Como decíamos en la anterior entrega, la costa de Agua Amarga y del Babel fue una de las predilectas para el desembarco del contrabando. Por todo ello no nos debe extrañar que se crearan en la zona dos cuarteles de Carabineros separados apenas unos pocos kilómetros. Quizás la soledad y el aislamiento que se vivía a finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX en Agua Amarga causaron alguno de los sucesos que les narraré a continuación, recogidos por la prensa provincial y nacional, protagonizados por estas fuerzas del orden, hoy integradas en la Guardia Civil. 

En febrero del año 1891 el carabinero Manuel Rey asesinó de once puñaladas a su superior, el sargento Francisco García Taboada en el cuartel de Agua Amarga. El motivo fue la anotación de una falta en la hoja de servicios de Rey que le impedía el reenganche. La historia se repitió en 1912. En junio de ese año un carabinero mató de un disparo de máuser a un cabo y se dio a la fuga. Fue perseguido por las fuerzas del orden hasta el Montgó. 

En ese mismo año de 1912 fue el carabinero José Vázquez (o Bisquet) quien acabó con la vida de un hombre con el que se cruzó en mitad de una noche oscura. Alertado por la falta de respuesta a sendas órdenes de alto y creyendo ver un amago de agresión, le lanzó una piedra, con tan mala suerte que le acertó en la cabeza hiriéndolo de muerte. 

El 2 de febrero de 1933 el carabinero Gabriel López de 26 años se disparó con su revólver en la cabeza cuando acudía a su puesto en el cuartel.

El barranco de Agua Amarga y su famoso puente metálico (el Pont de Ferro), hoy desaparecido, fue escenario también de varios sucesos. En 1875 un recluta que había desertado del ejército fue detenido por el alcalde pedáneo del Babel. Al llegar al barranco el detenido escapó, siendo necesaria la ayuda de un agente de campo. El fugado, presa de la desesperación, arrebató el arma al agente y le apuntó. El pedáneo disparó su arma y lo mató en el acto.

A raíz del artículo del mes pasado, Pablo Reig Cruañes me facilitó un suceso vinculado a su familia y que tuvo como escenario el barranco de Agua Amarga a mediados de la turbulenta década de 1930. Su abuelo, Pedro Reig, adoraba Alicante, ciudad en la que pasaba largas temporadas. Posiblemente enterados de su condición de rentista, un grupo de anarquistas le envió un anónimo amenazando con hacer daño a su hijo si no depositaba una cantidad elevada de dinero bajo el puente del barranco. El padre de familia asustado recluyó a su hijo en casa dejándolo salir en contadas ocasiones, siempre acompañado. Lo cierto es que de un día para otro la situación volvió a la normalidad sin que la familia sepa si la policía actuó o si se llegó a pagar el dinero.

Veinte años antes, en junio de 1915 un pasajero del tren de Murcia llamado Vicente Sarabia cayó del vagón cuando el convoy pasaba por el Pont de Ferro sin que se sepan las causas. Muy malherido fue trasladado a la Casa de Socorro. Justo un año después y en el mismo lugar un hombre se suicidó cuando pasaba el tren de las diez. La prensa afirmó que «vestía como los campesinos acomodados», es decir, pantalón azul y blusón negro. Quedó irreconocible. El sargento del puesto de carabineros, Pascual Miñana Blay, aseguró haber visto durante sus labores matinales de vigilancia al suicida sentado en un promontorio mirando en dirección opuesta a la ciudad. Pese a verle agobiado, nada le hizo pensar en que fuera a suicidarse. Al oír el tren, el sujeto se levantó, trepó por el terraplén, se agarró a una traviesa y colocó su cabeza sobre la vía. 

Con la popularización entre las clases altas del automóvil y la aparición de los primeros omnibuses se popularizaron también, claro está, los accidentes de tráfico. En nada ayudaba el lamentable estado de la carretera de Santa Pola, cierto es, pero las imprudencias estaban a la orden del día. Sin duda el accidente más sonado se produjo a principios de abril de 1915 cuando un automóvil con catorce personas en su interior volcó al pasar sobre el paso a nivel tras sufrir un reventón. Los carabineros del puesto de Agua Amarga ayudaron a salir a los ocupantes, todos ellos ilesos. En 1961 eran tantos los accidentes y atropellos que la prensa calificó a este tramo de vía a su paso por Agua Amarga como la Carretera de la Muerte.

En julio de 1936 los falangistas de la Vega Baja, creyendo que el Golpe de Estado había triunfado en Alicante, trataron de entrar a la ciudad por Agua Amarga para liberar a su líder, José Antonio Primo de Rivera. Al llegar más o menos donde hoy se encuentra la fábrica de aluminio, sufrieron una emboscada. Cincuenta y dos falangistas fueron detenidos y otros tres perdieron la vida.

Son muchos los sucesos que se quedan en el tintero, especialmente los ocurridos en fechas recientes, como el derribo del barrio de Agua Amarga que les prometí el mes pasado. En estas dos entregas únicamente he repasado los más importantes. Quizás el próximo verano volvamos a dar un paseo por el reverso tenebroso de Agua Amarga. ¿Me acompañarán?