombre para convertirlo en Nan. De naturaleza sexual polivalente, en aquellos años, la vida de Nan Goldin deambula entre el consumo de drogas y la configuración de un importante círculo de amistades con el que buscaba desesperadamente llenar el vacío de una familia propia.

Cuando conoce la obra fotográfica del cineasta Larry Clark se siente totalmente inspirada por ella. Así mismo, le influyen las primeras películas de Andy Warhol y Federico Fellini, y las fotos de Guy Bourdin y Helmut Newton que aparecían en la revista Vogue francesa e italiana de las que era muy aficionada. No obstante, no tarda en caminar con pisadas propias.

Ecosistema cultural

Cuando abandona Boston se refugia en el Distrito Bowery de Nueva York rodeada del movimiento punk, apareciendo de forma paralela sentimientos de impulsos contraculturales surgidos después del movimiento Stonewall. Es una época de excesos y fiestas non stop; es allí donde encuentra el gran tema que rige toda su obra: la narración de la vida sentimental y sexual de la gente que poblaba ese ambiente, todo un ecosistema cultural de la bohemia neoyorquina, poblado por artistas e intelectuales. Calificándose a sí misma como creadora de reportajes centrados en la sociedad que habita, contando desde dentro y en primera persona la vida de sus amigos que suponía la iniciación, la plenitud de la vida sexual, soledad, depresión, violencia; estados humanos enfatizados por efectos narrativos, creando una percepción inédita de la fotografía como recurso expresivo a través de un trabajo pleno de la franqueza existente en la realidad. Realizando un recorrido espiritual a través de poderosas escenas de amor, sexo y violencia que su cámara capta con absoluta autenticidad: imágenes reales, no recreadas por su imaginación, analizando la vulnerabilidad de las relaciones humanas. Renovando la fotografía documentalista en la escena de la contracultura neoyorquina de los años setenta y ochenta, exigiendo la verdad al documento fotográfico, por ello no encontró otro recurso de mayor sinceridad que exponer su propia vida, mostrándola con toda su crudeza.

VIH

Las terribles siglas del sida formaron parte del paisaje territorial en que vivía; la mayoría de la gente que fotografiaba terminaron muriendo a causa de la respuesta inmunitaria que este virus provocaba en el organismo una vez contraída la enfermedad. Nunca dudó en hacer frente a la visibilización de sus amigos enfermos y las imágenes que le ofrecían en sus camas de habitaciones de hospital acompañados del ambiente que les rodeaba, construyendo un duro alegato que hacía visible aquello que un sector de la sociedad pretendía obviar.

Las dragqueens

Mi trabajo viene de la empatía y el amor, dijo. Utilizaba la cámara como una herramienta para significar la política con la finalidad de informar al público acerca de asuntos importantes de la sociedad que eran silenciados en EE UU. Era la época del estallido underground, en el que comenzaban a mostrarse las diferentes identidades sexuales y de género. Nan Goldin se maravilló con el movimiento dragqueen:

Las dragqueen se convirtieron en mi mundo entero. Toda la adoración que sentí por ellas hizo que me involucrara en tomarles fotos. Jamás las vi como hombres que se vestían de mujeres, eran para mí algo completamente distinto: un tercer género al que yo descubría con más sentido que cualquiera de los otros dos.

Lo que nos fue transmitiendo a través de su intensa obra fotográfica con imágenes íntimas y cautivadoras, donde discurría una realidad paralela a la de la sociedad establecida. Las luces y sombras de un mundo cuyos valores podríamos contemplar con extrañeza en una suerte de trabajo documentalista de gran provocación, aunque lo que Nan pretendió hacer siempre fue la reivindicación; una declaración de valores a través de los propios principios de estos seres llenos de humanidad. Nan Goldin se convierte así en una luchadora de las causas justas.

Balada sexual

Cuando en 1980 inicia una tormentosa relación con Brian, un exmarine, que duraría cuatro años, dando como resultado una de sus obras más importantes, La balada de la dependencia sexual, cuyo título se inspiraba en una canción de La ópera de tres peniques, de Bertold Brecht, contenía imágenes representativas del ambiente en el que Nan Goldin vivía, parejas violentas, uso de drogas, que configuran momentos autobiográficos, como si de un diario fotográfico se tratara. La presentación oficial de este trabajo tuvo lugar en la Bienal del Whitney Museum, de Nueva York, en 1985 y con él fue catapultada internacionalmente de forma meteórica como una de las fotógrafas posmodernas fundamentales.

Trasladar La balada de la dependencia sexual al soporte de libro fue una experiencia compleja. Un proceso difícil que duró más de seis meses pues de entre las ochocientas fotografías que contenía la obra en origen, se eligieron ciento veinte seis. Editado por Aperture en 1986, La balada… fue considerada por el crítico Andy Grundberg, en The New York Times, como un trabajo de gran belleza, poderoso y evocador: un intimo examen de como construimos y destruimos la identidad. «La balada de la dependencia sexual de Nan Goldin tuvo idéntico significado en la década de los ochenta que Los americanos, de Robert Frank en los años cincuenta, ambas obras resultaron de gran inspiración para generaciones venideras de futuros fotógrafos». 

Es importante aclarar que La balada de la dependencia sexual no es un experimento antropológico si no un recuento que formaba parte de lo que acontecía a mi alrededor, comentó Nan Goldin: no era solo sexo, era el significado de cuanto existía en mi vida. Un trabajo fotográfico con una impronta universal. Algunos críticos la acusaron de fomentar el uso de la heroína pues en sus fotografías esta droga aparecía con cierto status de glamour. Goldin admite que tenía entonces una noción romántica de lo que suponía ser drogadicta. Quería vivir de forma distinta a como vivía su madre, para definirse lo mas alejada posible de la vida burguesa en la que se hubo criado. Mi noción de la droga era totalmente romántica. Pronto descubrí mi error.

La familia Sackler

Fue definitiva la intervención de Goldin en la caída de la familia Sackler, mecenas ultramillonarios, propietarios de la empresa farmacéutica Pardue Pharma, fabricante del analgésico, altamente adictivo, Oxycontin, llevando a cabo una fuerte campaña en su contra. Este clan familiar consiguió tener con su propio nombre, siete salas del Museo Metropolitano de Nueva York y otras tantas en el Museo Louvre de París, hasta que se evidenció su grave responsabilidad en la crisis de los opioides que sacudió Estados Unidos, en la que murieron, según las estadísticas de la época, más de quinientas mil personas.

Derramamiento de sangre

Participa en la 79ª Edición del Festival Cinematográfico de Venecia con el documental de Laura Poitras, qué bajo el título de Toda la belleza y el derramamiento de sangre, explora la trayectoria humana y artística de Nan Goldin tratando el tema mencionado en el párrafo anterior sobre la familia Sackler y su lucha por responsabilizarla de este suceso. Goldin no oculta su propia adicción a ese mismo analgésico opiáceo, de la que consiguió salir sobreviviendo a una sobredosis de fentanilo que estuvo a punto de convertirse en mortal; fundó en 2017 el grupo de defensa Pain (Prescription addiction intervention now), presionando a los museos e instituciones artísticas para que pusieran fin a las colaboraciones económicas del clan familiar Sackler. Siento un inmenso orgullo por haber puesto de rodillas a una familia de multimillonarios en una sociedad en que los ricos tienen una justicia diferente a la de la gente común y su impunidad es total, declaró Nan Goldin en la rueda de prensa que tuvo lugar en el marco del Festival de Venecia.

La directora del film citado, Laura Poitras, periodista de investigación, ha respetado en todo momento la decisión de la fotógrafa, utilizando su poder e influencia en el mundo del arte, exponiendo la toxicidad de este asunto para exigir responsabilidades. La dirección del Museo Metropolitano anunció que dejaría de exhibir el nombre de Sackler en sus salas. Los Sackler se encontraban entre los mecenas mas venerados en el mundo del arte, donando millones y millones de dólares a los museos más importantes del mundo. En una escalofriante escena del documental se puede ver a estos multimillonarios, durante el juicio que se les llevó por delante, con la mirada perdida, mientras los padres de un joven fallecido les obligaban a escuchar los aullidos de dolor de su hijo, poco antes de morir, en plena crisis de abstinencia. (Fuente Télam S.E.)

Imagen 1 Nan Goldin

Imagen 1 Nan Goldin

Preciosa reliquia

La obra Amor en Tokio (1994), surge de su brillante colaboración con el maestro del erotismo japonés Nobuyosi Araki, creando una extensa serie en la que plasma la vida de los jóvenes en Tokio, una fascinante visión del mundo underground japonés. Publicada en formato de libro se ha convertido en una joya escurridiza de la cultura visual pues no figuran copias disponibles en el mercado, existiendo en circulación solo unas pocas, lo que la ha convertido en una preciosa reliquia.

El patio del diablo

La obra de Nan Goldin protagoniza importantes exposiciones en los más importantes museos alrededor del mundo, como la que le dedica el Museo Whitney de Nueva York en 1996 que lleva por titulo el nombre de una canción de la Velvet Underground, compuesta por Lou Reed, I’ll be your mirror, que supone su confirmación como referente en la fotografía de la escena universal.

Con el comisariado de Catherine Lampert, el Museo Reina Sofía y el Musée National d´Art Moderne Georges Pompidou junto con la Whitechapel Art Gallery, la Fundaçao Serralves de Oporto, el Museo de Arte Moderno de Torino Castello de Rivoli, y Ujazdowski Calstle for Contemporary Art of Poland, organizan una amplia retrospectiva que cuenta con trescientas cincuenta obras, constituyendo la mayor exposición dedicada a la artista norteamericana en Europa. Agrupada por secciones desde sus inicios en blanco y negro como la serie Boston Years (1969-1974) hasta las cuatro historias de amor de la instalación Heart beat (2000-2001). También figura en esta muestra un extenso conjunto de piezas creadas en los tres últimos años de trabajo que funcionan a modo de síntesis de los cambios que ha experimentado su obra en la última década tras someterse a un proceso de desintoxicación, como la serie Elements compuesta especialmente por interiores, cielos y paisajes y Relics and Saints, ampliamente dedicada a la iconografía religiosa. El titulo elegido para denominar la exposición, El patio del diablo, pertenece a una fotografía tomada en 1997 en el Valle de la Muerte de California que forma parte de una serie que despierta fuertes emociones, advirtiendo que las imágenes pueden herir ciertas sensibilidades, motivo por el cual la obra de Goldin ha sido censurada en varias ocasiones. Con esta exposición el Reina Sofía participa en PhotoEspaña 2002, festival que galardona a Nan Goldin con el premio a su trayectoria. Toda su carrera está llena de los reconocimientos más importantes otorgados a los fotógrafos. En 2007 le fue concedido otro de los galardones más prestigiosos como es el Premio Internacional de la Fundación Hasselblad que se entrega anualmente, que recae absolutamente en destacados artistas de la imagen fotográfica, entre los que citaremos a algunos de los que lo han logrado como Rineke Dijkstra, Joan Fontcuberta, Wolfang Tillmans, Sophie Calle, Bernd y Hilla Becher, Lee Friedlander y Jeff Wall.

Scopophilia

Este trabajo figura como un suntuoso banquete al que Nan Goldin fue invitada, en 2010, por el prestigioso cineasta Patrice Chéreau con la intención de explorar los rostros y cuerpos de las pinturas del Museo del Louvre presentando su versión al crear una nueva obra, de rostros y cuerpos desnudos en un trabajo donde surge la catarsis que suscita emociones profundas motivadas ante los mensajes contenidos en el diálogo establecido entre las obras que se comparan unas a otras, insuflándose vida mutuamente a través de una exploración erótica de la forma humana en composiciones de gran belleza formal de carácter transgresor. La concubina homónima de Ingres se encuentra con otras odaliscas creadas por Goldin, mujeres fotografiadas en poses recostadas que mantienen todas ellas la curvilínea feminidad en común, astutamente perpendiculares al miembro marmóreo de un hermafrodita. La critica observó este trabajo como una forma de apropiacionismo cuya ejecución produjo resultados trascendentales, cumpliendo su objetivo al dar vida aux Grandes Dames du Louvre, mostrando sus designios simbólicos y su capacidad para descubrir un nuevo espacio fuera de su tiempo, creando una profunda conexión.

Imagen 4 nan goldin copia

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Goldin en Vogue

Hubo un tiempo en el que se editaba una revista en la que encontrabas diecisiete páginas con fotos de Helmut Newton, otras tantas de Richard Avedon e igualmente otro puñado de imágenes de Guy Bourdin, además de retratos de personajes que ilustraban entrevistas, y mensajes de publicidad interesante realizada por ellos mismos. Todo ello en el mismo número. No estoy hablando de una revista de fotografía, si no de una revista que mostraba las colecciones de los grandes modistos, el magazine de Alta Costura por excelencia: Vogue, en sus diferentes ediciones internacionales. Cuando fallecieron los últimos grandes creadores especializados en la fotografía de Moda que acabo de mencionar, las revistas de este ámbito se volvieron aburridas, alimentadas únicamente por fotógrafos que se imitaban unos a otros, viviendo del aliento de los clásicos. Solo destacaban Mario Testino, Steven Maisel, Peter Lindberg, Steven Klein, Herb Ritss y Bruce Weber, aunque su obra también era deudora de la visión de los grandes nombres, destacaría al más sobresaliente por contar con un trabajo auténtico y transgresor, de gran personalidad, entre moda, retratos, publicidad y videos, como es el realizado por Steven Klein. El impasse en el que se encontraban este tipo de magazines suponía el sufrimiento en un gran estancamiento que había que solucionar. Los creativos de las grandes corporaciones editoriales tomaron como referencia el trabajo que cincuenta años antes había realizado Diane Arbus para la moda y contrataron, para realizar este trabajo, a autores como Duane Michels y Martin Parr, que introdujeron a la moda en su propio mundo. Ya en nuestro país, el gran Chema Madoz se encarga puntualmente de realizar trabajos para la marca Purificación Garcia. El enorme talento de Nan Goldin para la composición de imágenes e indudablemente su celebridad y gran consideración en el arte internacional podría haber figurado como detonante para que hayan apostado por ella los nuevos valores en la dirección de arte de las grandes marcas como Dior y Bottega Veneta y la hayan contratado para fotografiar sus colecciones en imágenes publicitarias, como así mismo la realización de retratos de personalidades como Catherine Deneuve y Robert Pattison… que han sido publicadas recientemente en diferentes publicaciones de moda como Grey Magazine y en las ediciones de una revista clásica de mirada conservadora, dedicada al glamour y elegancia de la moda, tan alejada de la visión de la vida de la autora de La balada de la dependencia sexual como es la revista Vogue, de la que fue acérrima fan en su juventud. Al ver estas fotos que describen otros mundos, reconocemos su modo de componer y relatar pues conservan el halo poético que siempre ha contenido su obra, concretando un mensaje amable y flexibilizado.