Existen lugares en el mundo que, sin saber muy bien porqué, actúan como un imán para el dolor, el drama y la tragedia. Lo atraen o lo provocan. Parece que todo lo malo ocurre allí. Sin apenas darnos cuenta se van acumulando sucesos con el paso de los años. Asesinatos, ajustes de cuentas, suicidios, batallas o accidentes convierten la zona en lo que se suele llamar un «lugar marcado».

Por mucho que nos pueda sorprender, la tranquila costa de Agua Amarga y sus alrededores, a menos de diez minutos en coche desde el centro de la ciudad, acumula un buen número de hechos luctuosos muy por encima de los que pueden encontrarse en otros barrios, partidas y playas de Alicante.

Pese a ser un maravilloso balcón sobre el mar, su inmediata sierra de Colmenares ha permanecido casi virgen hasta hoy. Da la sensación que la ciudad ha huido de esa zona, prefiriendo crecer hacía el norte. Es más, esta zona es un paraje casi deshabitado desde el barrio de San Gabriel hasta la playa del Saladar (Urbanova). La única zona habitada permanentemente en el paraje era el modesto barrio de Agua Amarga. Como contaremos el mes que viene, el barrio fue derribado únicamente porque afeaba el gran proyecto temático de La Ciudad de la Luz. Unos estudios cinematográficos que iban a convertirse en la meca del séptimo arte y que han acabado acogiendo a los refugiados de la brutal guerra contra Ucrania. El dolor ha vuelto a elegir a Agua Amarga.

En esta entrega y en la del mes que viene repasaremos, a través de la prensa antigua, algunos de estos trágicos sucesos que han convertido al paraje de Agua Amarga en un lugar marcado.

Su encrespada costa ha sido históricamente el lugar elegido por las corrientes marinas para devolver a tierra los cuerpos de los marinos a los que ha arrebatado su vida. En muchas ocasiones eran los carabineros del puesto de Agua Amarga o de Babel los encargados de localizar y recoger los cadáveres.

En el tórrido mes de agosto de 1845 arribó a nuestro puerto el vapor militar «Alerta» con cuatro compañías del Regimiento de Saboya. Tenía previsto quedarse unos días para vigilar el aumento del contrabando en la zona. Seguramente por este motivo acudirían al paraje de Agua Amarga, lugar históricamente escogido por contrabandistas. Allí uno de los cabos, no pudiendo soportar por más tiempo el calor abrasador, decidió refrescarse lanzándose al mar, pereciendo ahogado al no saber nadar. En 1971 una jovencísima pareja francesa de recién casados pereció ahogada al volcar la balsa de goma en la que se encontraban. El marido logró alcanzar la costa pero regresó al agua a salvar a su esposa produciéndose el fatal desenlace. El suceso ocurrió muy cerca ya de la playa del Saladar.

Otras veces los ahogamientos han estado envueltos en el misterio. En mayo de 1889 una mujer que lavaba la ropa en la costa de Agua Amarga fue hallada flotando en el mar por su hijo. Alertado por la tardanza de su madre, acudió a la playa encontrándose con el terrible escenario.

El primero de julio de 1883 apareció el cuerpo de un ahogado que fue entregado a las autoridades. Hace pocos años un submarinista aficionado se topó de bruces con un cadáver sumergido. Pero no siempre los ahogamientos se producían por las ganas de refrescarse en el mar. El temporal de diciembre de 1885 llevó a la costa el cadáver de uno de los cinco marineros desaparecidos al volcar sus embarcaciones frente a las costas de El Campello y Tabarca. En noviembre del año siguiente un pequeño falucho comenzó a hundirse frente a la costa de Agua Amarga pereciendo ahogado uno de sus tres ocupantes. En octubre 1905 el carabinero José López Granero no lo dudó dos veces y en pleno temporal se lanzó al mar a rescatar a los ocupantes de la barca pesquera «Manuel» de El Campello que zozobraba. Logró rescatar a dos tripulantes siendo imposible salvar al tercero pese a que lo intentó en varias ocasiones. En 1928 los ocupantes del autobús de línea de Santa Pola divisaron frente a la costa de Agua Amarga a tres náufragos que trataban desesperadamente de alcanzar la playa. Tras dar aviso en el puerto, una barca gasolinera zarpó a su encuentro y les rescató cuando ya apenas podían nadar. Eran los tripulantes del laúd San José que se dedicaban a las labores de pesca cuando zozobró.

Las malas artes de pesca, especialmente la que se realizaba ilegalmente con dinamita, eran frecuentes en este aislado paraje. En agosto de 1903 los pescadores alicantinos aficionados denunciaban la proliferación de la pesca con explosivos en el Cabo de la Huerta y en Agua Amarga. Dos años después el pescador Antonio Vidal perdió la mano izquierda y parte del antebrazo al explotarle un cartucho de dinamita. Un carabinero de la zona, alertado por la explosión, encontró entre las rocas a Vidal en medio de un charco de sangre. Fue trasladado en carro a la Casa de Socorro. Según contó Diario de Alicante, el 23 de abril de 1920 un vecino de San Gabriel, natural de Bigastro, llamado Joaquín López perdió la mano derecha y parte del antebrazo en idénticas circunstancias.

El mes que viene seguiremos contando el lado oscuro de este tranquilo paraje alicantino. Si acuden a Agua Amarga a darse un baño y notan una sensación extraña, como de malestar o desazón, ya saben a qué es debido.