El asilo de Benalúa, con más de 140 años a sus espaldas, languidece a día de hoy abandonado a su suerte en el extremo oeste del barrio de Benalúa. Tras su cierre y el traslado de sus residentes al nuevo edificio del barrio de La Torreta, su estado se deteriora poco a poco. Aun así, algunas de sus dependencias como la capilla modernista proyectada por el arquitecto Enrique Sánchez Sedeño se mantienen en buen estado, aunque el expolio ya ha comenzado a cebarse con sus elementos metálicos. Si nada lo impide, Alicante acabará perdiendo este bello ejemplo de arquitectura religiosa y por extensión el histórico edificio del asilo.

Lo que poca gente sabe es que este no fue el único asilo que tuvo Benalúa. O en realidad sí, porque el otro asilo del que les voy a hablar nunca llegó a funcionar como tal. Se trata del Hospital del Niño Jesús cuyo edificio fue derribado en 2007 sin que nunca llegara a albergar a ningún niño.

La historia de este fallido asilo se remonta a 1895. En ese año se constituyó la Sociedad El Niño Jesús con el fin de establecer en el barrio de Benalúa un hospital para niños pobres con edades comprendidas entre uno y doce años. Al año siguiente Victorina Amérigo cedió 1.200 metros cuadrados de sus terrenos y se convirtió en la primera presidenta de la entidad.

Victorina Amérigo Rouvier era hija del comerciante alicantino José Gabriel Amérigo Morales y de la estadounidense, aunque de orígenes franceses, Josefa Magdalena Rouvier Giraud. Había nacido en nuestra ciudad en el año 1853. Su padre fue propietario, entre otros inmuebles, del edificio situado entre las calles Mayor y Altamira, donde hallamos el pasaje, hoy privatizado, que lleva su apellido. Victorina fue propietaria, por herencia de su padre, de los terrenos del antiguo Jardín Botánico y de un terreno situado en el actual barrio de Benalúa, del cual cedió una parcela del mismo recayente a la calle de Pardo Jimeno con fachadas laterales a las calles del Capitán Dema y Los Doscientos.

Para llevar a buen puerto la construcción del asilo infantil se organizaron actos benéficos y suscripciones populares para recaudar los fondos necesarios, que fueron llegando con mucha lentitud. A finales de 1896, el edificio tenía cubiertas las dos alas laterales y sólo faltaba la techumbre del cuerpo central. En 1901 el edificio -aún sin acabar- fue ocupado por gente sin hogar y acabó siendo víctima del pillaje.

A principios de ese mismo año se propuso la fusión de las Juntas de Damas del Asilo de Niños Virgen del Remedio, con sede en el Paseo de Campoamor, con la Junta de Damas del Hospital del Niño Jesús de Benalúa. En las postrimerías de 1903 Victorina Amérigo desempeñaba el cargo de vicepresidenta de la Junta Benéfica del Asilo de Niños Nuestra Señora del Remedio.

La señora Amérigo recibió en 1903 la Placa de Honor y Mérito de la Asamblea suprema de la Cruz Roja por su labor benéfica en pro del Hospital de Niños. Agridulce premio de consolación por un proyecto tristemente fracasado.

En 1907 Victorina Amérigo cedió gratuitamente ante notario el inacabado Hospital del Niño Jesús al Estado, haciéndose cargo éste del pago de las 1658 pesetas que aún se debían por las obras de construcción del edificio. La cesión se hizo efectiva en la reunión de la Sociedad El Niño Jesús del 15 de julio de 1907, quedando a continuación disuelta dicha entidad benéfica.

A finales de agosto de 1907 el Ministerio de Guerra tomó posesión del edificio con objeto de acondicionarlo para convertirlo en Hospital Militar con capacidad para 40 o 50 pacientes. En el momento de la adquisición el edificio contaba con planta baja, sótano y un piso principal con dos terrazas a los lados. Esa fue la estructura que mantuvo hasta su derribo.

Este edificio albergó durante décadas la Comandancia Militar de Ingenieros, y en sus últimos años, fue conocido con el sobrenombre de «la casa de los gatos»

Una vez cerrado y tras muchos años sin uso fue demolido en 2007 para levantar una promoción de viviendas –Edificio Lucentum- que fracasó al estallar al año siguiente la crisis económica mundial. En fecha reciente ha sido levantado un moderno edificio en el lugar que antes ocupó el fracasado asilo de niños. Quizás si se hubiera retrasado un año el derribo del edificio, la crisis económica hubiera hecho inviable su demolición y se hubiera salvado uno de los pocos inmuebles históricos que quedaban en Benalúa.

Sobre Victorina Amérigo añadiremos para finalizar que falleció en Alicante en 1923 siendo enterrada en el cementerio municipal de Nuestra Señora del Remedio. Su esposo, Juan Bautista Garriga, que había fallecido unos años antes, fue trasladado del antiguo cementerio de San Blas al panteón de los Amérigo en 1959.

Triste historia y triste final para una entidad benéfica y su histórico edificio que tenía que albergarla. Otro inmueble más que añadir a la extensa lista de patrimonio alicantino perdido.