Bojack Horseman y las chicas que hablan de cosas sucias

Lisa Hanawalt dibujó a Bojack Horseman pero solo porque creció leyendo a Julie Doucet, la gran dama punk de la historieta autobiográfica. La historia, también de la historieta, no deja de escribirse nunca y lo hace, sobre todo, en los márgenes

Bojack Hoserman,  Raphael Bob-Waksberg, Lisa Hanawalt y Julie Doucet. | SARA MARTÍNEZ

Bojack Hoserman, Raphael Bob-Waksberg, Lisa Hanawalt y Julie Doucet. | SARA MARTÍNEZ / PORLauraFernándezQuemardespuésdeleer

Laura Fernández

El año 2019, Raphael Bob-Waksberg, el creador de Bojack Horseman, publicó una colección de relatos divertidísima llamada Someone Who Will Love You In All Your Damaged Glory -algo así como Alguien que te ame tan gloriosamente tan dañado como estás-. En ella hay relatos protagonizados por novios tratando de organizar una boda imposible -porque hay familiares y amigos opinando de todo tipo de cosas, y haciéndolo con tanta insistencia que acaban decidiendo incluso cuántas cabras deberían sacrificarse ese día porque ¿no sería una buena idea sacrificar cabras?-, y por empleados de parques temáticos de presidentes muertos que acaban de descubrir que el amor no puede modificarse genéticamente, y quizá sea lo único.

Bojack Horseman es una serie de televisión de animada -para adultos ilustrados amantes de una mordacidad feroz- protagonizada por un caballo deprimido y alcohólico que fue una vez famoso. Protagonizó, el caballo, en un pasado tan remoto que parece no haber existido nunca, la mítica sit-com familiar Horsin’ Around.

Cuando la serie arranca, Bojack, que así se llama el caballo, está intentando volver al ruedo, dejando que una aspirante a escritora -o, mejor, una nada famosa escritora fantasma-, escriba sus memorias. Fue Bob-Waksberg quien tuvo la idea para Bojack, pero no fue él quien dibujó al caballo en cuestión. Al caballo lo dibujó Lisa Hanawalt, una brillantísima discípula de Julie Doucet, la gran dama punk de la historieta autobiográfica.

Doucet tiene 57 años. Nació en Montreal, y sin ella, el cómic autobiográfico femenino habría tardado aún más de lo que lo hizo en explorar su propio lado salvaje. Creció, Doucet, leyendo a Robert Crumb, y cuando se puso a dibujar, decidió que iba a seguir sus nada ortodoxos pasos. Que iba a contarse desde abajo, impúdica y visceralmente. Aunque pionera, su imprescindible Diario de Nueva York (Inrevés Ediciones) resulta inexplicablemente inencontrable hoy en España, cuando el espíritu punk que destila debería volver a reivindicarse si lo que se quiere es escapar a las ataduras de un sistema, este, aparentemente amigable pero en el que no reina otra cosa que la sumisa autoexplotación, aquella que ha resignificado el Hazlo Tú Mismo.

La Historia, con mayúsculas, siempre se está escribiendo. Y se escribe también en los márgenes, o precisamente desde ellos. Sin Julie Doucet, y su atrevimiento -eso que hizo en Diario de Nueva York y en sus posteriores diarios, lo de convertir cada cosa que vivía en un puñado de viñetas indecorosamente íntimas-, el deseo femenino no se habría abierto paso hasta el cómic cuando lo hizo, o no lo habría hecho en la forma en que lo hizo, y jamás, tal vez, habría existido I Want You. I Want You es el volumen que recopila los primeros minicómics de Lisa Hanawalt. En ellos aparece una versión primigenia de Bojack Horseman. Sólo que en ellos no es un actor famoso, sino sólo un caballo antropomórfico con un miedo atroz a los pájaros.

Su obsesión por los animales, en realidad, su gusto por ellos, no la aleja en absoluto de lo humano, ni tampoco de lo impúdico, de lo sucio de su comportamiento. Al contrario. En cierto sentido, devuelve al underground aquello que pudo perder con la desaparición del Gato Fritz, el famoso y lascivo felino creado por Crumb parar narrar el festín de libertad -sexual- de finales de los 60.

Como en una sucesión de engranajes, o una narración fragmentaria de mutante desenlace -porque la cosa piensa seguir en marcha, alguien debe escribir la Historia, con mayúsculas-, las publicaciones, y los sellos, que les eligen, toman las riendas de eso que pasa en los márgenes y que convierte cada pequeño paso de un autor, o una autora, en un nuevo camino para el resto.

Doucet -hoy retirada de la novela gráfica, harta de la imposibilidad de vivir de nada que se le parezca-, publicó sus primeras historietas en Weirdo, la revista que dirigía Crumb, y a Hanawalt la sacó de la autoedición Drawn & Quaterly, el sello que Chris Oliveros fundó a los 23 años en Montreal. Sí, el lugar del que procede Doucet, que también publicó gracias a Oliveros su mítico Dirty Plotte. Que Hanawalt -hija, por cierto, de biólogos, y nacida en 1983, en Palo Alto, California, y de la que en España puede leerse Coyote Doggirl (Astiberri)- haya llegado al mainstream -Netflix y HBO Max- con Tuca y Bertie -serie sobre una tucana y una pájara cantora que viven juntas- no es más que otro de esos pequeños enormes pasos que la Historia da en alguna otra dirección.