Hoy proponemos un breve recorrido por uno de las zonas que integran el denominado Ensanche de Alicante. El punto de partida de esta visita lo fijamos en el cruce de las calles Reyes Católicos y Doctor Gadea. En el mismo punto donde se puede apreciar uno de los monumentos más simples y poco destacados por la ciudadanía y sus representantes, pero que sin embargo desde pequeño me llenaba de orgullo y servía como punto de referencia. Me refiero a la Cruz de los Caídos.

Por alguna ilógica razón no han sido pocos los que han pretendido echar abajo ese monumento. Para algunos símbolo de la victoria de unos y la derrota de otros, pero como a mí siempre me enseñaron, monumento a la perseverancia de las ideas por encima de la propia vida, y símbolo de la resistencia heroica de los alicantinos a la situación a la que se vieron sometidos. Los últimos resistentes. Pese a que originalmente se levantó para homenajear a los del bando victorioso, finalmente, siendo alcalde José Luis Lassaletta, se decidió que esta obra debería conmemorar no solo a los caídos de los sublevados sino también a los republicanos. Así pues en la inscripción se menciona a todos los fallecidos: «1936-1940. A todos los hombres y mujeres que murieron en defensa de sus ideales».

Detrás de la gran cruz, una figura sobre un pedestal que casi pasa desapercibida. Pocos realmente conocen la importancia de la persona a quien evoca. Eleuterio Maisonnave, alcalde insigne de la ciudad, único entre todos que ostenta la titularidad de una estatua. Además precursor del denominado ensanche de la ciudad que dará lugar a la existencia del barrio que hoy visitamos. De hecho la figura sujeta en una mano el plano de este ensanche que dibujará el desarrollo futuro de la ciudad.

Precisamente por la avenida que hoy lleva su nombre, y que otrora se llamase Alameda de San Francisco, continuamos nuestra visita en dirección a los límites del barrio.

La estatua de Eleuterio Maisonnave, con el plano de este ensanche en su mano Pilar Cortés

Por la calle Pintor Aparicio descendemos descubriendo entre los modernos edificios algún árbol monumental que nos recuerda que no hace tanto tiempo la denominada calle Arquitecto Morell aún seguía sin asfaltar. Un poco más abajo debemos girar la mirada atrás en el cruce con Reyes Católicos para descubrir junto a la parroquia de los Capuchinos una hornacina monumental dedicada a San Pascual Bailón.

El «epicentro»

Seguimos bajando y nos encontramos con el corazón de este barrio, la Plaza de Séneca, por fin recuperada tras no pocos años de reivindicación por parte de sus vecinos y representantes. Apenas había nacido el barrio con sus calles ya dibujadas, pero aún sin rellenar no pocas de sus manzanas, cuando en 1934, sobre la denominada Plaza de Séneca que debiera ser alma del barrio, se situó la estación de autobuses que borraría la plaza y casi el barrio hasta su traslado frente a la Plaza de Galicia, justamente estos días hace ya diez años.

Plaza de Séneca. Pilar Cortés

Como si de una mala hierba se tratase la plaza intentaba rebrotar a pesar de los esfuerzos de constructores y urbanizadores en hacerla desaparecer y con ella la esencia de un barrio. La guerra civil dejó, pocos años después de la aparición de la estación, la construcción de un refugio que serviría para proteger a los primeros «Senequinos» ante los horrores de los bombardeos, que además se cebaron con el barrio al encontrarse en las inmediaciones la fábrica de gas y la refinería de petróleo, objetivos de la no siempre certera puntería de los bombardeos. Sin embargo hoy la plaza abre el cielo en medio del barrio permitiendo además utilizar el edificio de la antigua estación para diferentes usos públicos, visitar los refugios y el centro de interpretación de los mismos. Y una propuesta al aire lanzada por los vecinos a propósito del edificio de los Bomberos.

Desde aquí bajamos hasta el propio Parque de Canalejas donde encontramos los monumentos quizás mas naturales de la ciudad. Los ficus gigantes y microcarpa que dan sombra al parque situado enfrente de los edificios de los tinglados y Lonja de Pescado, de estilo historicista, construidos a principio de siglo XX (1917- 1921), actualmente sala de exposiciones multiusos.

Siguiendo el paseo del parque en dirección a la Explanada, observando con el rabillo del ojo el Puerto a nuestra derecha, pasaremos junto a la esquina de la calle Alemania, otrora Calle Quiroga, nombre que también ostentó la comisión fogueril del barrio hasta 1949, cuando cambió al de Séneca Autobuses. Aquí además tenemos uno de los rascacielos de la ciudad, el Edificio Alicante.

Casa de las Brujas. Pilar Cortés

Rodeando este edificio, volvemos a subir hacia nuestro punto de partida por el paseo del Doctor Gadea pasando junto a otro edificio singular donde acabaremos nuestra ruta. Hoy la llaman Casa de Gadea (aunque antiguamente se le llamara Casa de Martínez, promotor de la construcción de la casa a finales del XIX) pero que casi todo el mundo conoce como Casa de las Brujas. Su arquitectura y estilo mezclan de manera ecléctica las huellas de las diferentes reformas sobre el mismo edificio. Actualmente, es la sede de la Generalitat Valenciana en Alicante.