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Lo esencial a la vida

Lo esencial  a la vida

Lo esencial a la vida / José Joaquín Martínez Egido

José Joaquín Martínez Egido

Acabo de terminar la lectura de La pared (Volcano, 2020), escrita y publicada en 1963, cuya autora, Marlen Haushofer, fue, al parecer, una importante novelista austriaca de la literatura en alemán de posguerra. Y resulta que se trata de una novela de culto, que yo ni conocía hasta la recomendación de mi librera. ¡Qué gusto encontrarse con una novela así!

Lo esencial  a la vida

Lo esencial a la vida / JoséJoaquínMartínezEgido

Y, aunque tengo que reconocer que la empecé sin mucho entusiasmo (a mí la ciencia ficción y los personajes que se quedan solos, me seducen lo justo), pronto consiguió atraparme. Contada en primera persona, la protagonista, dos años viuda y con dos hijos mayores, se queda aislada en la casa de unos amigos con los que ha ido a pasar unos días. Y ahí aparece la distopía, la casa y parte del bosque quedan rodeados por una pared transparente que no la deja salir y, de fuera, nunca viene nadie. Es más, logra ver desde donde se encuentra a dos personas en una granja vecina que permanecen completamente inmóviles. Este es el marco que, después de tantas películas y de series de plataformas de pago, no parece que sorprenda mucho, pero sí lo hará.

A partir de sus vivencias y, sobre todo de su soledad («Estoy tan sola que no siempre consigo huir de pensamientos estériles», p.46), a lápiz y en los reversos de los viejos almanaques, comienza a relatar un informe después de mucho tiempo sola, para intentar contar lo que ha realizado durante su aislamiento. El informe es la novela. En él, al principio, muestra cierta esperanza, pensando que su estado pueda ser puntual, pero pronto se mostrará convencida de que su situación será así hasta su muerte. Y lo que podría resultar una historia previsible y, por qué no, aburrida, se convierte, mediante un estilo directo, de frases cortas, certeras en la descripción, en la narración y en la argumentación, sin apenas marcadores y mediante una redacción sin capítulos, en una excelente experiencia lectora, que nos hace conectar con la esencia del ser humano.

Asistiremos a una comunión entre sus vivencias y todo lo que le rodea, combinando el sentido trágico y real de lo que vive con las sensaciones positivas derivadas del día a día. Ella no está sola, sino que vive con dos animales: Lince, el perro que ya estaba en la casa; y Bella, una vaca que aparece allí («Los animales eran lo único que tenía, y empecé a sentirme como la cabeza de nuestra peculiar familia», p.48). Ese tipo de relación se consolidará a lo largo de la novela haciendo que sintamos perfectamente esa conexión entre ellos («Después de todo lo que hemos pasado juntos, es, más que mi vaca, una pobre hermana paciente que soporta su destino como más dignidad que yo», p.198; «Aquel verano olvidé por completo que él era un perro y yo una persona» p.223), y se extenderá al resto de elementos naturales que la rodean, mezclando sus sentimientos con toda su vida anterior, encontrando dentro de la aflicción, la esencia de la existencia. Para ello su prosa en muy detallista y minuciosa, sobre todo en las descripciones, puesto junto a lo que ve siempre suma lo que siente, además de conectarlo con su pasado de forma ilustrativa y poética, como, por ejemplo, el episodio de la gran tormenta (pp.82-90).

Su vida fue siempre deficiente en muchos aspectos, aunque ella no lo supiera: sus relaciones personales, su papel como madre, su reflexión metonímica sobre el paso del tiempo, de la vida, con el ejemplo de cómo se viven las navidades a lo largo de la vida, de pequeño, de joven, como padres, hasta que todo se vuelva rutinario y sin ilusión. Llegará a la conclusión de que la educación que recibió no le sirve para la vida, con lo que denota una modernidad conceptual apabullante que estaría en consonancia con gran parte de los movimientos ecologistas y feministas más actuales.

Y ¿Por qué deberíais de leer esta novela? Porque sea una novela de culto o no, sea más o menos feminista, más o menos ecologista, es un placer leer las vivencias de la protagonista con ese poso realmente existencialista, pero con una humanidad radiante y rebosante de amor, que, en definitiva, es lo único importante.