Sanar bajo los rayos del sol y a unos cuantos metros del mar era la idea con la que muchas personas llegaban desde el norte de Europa a la Marina Baixa y que se había convertido en otra fórmula exitosa para el sector turístico de la Costa Blanca. Sin embargo, esta fórmula también ha resentido los efectos del covid-19.

El buen tiempo que impera casi todo el año en Costa Blanca era un reclamo para personas de la tercera edad o con algún tipo de enfermedad, que acudía a los distintos centros especializados en dar atención a este tipo de usuarios. Este turismo atraía a la provincia a unas 2.800 personas al año, en su mayor parte del norte de Europa y con alto poder adquisitivo, cifra que se ha desplomado este año con la pandemia. Así, la Marina Baixa contaba con cinco centros asistenciales de estas características, en la actualidad solo dos permanecen abiertos.

En La Vila Joiosa se encuentra La Hacienda del Sol, en Altea está el Centro Asistencial Noruego y en l'Alfàs del Pi se ubica Reuma Sol. Tres instalaciones que desde el pasado mes de marzo cerraron sus puertas y que a la fecha aún no han podido reabrir, el motivo, el miedo que tienen sus usuarios a causa del creciente número de contagios que se han ido registrando en España durante estos meses, tanto en la primera como en esta segunda ola.

V.M., que trabajaba para una de estas residencias pero prefiere no hacer público en cual, señala que no saben en qué fecha se volverá a abrir la residencia y cada vez ve más difícil que esta vuelva a operar. Asegura que el turismo asistencial no representa un gran volumen de clientes, pero que se trata de un tipo de visitante con un buen poder adquisitivo, que suele venir acompañado y que viene por largas temporadas.

Apunta que los puestos de trabajo que ofertan estas instalaciones son, en su mayoría, especializados, puesto que se requiere una capacitación específica para atender a personas de la tercera edad, algunas de ellas con problemas de movilidad, psíquicos o con patologías muy específicas.

Tan solo en la residencia en la que colaboraba, había cerca de 40 personas contratadas, entre el personal había administrativos, área de enfermería, fisioterapeutas, celadores, apoyo médico, trabajadores dedicado a atender el comedor como cocineros y camareros, operarios de mantenimiento, personal de limpieza y dos conductores que se encargaban de trasladar a los pacientes desde el aeropuerto hasta la residencia.

También explica que algunos usuarios de estos centros prácticamente residían en el mismo de forma permanente y que en ciertas temporadas, como el verano, recibían la visita de sus familiares, lo que también se traducía en ocupación de hoteles o de apartamentos turísticos.

Solo dos de estas residencias se mantienen funcionando en esta comarca, en Benidorm está Ciudad Patricia y en La Nucía se ubica La Residencia Montebello, ambas instalaciones continúan operativas, pero desde que se decretó el estado de alarma en España, allá por el mes de marzo, su ocupación ha ido disminuyendo de forma considerable y esperan que la situación sea aún más complicada en los próximos meses.

Bárbara Acevedo, propietaria de Residencia & Rehabilitación Ciudad Patricia, señala que en estos últimos seis meses la ocupación de su centro se ha reducido en un 30 por ciento y teme que «si no se abren las fronteras de países como Inglaterra u Holanda, la situación empeorará considerablemente.Diversificación

Bárbara Acevedo, señala que se mantiene gracias a su esquema mixto, en el cual ofrecen asistencia y tratamiento a pacientes; por otro lado también ofrecen un servicio de «hospedaje asistido»; y por último, cuentan también con viviendas para personas de la tercera edad, en las que sus propietarios residen de forma permanente.

Acevedo hace hincapié en que «no queremos hacer competencia a los hoteles -sobre todo en relación con el hospedaje asistido- si bien ofrecemos un alojamiento, estamos claramente diferenciados porque también ofrecemos asistencia sanitaria 24 horas al día».

Apuesta comarcal en pausa debido a la pandemia

Este tipo de turismo fue una clara apuesta en la Marina Baixa, sin embargo el covid-19 la ha puesto en jaque claramente en tan solo unos meses. 

En l’Alfàs del Pi desarrollaron y vienen impulsando desde hace un par de años el concepto de «l’Alfàs Territorio Saludable», que si bien abarca otros aspectos, también contemplaba la promoción del municipio como un buen destino para el turismo asistencial. Algo similar ocurrió con localidades como Altea o la Vila Joiosa. Incluso Finestrat tiene un proyecto para sumarse a este sector, a finales del año pasado se aprobó un proyecto para la construcción de una instalación en esta misma línea.

Para estas localidades, este perfil de visitantes representaba un nicho de mercado que ahora mismo se encuentra completamente a la deriva. CARLOS MORA