Kirsty Maxwell y su grupo de amigas eligieron Benidorm para celebrar una despedida de soltera. Por la noche habían recorrido varios locales de la zona de ocio del Rincón de Loix. La joven escocesa decidió irse a dormir sobre las 5.00 horas a la habitación que tenía en un edificio de apartamentos ubicada en un noveno piso. Unas horas más tarde despertó y caminó hasta el piso de arriba donde algunas de sus acompañantes tenían sus habitaciones. Sin embargo, acabó entrando a una en la que había cinco chicos ingleses que seguían de fiesta y que, según las fuentes consultadas por este diario, se encontraban presuntamente consumiendo alcohol y drogas. A partir de ese momento, lo que pasó no está claro, sólo que la joven acabó precipitándose desde esa décima planta y muriendo en el acto.

Un año ha pasado desde aquel 29 de abril de 2017 y las incógnitas siguen estando sobre la mesa. ¿Qué le pasó a Kirsty? Es la pregunta que se hace su familia desde aquel día en el que no han parado de pedir ayuda y pruebas para que se esclarezcan las causas de su muerte. Ellos consideran que no tenía ningún motivo para quitarse la vida, como apunta alguna de las teorías, y que algo pasó en aquel espacio para que acabara cayendo por el balcón.

Aquellos jóvenes que encontró en el piso de arriba están siendo investigados por un presunto delito de homicidio. Uno de los investigados fue detenido y puesto en libertad al ser el último que había tenido contacto con la joven. Los otros cuatro acudieron el pasado mes de julio a Benidorm para declarar ante la juez acusados de un presunto delito de homicidio. Después, volvieron a su país.

Desde entonces han sido muchas las pruebas y peticiones que el abogado de la familia Luis Miguel Zumaquero hizo en el juzgado. El pasado 19 de diciembre, como ya publicó este diario, el recurso de reforma presentado por el letrado permitió saber qué había pasado con la ropa que la joven llevaba aquel día y que la familia reclamaba: se había desechado. Así lo recogía el informe médico forense que explicaba que «si bien se retiraron, conservaron, y custodiaron los objetos personales hallados en el cuerpo» de la joven, «una vez analizadas macroscópicamente las prendas que llevaba» la fallecida «se procedió a desecharlas y destruirlas». La razón: «al no aportar más elementos de interés para la investigación y permanecer impregnadas de restos hemáticos, con el riesgo biológico consecuente».

Además, «no se procedió a la recogida de muestras» de la ropa para un estudio «de poliformismos» porque ya se habían recogido de otra parte del «área cervical (...) y ambas manos», entre otras. Unas muestras que aún se conservan custodiadas.

Lo de la ropa fue un varapalo para la familia que se unía a otros como que no les dejaran entrar en el apartamento donde sucedieron los hechos para realizar una reconstrucción o que no se buscara a algún testigo que pudo ver algo desde el edificio de enfrente.

Mientras, según las fuentes consultadas por este diario, para la policía que investigó en el primer momento, no hay caso, es decir, que fue un desafortunado accidente, una posición que no gusta a sus allegados. Ahora, la familia junto a un investigador privado sigue buscando testigos de lo que pasó, que estuvieran en el edificio o en cualquier lugar desde donde pudieron ver algo. Mientras, piden al gobierno español que no se escatime en medios para explicar qué le pasó aquel día a Kirsty, si se cayó o no.