Cecil Beaton: El esteta sublime

Autorretrato. Cecil Beaton

Autorretrato. Cecil Beaton / PORPEPECALVOPhotoSoul

Pepe Calvo

«La belleza es la palabra más importante del diccionario»

Durante los años de infancia solía tener recurrentes sueños en los que se veía jugando con niños aristócratas junto a sus hermanas Baba y Nancy, y la revista Tatler, biblia de la sociedad de la época, publicaba retratos de la aristocracia londinense en las que aparecía su madre en las grandes fiestas de la nobleza convertida en una gran dama, pero al despertar llegaba la decepción pues la realidad era otra; su vida estaba instalada en los recursos de la clase media, aunque fuera clase media alta a la que pertenecía, deseaba haber nacido en el seno del gran abolengo aristocrático. Su padre era comerciante en el ámbito maderero en una empresa propiedad familiar.

Según relata el mismo Cecil, fue un negado para ir al colegio considerándose un inculto. Allí aprendió únicamente a relacionarse con los demás, lo que supuso de una gran ayuda para sus fines. Sabía que para ascender tenía que relacionarse entre los círculos de clase alta y si llevaban una corona en la cabeza mejor que mejor. La realeza era el sumun. Cuando realizó las fotos de la coronación de la reina Isabel II, Cecil Beaton era ya mundialmente célebre.

«No quiero que la gente me conozca como lo que soy, sino como lo que estoy intentando y fingiendo ser», dijo una vez. Creció simulando ser un aristócrata, se le daba bien ese juego del que participaban todos aquellos que le rodeaban sumergiéndose en la mentira y esta mentira se convirtió en escuela donde hizo un buen aprendizaje dirigido por él mismo; si hubiera conseguido puntuación, hubiera sido la más elevada. Cum laude. Su vida posterior lo demuestra con creces. Se integró de manera rotunda como un miembro más de la élite aristocrática inglesa a partir de la segunda década del siglo XX.

Marilyn Monroe. cecil beaton

Dalí y Gala, por Cecil Beaton / PORPEPECALVOPhotoSoul

Experiencias y desafíos

Cecil Beaton (Hampstead, Londres, 1904 – Broad Chalke, 1980), nacido como Cecil Walter Hardy Beaton, destacó por ser un hombre lleno de ambición, su vida y su obra se fundían en el significado de experiencias y desafíos, de los que siempre salía airoso, brillando con gran intensidad. Dedicó su vida a plasmar la belleza en todos sus ámbitos, además de la fotografía se dedicó a la moda, la escenografía, y al vestuario de teatro y cine, a escribir ilustrando sus textos con dibujos y acuarelas. Dotando a su trabajo de una mirada futurista en la que reinventó la época eduardiana, dándole un nuevo enfoque. De todos estos ámbitos, consiguió salir siempre con gran éxito.

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Su niñera hacía fotos de él y sus hermanos utilizando una cámara Kodak 3A, aparato que le enamoró pues entendió que era una herramienta con la que se podía acceder a mundos donde surgiría la creación. Fue ella quien le enseñó a manejarla y el pequeño Cecil comenzó a ejercitarse fotografiando a sus dos hermanas y su madre que, encantadas, posaban para él, ataviadas con ropas elegantes que él les sugería.

Aunque sentía nulo interés por los métodos académicos su familia le matriculó en la Harrow School; a partir de esta escuela comenzó a asistir a las clases del Saint John´s College de Cambridge, donde estudió arte, historia y arquitectura. Por medio de unos contactos universitarios, a muy temprana edad publicó un retrato de la duquesa de Malfi en la revista Vogue.

Dalí y Gala. cecil beaton

Marilyn Monroe, por Cecil Beaton / PORPEPECALVOPhotoSoul

Laberinto de objetivos

Consideraba que ser fotógrafo estaba mal visto pues era una profesión, según él, muy ambigua, poco comprendida por la gente, no estaba decidido a querer convertirse en un auténtico fotógrafo, pero intuía que a través de este oficio podría conseguir sus objetivos, recorriendo para ello todo un laberinto de opciones en las cuales brillaba su propia ambición.

Una foto de la actriz Lily Elsie fue el detonante para convertirse en creador; era una imagen de estudio inspirada en una escena teatral, que aunaba cuanto le interesaba, una mujer elegante en una pose sofisticada sobre una escenografía muy bien iluminada, con aires de misterio.

Abandonó Cambridge en 1925 sin haber obtenido ningún título, pero trabajando compulsivamente la fotografía y pronto causó una gran sensación al realizar su primera exposición en la Coolling Gallery de Londres.

Autodidacta, aunque no se sentía cautivado por la técnica, sabía cómo conseguir el efecto deseado. Sus imágenes estaban dotadas de una gran personalidad y su forma de ejercer la fotografía era única.

Cuando realizaba una sesión como retratista se centraba en la idea que se hacía del modelo, incluso antes de conocerlo personalmente, parecía que la personalidad de la persona en si misma no le interesaba, dotando a la imagen del aliento de su propia imaginación.

«La persona no es tan importante como el escenario», dijo.

Cecil Beaton El esteta sublime

Imagen de su trabajo como reportero de guerra, Cecil Beaton / PORPEPECALVOPhotoSoul

Homosexualidad

«He sido un homosexual pésimo pues siempre he tratado de evitarlo», dijo de sí mismo.

Conoció a Stephen Tennnat, brillante aristócrata de estilo decadente, hijo frívolo y narcisista de un barón y se vio reflejado en él, era como su otro yo, su alter ego. Tennat era un niño rico, mientras que Beaton no tenía ingresos heredados y debía de trabajar duro para conseguir dinero. Ser un dandi era algo diferente a vestir bien, era, sobre todo una actitud.

Según relata el documental Love, Cecil, de Lisa Inmordino Vreeland, narrado por Rupert Everet, Beaton se enamoró del coleccionista de arte Peter Watson siendo correspondido por él en cierta medida, aunque sin muestras de cariño. Fue una relación frustrante para Beaton pues el sentimiento no era mutuo. Otro de sus grandes amores fue el historiador de arte Kin Hoitsma, que además era un gran esgrimista y había competido en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956. Le consideraba su posesión más preciada. Parece que llegaron a amarse. Junto a él, Cecil se sentía como una colegiala, según fluían los cotilleos de la sociedad.

Fue gay en una época en que estaba muy mal visto, mantuvo varias relaciones amorosas, pero siempre a puerta cerrada. Se comportaba como un hombre melancólico, era un cúmulo de contradicciones, tenía el don de tomar siempre decisiones equivocadas, jamás daba la impresión de ser feliz.

Por su afilada lengua, Jean Cocteau le bautizó como Malicia en el país de las maravillas. Pocos escaparon a su verbo incisivo y snob.

Sé atrevido. Sé diferente. Sé inútil.

Era una frase que mencionaba ante la banalidad de algunos artistas.

La gente lo consideraba vanidoso y soberbio, pero él no se veía así. Soy todo menos eso. Aunque soy mi peor crítico.

Según la opinión del fotógrafo David Bailey, que había realizado un documental sobre la gloria de Cecil Beaton: resultaba penoso ver sus artimañas para intentar ascender en la sociedad. Siempre habló mal de él; ambos se detestaban.

Después del visionado, Beaton dijo a Bailey, tu documental es entretenido, pero es inconcluso y superficial. Cinematográficamente no tiene interés, no es una buena película. ¡Zas en toda la boca! Sabía bien donde se hallaba el talento y no lo vio en Bailey.

Cecil Beaton era una fuerza creativa superior.

Nueva York y Hollywood

En 1929 se va a Nueva York; se enamora de la energía que desprende la ciudad y comienza a inmortalizarla con sus fotos realistas, saliendo a la calle buscando la belleza en los lugares donde no había estado anteriormente, encontrando una clase distinta de belleza en otras áreas de la ciudad. Es allí cuando comenzó su auténtico triunfo al ser contratado por Ediciones Condé Nast, editores de la mítica revista Vogue, aportando romanticismo y estilo, encontrando nueva inspiración sobre los ámbitos en que la fotografía de Modas todavía no había transitado, creando ambientes misteriosos en portentosas imágenes, inspiradas en los films del expresionismo alemán. Publicando igualmente en la revista escritos con ilustraciones realizadas por él mismo.

Con la invención del cine sonoro se marcha a Hollywood donde plasma la elegancia en el mundo del cine como nadie anteriormente lo había hecho. Realizando un sinfín de retratos de los actores y actrices más destacados de la época como Marlon Brando, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Audrey Hepburn, Marylin Monroe y cineastas tan importantes como Orson Welles, Billy Wilder…, escritores como Truman Capote y Tenesse Williams, artistas como David Hockney, Dalí y Picasso. Y muchos mas, todos los mitos del siglo XX pasaron por el objetivo de su cámara.

Pero tuvo un grave error, por el que fue despedido.

En sus escritos comenzaron a aparecer algunas expresiones antisemitas como «perro judío… «. Beaton no ignoraba que la editorial de la revista estaba dirigida por judíos, por este motivo era incomprensible la forma en la que actuó tan negligentemente.

Cecil Beaton El esteta sublime

Imagen de su trabajo como reportero de guerra, Cecil Beaton / PORPEPECALVOPhotoSoul

Casa Real

A pesar de este hecho, la vida le ofreció otra oportunidad para continuar su trabajo como fotógrafo, pues en 1939 recibió una llamada de la Casa Real Inglesa requiriendo sus servicios en la realización de varias sesiones de retratos de la familia real. Desde el principio, tuvo una gran conexión con la Reina Isabel, lo que le permitió abordar otros trabajos con todos los miembros de la familia, colaborando a moldear la imagen de los duques de Windsor entre lo íntimo y la solemnidad.

Logró una confianza absoluta con Isabel II, inmortalizando con sus imágenes su coronación, el nacimiento de sus hijos y los múltiples retratos de la vida en palacio.

Durante el ataque a Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, se dedicó a fotografiar Londres, una ciudad bombardeada y masacrada que fue motivo de una nueva inspiración, logrando bellísimas imágenes de las calles convertidas en escenarios dantescos. La prensa comprendió que estas fotografías eran las mejores que se habían hecho nunca sobre los desastres de la guerra.

Cultivó su talento como corresponsal de guerra, comenzando a retratar a pilotos, soldados y marines cuyo resultado fueron imágenes muy intimas y eróticas en las que su sensualidad estaba muy presente, lo que resultaba poco común en reportajes sobre motivaciones bélicas.

En esta etapa, Beaton tomó más de siete mil imágenes, que fueron publicadas en varios libros. Viajó a Birmania, China, Japón y a los lugares donde la guerra estaba en su apogeo consagrándose como uno de los mas grandes reporteros en este ámbito. Las fotos que realizaba eran sorprendentes pues formaban parte del punto de vista de un esteta.

La fotografía de una niña en su cama del hospital fue considerada una de sus imágenes más logradas de está época, destacada por la revista LIFE en su portada.

Con estas imágenes se tenía la impresión de que la cultura y la belleza no desaparecerían jamás a pesar de la época tan destructiva que se vivía.

Este nuevo trabajo fue el detonante para que las Ediciones Condé Nast se replantearan admitirlo.

Greta Garbo

La actriz Greta Garbo se convirtió en una visitante habitual de Reddish House, la casa de campo propiedad de Cecil Beaton. Ambos cultivaban una gran amistad, a través de la cual, el fotógrafo se obsesionó con ella, de la mañana a la noche vivía solo pensando en la Divina Garbo, como era conocida. Estuvo diez años pidiéndole que posara para él, a lo que la diva sueca se negaba siempre, pero un día en que Greta necesitaba renovar su pasaporte, Beaton fue el encargado de realizar sus fotos para este trámite burocrático y a partir de ahí comenzó a posar para él de forma profesional. De ser su mejor amiga, pasaron a tener una relación sentimental. Greta podía haberse convertido en su esposa, pues era la única mujer a la que Cecil había pedido en matrimonio. Aunque los cotilleos hollywoodenses la convertían en lesbiana, también se sabía que había tenido muchas relaciones con hombres.

Leslie Caron lo dijo abiertamente: Estoy convencida de que Garbo y Beaton han tenido algo, aunque solo haya sido un rollito.

Otros que conocen bien a Beaton, saben que con las mujeres era muy bueno en la cama, pues lo habían confesado algunas de sus amantes, como la bailarina Adele Astaire, la actriz Coral Browne y Doris Castlerosse que brillaba en la sociedad de su tiempo.

Protegiendo su intimidad hasta el último instante, Greta Garbo murió sola en 1990, diez años después de Beaton.

Tres fotos

Realizó como figurinista dos películas, Gigi (Vincente Minelli, 1958), con Leslie Caron y Louis Jourdan, y My fair lady, de Georges Cukor, realizada en 1964 y protagonizada por Rex Harrison y Audrey Hepburn, con las que obtuvo sendos premios Oscar de la Academia de Hollywood al mejor vestuario. Igualmente consiguió los premios Tony que concedía Broadway por las obras en las que trabajó como realizador de vestuario y actor.

Convertido en el cronista oficial de la realeza y el star system, se decía de él que con sus retratos había tocado el alma de los mitos de su tiempo; durante las cerca de seis décadas en que trascurrió su trayectoria laboral se reinventó constantemente consiguiendo un destacado lugar entre los mas importantes fotógrafos del siglo XX.

Sufrió un infarto en 1974 y quedó muy débil. Incapacitado del lado derecho se vio frustrado para continuar con su trabajo, procurándose sustento económico, en esta última etapa de su vida, organizando sucesivas subastas del material original de su obra en Sothesby´s.

El futuro le producía angustia, confesó antes de su muerte en 1980.

No estaba contentó consigo mismo, lamentaba no haberle concedido a su vida un enfoque más intelectual.

Los últimos años de su existencia los pasó en su casa de campo, en su dormitorio tenía tres fotos, de Peter Watson, de Kin Hoitsma y de Greta Garbo, a quienes consideraba los grandes amores de su vida.

El esteta sublime y sublimado, uno de los artistas más controvertidos e influyentes, amado y odiado por la sociedad, descubrió nuevos caminos con su descomunal talento, dejando un legado exuberante, único y necesario para la Historia del Arte y la Fotografía.

Dedicó su energía en luchar para alcanzar lo extraordinario y la belleza auténtica, rechazando lo común y la insignificancia de las trivialidades. Y lo logró.