Hubo un tiempo en que Pretenders lucían muy desdibujados respecto a la gloriosa pareja de álbumes, tríada incluso, con la que iniciaron su andadura a caballo de los 70 y los 80, y parecían condenados sin remedio al departamento de baladas mainstream vía I’ll stand by you (1994). Paradójicamente, es la balada el artefacto con el que Chrissie Hynde se rearma para sonar genuina en Relentless, el 12 álbum de esta banda que un día fue puntal de la new wave británica. Es cierto que de aquellos primeros Pretenders apenas queda nada: ni siquiera Martin Chambers, el batería original, que desde su repesca en los 90 parecía pieza fija, da señal de vida en este disco (aunque no consta que haya abandonado el grupo). Pero vemos a Hynde crecida en el tándem creativo establecido con el guitarrista James Walbourne, con quien firma la composición de las 12 canciones (como hace tres años en Hate for sale). Material que nos dice de qué modo un artista de rock puede crecer y alcanzar la provecta edad de 72 años sin sonar autoparódico ni limitarse a dar lo que cree que el mundo espera de él.
El número de apertura, Losing my sense of taste, con su texto descreído como aviso a navegantes («ni siquiera me importa el rock’n’roll / y a todos mis favoritos se les ve cansados y viejos») puede dar a entender que Pretenders siguen transitando la resistente ruta del rock y del guitarreo ardiente, pero es una señal un poco engañosa. Aunque luego salpican el cancionero otros temas vigorosos (destaquemos los admirables Let the sun come in y Vainglorious, este último claro heredero del lejano descaro nuevaolero), Hynde no ha querido situar tanto ahí el centro gravedad del álbum como en la sucesión de medios tiempos e introspecciones nubladas.
Baladas que no tienden a la afectación ni a la autocomplacencia, que la lideresa aborda luciendo su bien temperada garganta y esquivando los moldes. Está Domestic silence, cayendo a plomo entre esos gruesos fondos de teclado, y The copa, con su vago perfume latino, y Look away, con su malla de guitarras acústicas.
Una viuda muy feliz
Y esa siniestra Merry window, declaración de presente: «Estoy divorciada, pero me siento como una viuda, una viuda muy, muy feliz». Más incierto es el tema de cierre, I think about you daily, con cuerdas firmadas por Jonny Greenwood (Radiohead), un poco alejado de la textura, pese a todos los matices, propia del rock desplegada en el álbum por el productor David Wrench (Goldfrapp, David Byrne, Courtney Barnett). Con todo ello, vemos a Hynde en un estado incisivo, fundiendo los vestigios de un viejo candor con las heridas de guerra, tal como da a entender esa portada que muestra a un niño con un parche y guantes de boxeo.