TRIBUNA

Fernando Parra, Premio de la Crítica

Fernando Parra, Premio de la Crítica

Fernando Parra, Premio de la Crítica / ManuelValeroGómez

Manuel Valero Gómez

Ahora que la vanidad parece haberse consagrado como un supuesto valor literario, (y también académico, id est), ese lector que todos hemos sido (y que seguimos siendo) agradece reconocimientos públicos medidos con la justeza de la perseverancia y el talento. Estamos hablando de la reciente concesión del XLII Premio de la Crítica Literaria Valenciana, en su modalidad de narrativa, a la novela Las cinco vidas del traductor Miranda (Editorial Funambulista, Madrid, 2022), del profesor y escritor Fernando Parra Nogueras. Oriundo de Tarragona, aunque de larga raigambre alicantina, Parra Nogueras ha desarrollado una trayectoria literaria tan breve como intensa que cuenta, además del título galardonado, con las novelas Persianas (también en Funambulista, 2019) y El antropoide (Candaya, Barcelona, 2021). Dos buenos ejemplos, por cierto, de los inmejorables augurios que –a la vuelta de la esquina– aguardaba el destino de su empeño. (Y ya sabemos, pues su última obra es una muestra de ello, que esta esquina es un callejón sin salida con cinco identidades). Véase, no obstante, su condición de finalista en el Premio Azorín (2017) y, precisamente, en una edición anterior de los Premios de la Crítica Literaria Valenciana (2021).

Pero del mismo modo que reconfortan estos parabienes más que merecidos, presagian (y dejan intuir) la soledad del corredor de fondo que resiste frente a la aridez de las listas de ventas editoriales o los empujones historiográficos hacia no sé qué carrera. Y no hay cifra o codazo que duela más que la vanidad (decíamos al comienzo) confundida con la cordialidad: esa soledad sin rostro que nos produce a diario desde la explotación. Allí donde se entrecruzan, de igual manera que se tejen y destejen los personajes de Las cinco vidas del traductor Miranda, las categorías ideológicas burguesas de la estética con la creación. Porque la literatura de Fernando Parra se ha levantado sobre los cimientos de una renuncia, así debe considerarse su tempo de escritura pausado y reñido con los dictados uniformadores de las modas. Y no será menor señalar, según sentencia Althusser a propósito del surrealismo y la pintura, que la fantasmagoría artística de la subjetividad es la correspondencia especular de la subjetividad de consumo. Es por todo ello que consideramos muy valiosas estas tres entregas que Parra Nogueras ha denominado «Trilogía de la culpa y de la identidad», en un evidente homenaje a Mario Lacruz, escritor y editor barcelonés que participa de la ficción, como un personaje más, del libro que aquí se celebra.

Si bien el propio autor resalta en su escritura estos dos puntos de fuga (culpa e identidad), quisiéramos insistir en que las dialécticas persecución / huida y realidad / ficción vertebran el argumento fijando una complicidad inmanente con los lectores mediante un pacto –casi– soterrado. Las cinco vidas del traductor Miranda se compone de dos partes bien diferenciadas que, a lo largo de cuarenta capítulos, recuperan la conocida historia de Salman Rushdie, así como la persecución sufrida tras la publicación de Los versos satánicos. Gracias a una prosa depurada y un poderoso narrador omnisciente, el relato queda desbordado por un empleo muy particular de la técnica perspectivista, donde la anécdota y los saltos temporales bregan con una trama circular, sujeta a las digresiones y los finales abiertos. Este juego de espejos permite avanzar en la reconstrucción deformada de los acontecimientos, igual que el pulso narrativo es mantenido por una baraja de subordinadas a medio camino entre la descripción y la reflexión. No resulta sencillo olvidarse de momentos especialmente lúcidos como ese «cuello garcilasista y marmóreo» dibujado en mitad de la ocultación y el miedo. Será que, como pergeña Raymond Chandler en la última aventura del ínclito Philip Marlowe, solo se trata de una «sombra al descubierto» planificada por Parra Nogueras. Algo así como aquello que hace la literatura, nuestro inconsciente ideológico, con nosotros: ¿cuánto espejo habita en nuestro reflejo deformado? Como si acaso, a estas alturas del capitalismo, importase lo más mínimo.