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En una larga encrucijada

Las ruinas del chiringuito Peña Grande, un verano más sin demolerse y haciendo compañía a un quiosco cerrado

Una mujer, de espaldas al ruinoso chiringuito Peña Grande, cerrado en el paseo; y el otro chiringuito, a solo unos metros, también sin actividad, este verano. J. R. ESQUINAS

Un paseo peculiar este verano por Santa Pola. A un lado unas playas con grandes cotas de afluencia, y control de aforos, y a otro lado unos bares y restaurantes que este año no alcanzan a llenar todo lo que hubiesen soñado debido a la crisis del covid-19, un virus que llegó para hacer más complicada la vida de todos. Continuando el paseíllo por la Avenida González Vicent se puede ver junto al mercadillo, que cada temporada estival se planta en primera línea, una estructura que languidece. Se trata de los restos de uno de los chiringuitos más icónicos,si no el que más, de la villa marinera: Peña Grande. De él sólo resiste una estructura ruinosa que lleva sin ningún uso dos años en el paseo desde que se acabó la concesión de este establecimiento de la década de los ochenta.

Lo que más preocupa en la zona es que se cerró el chiringuito después de cinco prórrogas y en su lugar y a solo unos metros se colocó otro desmontable de madera, en la línea estética de los nuevos kioscos del litoral, que desde hace meses también permanece cerrado dejando una estampa solitaria en esta plaza. Aunque no quedan muy claros los motivos del cierre, todo apunta a que el concesionario ha preferido no abrir porque entendía que la temporada no le saldría rentable por las restricciones sanitarias, indican fuentes municipales.

En cuanto a Peña Grande, desde hace dos años el inmueble sólo ha servido para acumular suciedad en el interior. Cuenta con restos de mobiliario, cajas de cartón y hojas que se han colado teniendo en cuenta que las ventanas no están totalmente precintadas y cualquiera puede acceder a ver el deplorable estado de lo que en su día fue un icono local, y que ahora sólo es una mancha para la localidad que genera malas críticas por parte de residentes y visitantes, que no se explican cómo esta infraestructura sigue en pie y en ese estado en primera línea del mar. En 2019 Costas ya descartó que el chiringuito pudiese tener una segunda vida tras vencer el permiso administrativo, con la misión de liberar espacio para el viandante.

Con el cuatripartito ya instaron a que se demoliese y a nivel municipal tenían estimado dedicar 20.000 euros para este fin. Después con el actual gobierno local, del PP, también recibieron estas indicaciones sin que haya trascendido si hay fecha límite para tirar abajo estos restos. En su momento los populares alegaron que no había partida para el derribo y un año más tarde el capítulo se repite. Según la alcaldesa, Loreto Serrano, en estos momentos el Ayuntamiento no dispone de presupuesto para afrontar un proyecto de demolición, y alega que aunque la eliminación de esta instalación es necesaria tienen que priorizar otras demandas como la emergencia social derivada de la pandemia así como afrontar gastos para arreglar lo que la DANA se llevó. Lo que está claro que a corto plazo no hay visos de encontrar una solución.

Aún y así, desde Playas explican que van a procurar mejorar la limpieza de la zona y evitar que el enclave de la Plaza de Castilla resulte tan poco estético.

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